lunes, 27 de mayo de 2013

A TRAVÉS DE TI.- TORREMOLINOS.- Capítulo Dieciocho.- Primera Parte.-




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Si, me fui a la costa a cambiar de aires. A dar a mi vida un giro de noventa grados. Sentía que los años se me echaban encima y seguía como al principio. Iba camino de los treinta años, veintiocho tenía en aquellos momentos, y toda una vida por delante. A pesar de todo sentía unas renovadas ganas de vivir, así que como mi hermana Cecilia estaba en Málaga trabajando en un comercio y estaba parando en casa de un hermano de mi padre, le pedí que por favor les dijera si podía estar unos días con ellos hasta que encontrara algo para mí. Me dijo que me fuera lo antes posible, que no había problemas. ¡Qué buena era y es mi hermana! Lo primero que hice fue buscar un trabajo, que por cierto, en aquellos momentos había a punta pala, no como actualmente, pues vagando por este diáfano tránsito, de vez en cuando me tropiezo con algún alma en pena que aún no se ha dado cuenta que acaba de caer de un andamio, y por el camino al otro lado, va mascullando que, qué suerte ha tenido en colocarse de albañil con la crisis que hay. Y mire usted por dónde, al pobre no le ha dado tiempo ni de enterarse de lo espachurrado que se ha quedado en el pavimento.
Mi hermana Cecilia tenía diecinueve años entonces y lo mismo que yo, se había ido a la costa a buscar trabajo. Después de dejar el bachiller a medias, a los dieciséis años se sacó el graduado escolar, yendo por las noches a un colegio cerca de casa, donde había ido yo antes de casarme. Una vez que lo tuvo, lo guardó en un cajón, y se dedicó a perder el tiempo todo un año saliendo y entrando con las amigas, sin hacer nada, hasta que algunas de éstas se colocaron, o se echaron novio, dejándola más sola que la una, y casi siempre encerrada en casa. De vez en cuando quedaba con una prima nuestra, hija de una hermana de mi padre que hacía poco se había trasladado del pueblo, y desde que se conocieron hicieron muy buenas migas, siendo desde entonces inseparables. Juanita, que así se llamaba mi prima se colocó poco después en una residencia de ancianos quedándose de nuevo sola y aburrida, pues ésta hermana mía era una persona muy correcta en sus actos y también muy tímida para salir con los chicos. La verdad es que jamás tuvo un novio, y el primero que le salió, más tarde fue su marido. Es por ese motivo por lo que decidió buscarse la vida en la costa ya que había mucha demanda de trabajo. De todos modos era una persona muy responsable a la que no le gustaba perder el tiempo, y pensaba que si seguía en casa de mis padres, se le pasarían los años sin hacer nada. En aquellos momentos, mi padre ya estaba jubilado. Pasó a clases pasivas a los cincuenta y dos años, muy joven todavía, así que la acompañó hasta Málaga por que allí vivía su tío Juan, hermano de su madre, viudo, que muy amable le ofreció su casa. Vivía con su hija, una solterona empedernida, según ella por que quería, ya que el novio que tuvo había tenido un accidente de coche matándose en el acto, y desde entonces, todos los hombres habían terminado para ella.

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