sábado, 11 de mayo de 2013

A TRAVÉS DE TI.- JUSTO.- Capítulo Décimo.- Segunda Parte.-




                                    -  2  -
Total, que entre unas cosas y otras, no me decidía por nada. La incertidumbre se apoderó de mí. Una tarde que estábamos sentados en una roca que sobresalía entre las aguas del mar, me preguntó si me podía besar, y me desconcertó tanto que hasta me molestó, y le dije muy enfadada que esas cosas no se preguntaban, si no que se daban. Después de unos días nos besamos formalizando nuestro noviazgo, pero siempre tuve la impresión de que no estaba del todo enamorada, de que me faltaba algo. Yo sabía que lo que me faltaba era la pasión. Si, pasión ardiente de mujer enamorada. Esa loca pasión que lleva a las mujeres como yo a perderse, y que se le arrebata el corazón. Quizás es que era una romántica empedernida, pero francamente eso era lo que me hacía falta para perder la cabeza por su amor. Hoy en día a eso se le llama química. Bueno pues sí. Yo no sentía nada de química. No había química por parte mía. Él en cambio estaba coladito por mí, pero era tan sumiso y tan bonachón. Era demasiado correcto y educado en el aspecto, que a mí me hubiera gustado que fuera más atrevido. No sé por qué siempre me han llamado la atención los hombres así, con esa pizca de picardía. Más malote... ¡Uy, que palabreja se me acaba de intercalar, je, je, je... malote...! ¡Vaya suena bien! El caso es que yo esperaba que tarde o temprano sentiría algo más fuerte y me dediqué a esperar. Todo fue en vano. El amor ardiente y verdadero no llegaba nunca y seguí esperando. Entre dudas e indecisiones, pasaba el tiempo y nunca me atrevía a sincerarme con él. Cuanto más lo meditaba y lo pensaba, más me echaba para atrás. Siempre encontraba una excusa para seguir con ese falso amor. Reconozco que debería haberle hablado claramente de mis sentimientos. Nunca he tenido el valor para nada. Siempre he sido una cobarde. No sé por qué temía algo que no puedo ni explicarme, y ahora en éste instante transitorio, ni siquiera puedo entenderlo. Espero que cuando escribas estas palabras algún dotado del comportamiento humano lo pueda comprender, por que, si yo hubiera actuado de otra manera, seguro, seguro de que me habría ahorrado muchos disgustos, a él y a mí. Ya no hay remedio, lo hecho, hecho está, pero me gustaría pedirle perdón, y a lo mejor, si él se identifica con éste Justo, me perdone para yo así poder descansar en paz y pueda irme con tranquilidad... En fín, así estuve un tiempo en el que casi nunca quería estar con él a solas besándome y aunque a veces se insinuaba queriendo llegar más lejos, jamás pasé de ahí. No podía, ni siquiera sus caricias me llenaban del todo, incluso me molestaban un poco. Había días que hasta me inventaba estar pachucha para no salir con él, quedándome en casa tan tranquila. Creo que perdí un año entero de mi vida sin sentir amor verdadero, pero no me atrevía a decírselo por temor a herir su sensibilidad, y entre que me daba lástima y de que me sentía agradecida, pasaban los días. Tan sólo me divertía cuando nos íbamos a bailar o salíamos con otras parejas. El caso es que todo era más entretenido cuando había más gente alrededor, por que a solas con él me aburría una barbaridad. Cuando estábamos solos paseando por la calle, no tenía nada que hablar y podía estar más de dos horas caminando de la mano, sin saber qué decir. Ha habido ocasiones, en que tomando un refresco en cualquier cafetería del centro, tanto Justo como yo, sólo hemos visto a la gente pasar sin decir una palabra. Sentía por dentro de mi pecho una nostalgia, un temor a no sé qué, que no podría definir. A veces se paraba en medio del camino y colocaba sus manos en mis hombros, me miraba fijamente a los ojos, y sin preguntarme nada, yo le contestaba bajando la mirada. Estoy segura de que sabía cuáles eran mis sentimientos hacia él, pero nunca me dijo una palabra. Con el tiempo me di cuenta de que lo que él quería, era que le dijera que no lo amaba para apartarse de mí. En ese aspecto fue un poco egoísta ya que nunca me lo puso fácil, pero ahora, rebobinando en el pasado, me doy cuenta de que si me hubiera preguntado cuánto lo quería, segurísimo, que le habría dicho la verdad. A lo mejor tenía tanto miedo como yo en saber la realidad, dejándose querer. A su manera era feliz. Tan sólo una vez me insinuó, de que si no lo amaba lo suficiente para seguir con nuestra relación, él no tendría inconveniente en dejarme marchar, y tan amigos. Me lo dijo con tanta frialdad y tan correctamente, que hasta me enfurecí, pero seguí callada a lo que él supuso que lo quería y que aquí no pasaba nada. Entre eso y que todas mis amigas tenían novios formales, y algunas a punto de casarse seguí más tiempo todavía. Además, tanto sus padres como los míos estaban tan contentos con nuestra relación, que por no hacerles daño, dejé pasar los días, las semanas y los meses. Creía que con el tiempo cambiaría mis sentimientos hacia él, y para conformarme, me decía que ya nadie me iba a querer tanto como Justo. Seguí más tiempo todavía. Fue otro de mis mayores errores, estar con un chico por el que no sentía ni el más mínimo deseo, que estaba con él por estar, por temor a quedarme soltera. Pero lo peor no quedó sólo en eso, si no que cuando su hermano Ángel llegó de permiso a su casa, me quedé coladita por él.                                            

        

No hay comentarios:

Publicar un comentario