domingo, 29 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.- 18º (ZONA WIFI)




Cuando salí del baño Ernesto había desaparecido. Me arreglé lo antes posible. Seguramente que me estaría esperando en la cafetería para desayunar juntos. Tampoco estaba allí. Salí rápidamente a la calle y nada, ¡ni rastro de Ernesto! Subí a la habitación por si me llamaba y caí en la cuenta de que podría estar comprando el periódico, o quizás querría darme una sorpresa con algún regalo. Estuve más de una hora sentada en la cama haciéndome mil pregunta. Finalmente me dirigí a la conserjería para preguntar por él y nadie sabía quién era, incluso pusieron en duda de que la noche anterior hubiera llegado acompañada. Parecía como si todo el mundo se hubiera puesto de acuerdo. Era como una pesadilla. No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Dos lagrimones cayeron de mis ojos empañándome el rostro pensando que Ernesto se había aprovechado de mí, incluso dejó los gastos de la habitación a mi nombre, ¡qué tonta, madre mía! Siempre he sido muy ingenua. Me lo creo todo, aún viendo la verdad delante. Salí precipitadamente del hotel y me encaminé hacia el parque de atracciones. No sé por qué, pero algo en mi interior me decía que Ernesto no era de esos hombres que se aprovechan de las mujeres como yo. Ernesto era todo un caballero. Cuando llegué al Tibidabo, había una muchedumbre de gente extravagantemente vestidos trasladándose de y un lugar a otro con los móviles en mano. Parecía una concentración de internautas. Al acercarme, pude observar que a la izquierda iban disfrazados de avatares de colores diferentes, donde predominaba el azul celeste. Estaban formados en grupos, en los cuales y siempre en primera línea, el líder se alzaba en medio con una enorme pancarta donde la palabra Fantasía se hacía eco en todos los medios del universo. Le seguían otras con la Ilusión, el Sueño y Esperanza escritas. Un mundo multicolor se exhibía ante miles de internautas que no paraban de hacer fotos para enviarlas a todas partes del mundo. A la derecha estaban los grupos vestidos de blanco y negro. La mayoría llevaban el rostro cubierto con pasamontañas para que nadie pudiera reconocerlos, y lo mismo que sus oponentes, también tenía sus jefes con pancartas donde se podía leer en grandes letras la palabra Realidad. Éste numeroso grupo estaba compuesto por ricos banqueros, magnates de plataforma petrolíferas, mafiosos y chinos, sobre todo chinos millonarios. Toda clase de gente que tan sólo piensan en hacer dinero. Y en medio de todo éste enjambre humano, había un personaje dentro de una bola de cristal y se hacía llamar El Licenciado Vidriera. Si, el famoso licenciado de Don Miguel de Cervantes de las famosas Novelas Ejemplares. Ése que cuando acabó sus estudios se quedó en medio de la plaza y le dio por decirle a la gente que no se acercara porque se podría romper. Los que estaban disfrazados de avatares lo miraban sonriendo por que estaban capacitados para ver más allá de la realidad, además de compartir y respetar cualquier filosofía de vida. En una palabra, sabían discernir y visualizar, pero los de blanco y negro se reían de él porque, según ellos, tan sólo se limitaba a decir incoherencias que no tenía base donde sostenerse, de tal manera, que éste, les gritó desde lo más hondo de la bola, que entre el blanco y negro existía el gris. Los dejó boquiabiertos por que ésta gente tan realista no creen más que lo que sus ojos ven. De repente pasa volando una avioneta con una enorme fotografía donde dos abuelos se besaban en un banco. Apenas se les veían la cara, ya que la mujer aparecía de espalda abrazada al cuello de un hombre tapándole el rostro. No había la menor duda. Éramos nosotros. Rápidamente me escabullí entre la gente y salí pitando de allí. Volví al hotel preguntando si había Zona Wifi. No podía comprender el por qué de tanta gente dando una noticia sin importancia, al fin y al cabo tan sólo eran una pareja de amantes. Hasta en la tele se hicieron programas de debates, donde la polémica estaba puesta en si la mente era capaz de traspasar las barreras que separan lo falso de la realidad. Me senté ante el ordenador e introduje mi contraseña, y efectivamente, allí estaba todo escrito hasta éste preciso momento. Me veía a mí misma al otro lado de la pantalla. Miré en últimas noticias y entonces lo vi todo claro. Se había creado un evento para ver con sus propios ojos a los amantes de Internet. Por eso estaban todos los internautas congregados en el parque de atracciones. Los realistas que ponían en duda lo de la cita a ciegas entre Ernesto y yo, y quería ridiculizar a los Fantasiosos. Querían saber todo lo relacionado a lo ocurrido verdaderamente ya que hubo una filtración donde se detallaba cada movimiento de la galopada. Hubo comentarios contradictorios en los cuales se ponía en duda, de que dos personas que se habían conocido en facebook, llevaran a cabo un encuentro donde el amor estaba presente y encima hubiera sexo a través de sus avatares. Además que eran mayorcitos y se supone que ya no están para tanto trote, y menos que el tipo usara su fusil, mientras ella galopaba. Los más entendidos decían que eran ficticios, que eran dibujos de un relato imaginario. Mi cabeza empezó a dar vueltas sin comprender nada. Era como si Ernesto no hubiera existido nunca. Como si hubiera creado un personaje, una caricatura, un avatar, que con mi aliento y fuerza le hubiera dado vida y forma, de tal manera que hasta los más incrédulos creyeron que verdaderamente había viajado en tren hasta Barcelona. Todo había sido un sueño. De repente me di cuenta de que Ernesto no era real. Era un personaje imaginario que yo había creado para salvarme del auténtico humano. De nuevo la fantasía traspasó todas las barreras de la realidad, trasladándome tras los cables y el cristal. La noticia corrió como la pólvora. Los comentaristas se liaron a chatear entre ellos si era falso o real. Parecía un truco de magia y hubo un momento que hasta yo misma dudé. Pensé que tenía la cabeza llena pájaros. Si, esos pájaros que heredé de mi madre y que siempre estaban revoloteando a mi alrededor fantaseando con príncipes y princesas, hadas buenas y brujas malvadas y feas. Yo tenía un sueño. Soñaba en darle vida a las palabras. Unas palabras cargadas de sentimientos. Los sentimientos que mueven el universo. Tenía que poner todo mi corazón en las frases. Tan sólo necesitaba transmitir. Tenía que insuflar a mis avatares de pasiones y debilidades humanas, para que parecieran más carnales, y para eso tenía que creer en mí y en ti. Siempre hay un alma gemela perdida que tropieza en su camino con otra. Y por eso te conocí, Ernesto mío. Me enamoré de tus palabras, fíjate que cosas… Ahora no quiero perderte, mi amor. Por eso he decidido escribirte este mensaje.- Estoy llorando de tristeza, por que si me dejas no me quedará nada y volveré a la realidad. La realidad es ese hombre del cual me salvaste, ¿te acuerdas? Si, ese que entró en mi vida arramblando con todo, matando mis pajaritos. Ese hombre, que desde que te conocí le dije bien clarito que ya no estaba enamorada de él. No se da por vencido. Nunca me deja. Se cree que soy de su propiedad. Ayer me siguió por toda la calle y en un descuido me abrazó y me besó, ¡a plena luz del día! Ya no le importa que la gente nos mire, le da igual con tal de tenerme. Está loco y temo por mí porque soy realmente débil. Soy de lo peor. No sé por qué, pero me tiene completamente dominada. Es tan real su presencia que me abruma. Me dice todas esas cosas que una mujer coqueta como yo, le gusta oír. Reconozco que me encantan sus palabras, además están llenas de fuego y con eso no puedo… Me tiene sometida y temo que cualquier día de esto desfalleceré. Reconozco que esto me supera. Por eso no me gusta la realidad. Mi propia realidad. La realidad que se llevó a mis padres, pobrecitos mío, ¡cuánto los quería! Me los arrebató para siempre. Todavía me acuerdo de mi madre, ¡que guapa era! Me esperaba sentadita junto a la ventana para que le pintara las uñas por que ella no veía, ¡qué risa! Se llenaba todos los dedos de pegotes de esmalte. Y de mi padre, que el pobre con la barriguita ya no se podía calzar los zapatos. Y de mis dos hermanas, ¡qué pena! Se fueron tan jóvenes…Por eso prefiero vivir la fantasía de las historias que me invento y me las creo. Me gustaría ser una mujer fuerte y madura, pero no. No he madurado todavía, no sé cuando, quizás cuando me vaya al otro mundo. Soy muy débil. Estoy llena de flaquezas. No sé si podré tener la paciencia de esperarte amor mío, y menos ahora que me acaba de enviar un mensaje una señora diciéndome que estás liado con ella. Que cada día habláis por el móvil y que vuestras conversaciones son atrevidas y sugerentes, ¿cómo no voy a caer en los brazos de él? Además es que me da una lástima… Parece un perrito detrás de mí, siempre detrás de mí. Parece mi sombra y ya no sé para dónde tirar…Los internautas me tienen confundida. No paran de comentar que te deje, que no mereces la pena y que tan sólo eres un contacto más. Como cualquiera de los miles que existen en las redes sociales y que por mucho que nos hablemos, la realidad es que estás al otro lado del cristal. Hace un minuto que me han escrito en privado diciéndome que te chateas con una chica que podrías ser tu hija. Pero yo creo en ti, amor mío, siempre confiaré en ti y jamás te dejaré. Nunca les haré caso, tan sólo a lo que tú me digas. Pienso aferrarme a ti con todas las fuerzas de mi alma hasta que consiga enamorarte y me ames de verdad.- De repente oí la señal de un mensaje. Era de Ernesto. Mi corazón empezó a latir desbocadamente.- Cariño mío no te muevas de ahí que ya mismo me quito éste disfraz de cristal y nos vamos al Tibidabo, tengo muchas cosas que contarte…




viernes, 27 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.- 17º (NATURALEZA VIVA)




Cuando vi el ramo de flores avanzar hacia mí me puse muy nerviosa. No estaba segura de que fuera Ernesto, pero cuando la sonrisa asomó a su rostro, me di cuenta de que ya no podía echar marcha atrás. Tenía un caminar tranquilo y sereno. Me pilló desprevenida. Ya estaba aquí. Las piernas me temblaban. Algo me impedía andar. Tragué saliva, alcé la cabeza e intenté por todos los medios sonreír. Tampoco quería que pareciera exagerada. ¡Ay Dios mío, en qué lío me había metido! De repente lo tengo justo enfrente de mí. ¡Qué guapo y apuesto era mi Ernesto! Me volví loca de alegría. Se presentó tímidamente y le di dos besos en la cara. Me ofreció el ramo de flores y estuvimos caminando hacia ninguna parte, sólo dónde nos llevaban los pasos. Me invitó a tomar un café en la cafetería donde solía ir, ¡qué casualidad! La misma que me dijo una vez, que le gustaría que lo vieran sus amigos conmigo para presumir de mujer. Le cogí del brazo. Nada más entrar, se callaron y me miraron descaradamente de arriba abajo. Ernesto me los presentó a todos, ¡qué educados! Casi se agacharon para besarme la mano. Eran muy galantes. Después nos fuimos a dar una vuelta y llegamos a un parque donde la mayoría eran personas de la tercera edad. Estaban jugando a la petanca. Algunos eran conocidos suyos también. Después de saludarlos, me senté en un banco del jardín. Sabía que los avatares estaban pululando por allí para grabar cada uno de nuestros movimientos. Se iban a enterar bien de lo que vale un peine. Estaba dispuesta a ofrecerles una buena exclusiva. Llamé a Ernesto para que se sentara a mi lado y antes de que se diera cuenta, me giré hacia él sentándome sobre sus rodillas a horcajadas. Le cogí la cabeza y acercándome a su cara le comí la boca con un besazo de tornillo, que se quedaron todos sus amigos boquiabiertos, disimulando y mirando hacia el cielo. Los jóvenes que pasaban por nuestro lado nos pusieron a parir de un burro. No pararon de criticarnos incluso oí a unas chicas que decían que, qué poca vergüenza y qué escándalo estábamos dando. Que vaya ejemplo para los niños y la juventud. Que ya éramos muy mayorcitos para dar tal espectáculo. Que menudos caraduras y que no teníamos respetos a la sociedad. Los que estaban jugando a la petanca se quedaron patidifusos y no sabían si seguir jugando o irse para otro lado, el caso es que no daban pie con bola. Una mujer de unos treinta años, llamó a un policía y cuando éste vino, le dio tal ataque de risa, que la pobre se tuvo que ir sin comprender nada. El caos fue total en Internet dando noticias contradictorias en todas las redes sociales. Se habían intercambiado los papeles en la humanidad. Ahora eran los abuelos los que se besaban en los jardines. Los mismos que corrían tras los nietos por las calles. Los que llevaban y recogían a los niños de guarderías y colegios. Las jóvenes parejas ya no se escondían para besarse, ni tampoco se sentaban en los bancos del parque. Sólo se limitaban a poner sus pulgares sobre los móviles. Ni siquiera se miraban a la cara para hablarse con la mirada. Ahora sus ojos no se apartaban de las pantallas de los móviles para hablar por el Wasap. Mientras tanto, yo seguía besando a Ernesto atornilladamente y con lengua. Me lo estaba pasando bomba con él, que en ningún momento opuso resistencia, ajeno a la realidad de mi intención. Lo único que quería es que en todas las redes sociales corriera la noticia de los amantes de Internet pillados In situ. La foto de dos abuelos besándose en el parque dio la vuelta al mundo. Había conseguido mi propósito. Finalmente nos levantamos y nos fuimos a picar algo por ahí más contentos que un trucho y una trucha. Era ya casi de noche cuando llegamos a la Plaza de España donde una fuente se levantaba de colores al son de la música. Estaba llenita de gente con lo que le dije a Ernesto que me subiera sobre sus hombros para poder ver mejor, ¡el trabajo que nos costó! Casi nos caemos de culo. Después de caminar sin parar llegamos a La Ramblas y cerca de la plaza de La Boquería paramos a picar un poco. Eran más de las doce y media de la noche cuando llamé a mi hermana diciéndole que no me esperara. Nos fuimos a un hotelito que encontramos por unas callejuelas y nada más llegar, me duché y le dije a Ernesto que apagara la luz antes de meterme en la cama. Por su parte fue todo amabilidad y cuando se tumbó a mi lado, le di unos masajes en el cuello para quitarle el dolor que le había causado con mis movimientos al son de la música de la fuente. Pobre Ernesto, lo que tuvo que soportar con tal de darme gusto en todo. Al cabo de los diez minutos nos quedamos dormidos el uno en los brazos del otro, Z, z, z… A media noche me despertaron los rugidos de un animal. Abrí mis ojos y me encontraba dentro de una tienda de campaña y un enorme oso delante de mí. Llamé enseguida a Ernesto y me dijo que no me preocupara por que preveía que algo así iba a ocurrir y se trajo su fusil. Me dijo que no me moviera de allí y que iba a investigar dentro de la caverna. Me quedé muy quieta cuando veo al lado un caballo. No lo pensé ni un instante y de un salto monté sobre él, ¡corre, corre caballito! No sé por qué me vino aquella canción de Marisol en “Un Rayo de Luz” Salí de la tienda de campaña y galopé por medio de un bosque lleno de árboles cuyas ramas me rozaban los brazos y las espaldas, ¡querían atraparme! Hasta me agarraron los pelos de la cabeza para que no pudiera salir de allí. Atravesé el bosque sin parar, hasta que llegué a una cuesta empinada y en lo alto una enorme montaña. Fustigué a mi caballo que relinchando se dio a la fuga a galope tendido. ¡Corre, corre, corre! Llegamos a lo alto de la cima, donde un enorme volcán empezó a echar chispas de fuego. Aquello estaba ardiendo. Me estaba quemando y me lancé en picado hacia abajo, de tal manera que me caí del caballo, y rodando cuesta abajo, di de cabeza a un río de aguas embravecidas y torrenciales, donde la corriente me llevaba hasta las cataratas, sacudiéndome por todos lados. Ahora de espaldas, boca arriba, de lado. Sentía unas embestidas que casi me arrebataban el alma. Ramas y palos pasaban por mi lado cuando justo en medio había un tronco atravesado y me aferré a él con todas las fuerzas de mi ser. Me senté sobre el tronco como si fuera una moto, apretando mis manos alrededor de manera que al caer por las cataratas no me despidiera al otro lado del mapa. ¡Ay Dios mío! ¡Ay Dios mío que me muero! No paraba de llamar a Ernesto con unos gritos exagerados, cuando de repente me dejé llevar por la corriente cayendo por la catarata. Una lluvia de aguas torrenciales me invadió por cada poro de mi cuerpo haciéndome chillar como una loca. Poco a poco llegué a un ensanche del río donde las aguas en calma me arrastraban hacia la orilla, haciendo que siguiera el cauce con tranquila serenidad. Me dejé mecer por las aguas del río hasta la orilla. Me tumbé en la fina hierba y me dormí. Dormí plácidamente y antes del alba, los rayos del sol me despertaron. Una brisa acariciaba mi espalda y cuando abrí mis ojos, Ernesto me sonreía guiñándome un ojo.- Buenos día mi vida, ¿qué, te ha gustado? - Ha sido la mejor noche de mi vida.- Le contesté, y enroscándome la sábana por el cuerpo me dirigí al baño y mientras me duchaba le dije.- Ernesto hoy me encantaría pasar el día en el parque de atracciones de El Tibidabo, me han dicho que hay unas montañas rusas que quitan el sentido...



martes, 24 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.- 16º (CITA A CIEGAS)


Nada más que empezar mi carta, las lágrimas inundaron mi rostro y cayeron sobre el teclado. Estaba dispuesta a acabar con Ernesto, pero antes quería conocerlo. Tenía mucha curiosidad por saber cómo era su aspecto físico, y aunque ya me había hecho una idea, sentía la necesidad de abrazarlo. Los internautas empezaron a chatear comentando que algo muy gordo iba a suceder entre Ernesto y yo. La frase “Cita a Ciegas” se paseó por facebook como si fuera algo insólito y durante todo el día no se habló de otra cosa. Las redes sociales se colapsaron de nuevo espiando cada paso que daba. Querían saber dónde iba a ser el encuentro. Los correos electrónicos de Hotmail y Gmail se cruzaban tropezando con Twitter. Hasta en YouTube seguían nuestra relación y querían dar la primicia antes que se adelantaran los noticiarios de la televisión. Nadie daba crédito que dos personas se amaran por medio de Internet y enviaron avatares para que llevaran cámaras de vídeos y fotográfica. No se querían perder ni un detalle de cada paso de los enamorados. Empezaron a llamarlos los Amantes de Internet. Para ellos éramos dos almas solitarias y perdidas. Si, es verdad, pero lo que nadie sabía era que estábamos unidos por el Hilo Rojo, ese que una vez enganchado a nuestras manos, ya no se puede romper jamás. Y por eso decidí enviarle un mensaje en el cual le comunicaba que tenía que verlo ya. Cuando Ernesto lo recibió, me contestó rápidamente, que estaba muy ocupado y que no podría estar conmigo ni un instante. Excusas y más excusas. No me creí ni una palabra. No sé a qué le tenía miedo. Quizás temiera no gustarme, ya que, al mandarle tantas fotografías mías y verme aún mona, él creyera que a mí sólo me atraían los guapos. Pues sí, me encantan los hombres guapos, ¿a quién no? pero ahora no. De jovencita sí. Ahora me fijo más en otras en las cosas que no se ven, y que en una fotografía del año la nana de él, yo percibí. Vi la luz que desprendía la mirada de sus ojos, la chispa de su sonrisa y lo que encerraba dentro del alma. Esas cualidades las poseía él y aunque no lo conocía en persona, sabía que era un hombre bueno, y por muchos mensajes que recibía de los internautas poniéndolo a parir de un burro, ninguno me convencía. Mi Ernesto era el mejor tipo del mundo. Sentía que me quería de verdad y jamás me haría daño. Él pertenecía a la gente de palabra, como son todos los ceutíes. No era del pelotón de lo viles y cobardes. Nunca me traicionaría ni abusaría de mí. Yo presentía que era sincero conmigo, me lo decía el corazón y mi corazón nunca me ha engañado. El caso es que lo convencí para verlo en persona y quedamos en que al otro día cogería el Ave para Barcelona, ya que él vivía allí desde hacía muchos años, y mira por donde yo tenía a una hermana que se fue muy jovencita, conoció a un tipo muy majo se casaron y comieron perdices. La llamé rápidamente y le dije que iba a pasar tres días en Barcelona. Llené una maleta de ropa, la más moderna y bonita que tenía. Quería sorprender a Ernesto. Que cuando me viera se quedara con la boca abierta, en una palabra, que se volviera loco de pasión. Una vez sentada en el tren, me hacía mil preguntas sobre su aspecto físico y seguía pensando el motivo de su temor, hasta que llegué a la conclusión de que quizás tuviera la figura de un Gremlins. Eso si que me echaría para atrás bastante. También pensé que sería como el personaje pequeño de “Juego de Tronos” Tyrión Lannister, de la novela de George R. R. Martin. Bueno, al menos éste es muy inteligente y eso sí que me pone en cantidad. Al final me adormilé un poco cuando de repente el tren llegó a la estación. En ese momento se colapsaron todos los móviles a causa del Wasap, ¡todo el mundo con los móviles en mano! Llamé a Ernesto para saber la hora y el lugar del encuentro. Los teclados dejaron de sonar para oír nuestra conversación. Los mensajes empezaron a intercambiarse. A las once del otro día en el mismo centro de la Plaza de Cataluña. Esa frase fue la más repetida en menos de una hora. Me dijo que llevaría un ramo de flores rojas para que yo lo reconociera y como él sabía perfectamente cómo era mi aspecto, le dije que me buscara entre la gente. Mi cuñado estaba en la estación con mi hermana. Nos abrazamos, nos pusimos al día y cuando llegó la noche no pegué ojo. Al otro día nada más que levantarme di como veinte vueltas al piso de mi hermana. Seguía estando muy nerviosa. Me tomé una tila y rápidamente empecé a arreglarme, repasando cada detalle de mi cuerpo, arrasando con todos los pelos que pudieran estorbar cada roce de sus manos. Después empecé a pintarme los ojos de todos los colores del cielo, parecía el arco iris. Me lavé la cara y me eché colorete y cuando me miré al espejo tenía una huerta de tomates en el rostro, ¡madre mía! pero ¿qué me ocurría? ¡Si solo es un hombre! Finalmente empecé a vestirme y me desvestí más de siete veces. Parecía una adolescente en su primera cita. No me decidía por nada porque lo que yo quería de verdad, es que cuando me viera se quedara con la boca abierta, en una palabra quería sorprenderlo. Me puse un traje de chaqueta precioso y me colgué collares y pendientes, nueve pulseras y un broche en la solapa, además me coloqué una horquilla con mil brillantes en la melena. Parecía un árbol de navidad. Miré el reloj, me desnudé enterita y a la ducha. Me puse unos legis y un jerséis ceñido. Me colgué la mochila y salí pitando de allí. Estaba decidida a enamorarlo tal como era yo en realidad. Iba a por todas. De repente me veo rodeada de una multitud de caras desconocidas. Me sentía un poco perdida y rezando a mi virgencita, le rogué con todas mis fuerzas, que Ernesto no se hubiera echado atrás, cuando de repente veo un ramo de flores rojas abriéndose camino entre la gente...








sábado, 21 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.- 15º (RED DE MENTIRAS)




Si, era demasiado tarde para unir nuestros destinos. Estaba convencida. Cada día lo tenía más claro. A partir de aquella carta, la mayoría de los internautas estaban al loro de nuestra relación, y cada vez que me ponía a escribir, el silencio se hacía eco de las redes sociales. Incluso recibí algunas solicitudes de amistad de hombres que sin saber cómo, se habían enterado de la famosa cartita. Acepté a algunos, pero cuando me escribían de manera indecorosa, los eliminaba de un tajo. No sé cómo, pero la carta dio mucho que hablar y durante una semana no se comentaba otra cosa que no fueran “los amantes que se veían a escondidas”. Esto de las redes sociales es un mundo donde a la menor de cambio te lanzan proposiciones indecentes. Debe ser del énfasis que puse en mis palabras y los relatos. A veces me dedicaba a hablar con mis avatares y hasta contigo, amor mío... Yo estaba dormida hasta que tú me despertaste Ernesto, mi querido Ernesto. Ahora me siento muerta, lo mismo que la montaña de nuestra tierra, esa que parece una mujer tumbada. Tu eras como el monte Hacho, ese monte tan fuerte y tan bravo, que desde lejos mimabas mi canto. Luego te convertiste en el Faro, el que ilumina con su haz de luz a todos los barcos perdidos en alta mar. Yo estaba perdida en un desierto de arenas movedizas donde el caminar cada día, se me hacía lento e insoportable para acabar en tierras pantanosas. Estaba en un mar de dudas, cuando de repente las luces del Faro de Ceuta iluminaron mi camino. Fuiste mi salvavidas. Me sacaste de aquellas aguas embravecidas, donde las olas me sacudían violentamente y cuando sentí que me oprimían, me lanzaste aquél clavel, ¿te acuerdas? Me aferré a la rama y salí como si fuera una princesa encantada. Si, encantada por tus palabras. Las palabras más seductoras, que una soñadora como yo podría oír en aquellos momentos. Los peores momentos de mi vida donde respirar era un esfuerzo sobrehumano. Y cuando me llamaste por teléfono sentí la magia del sonido de tu voz. Pura magia para los oídos. Por eso estoy aquí, mi amor, metida en unas redes de mentiras, donde cualquiera puede entrar arrasando con todo el poder que tiene la avariciosa maldad. No estaba dispuesta a ceder a ello y lo mismo que Laura Esquivel con su novela “Como Agua para Chocolate” supo impregnar de sentimientos sus recetas culinarias, yo tenía que hacer todo lo posible por inyectar mis pasiones en cada relato, de manera que la historia fuera tan creíble, que hasta el más incrédulo de los mortales la estuviera viviendo en sus propias carnes. Estaba tan entusiasmada con el proyecto que entre los mismos internautas se rumoreaba que un nuevo Julio Vernes estaba a punto de nacer, irrumpiendo con sus avatares en las redes sociales, adelantándose al futuro. Incluso hubo muchos que se pusieron a copiar y pegar cada relato en sus carpetas privadas para fotocopiarlos después como suyos. Otros simplemente se liaron a escribirlo a mano para que pareciera más creíble, incluso los firmaban. Empecé a recibir mensajes anónimos advirtiéndome de que ya me estaban plagiando. Cosa que no me preocupaba lo más mínimo, porque desde un principio firmé un contrato con una prestigiosa editorial a la cual, según escribía, enviaba con mi firma a pie de página, además de un poder notarial en caso de plagio. Aparte, siempre me guardaba un As en la manga, cambiando alguna frase. De repente se colapsaron las redes sociales. El pánico cundió entre los chateadores que estuvieron compartiendo cada palabra que escribía en Internet. No imaginaban que una, en estos menesteres fuera tan cauta y estuviera tan bien asesorada por los mejores abogados del mundo y expertos en la materia. El caso es que desde que escribí aquella famosa carta a Ernesto, contándole la historia de los dos amantes que se veían a escondidas, me llovieron las solicitudes de hombres jóvenes y no tan jóvenes, comentándome que les encantaban mis relatos y que me seguían a rabiar. Otros lo ponían por las nubes, resaltando el estilo y la pasión que había en ellos. La mayoría me preguntaban si era historias verídicas o simples fantasías. Los más avispados se dedicaron a escribir verdaderas declaraciones de amor, dándome a entender que se habían enamorado locamente de mí. Algunos me enviaban ramos de flores, otros poesías y los caraduras, me tiraban los tejos de tal manera que si no fuera por la distancia de la red seguro, seguro que me escalabraban. Hasta un antiguo pretendiente se atrevió a decirme que siempre le gustó mi estilo. La verdad es que me sentía aturdida, porque al único hombre que yo deseaba era Ernesto, y no quería saber de nadie más. Un muchacho al que le llevaba dieciocho años, se empeñó en acosarme de tal manera que tuve que eliminarlo y bloquearlo. Era muy pesado, además es que los chicos más jóvenes que yo, siempre me han parecido muy aburridos. No me interesan para nada. Por venganza se dedicó a escribir a todos sus contactos que ese tal Ernesto seguía chateándose con mujeres más jóvenes hasta altas horas de la madrugada, y lo único que quería era jugar conmigo para llegar a algo más… Con puntos suspendidos como dejando entrever una duda indescriptible, que hasta la más incauta pensara mal. Tanto es así que yo misma me hacía mil preguntas, sobre todo cuando veía siempre una mujer nueva con un me gusta bajo lo que él colgara. Quizás fueran los celos éstos que heredé de mi madre, aparte de los pajaritos. Tenía tal incertidumbre que pensaba tirar la toalla y decirle a Ernesto que deberíamos dejar a un lado nuestra relación. No le veía futuro ninguno, además cada día lo sentía más alejado de mí. Presentía que ya no me quería como al principio y eso me desconcertaba mucho. Necesitaba constantemente que me recordara que estaba ahí para mí, aún sabiendo que es agotador estar tan pendiente. Reconozco que soy muy acaparadora e irracional. Últimamente, cada vez que lo veía conectado, siempre tenía que dar yo el primer paso. Parecía que le estuviera pidiendo limosna, la verdad, no me gustaba para nada. Debe ser por la educación que he recibido, esta tan anticuada, en la que la mujer ha de ser más recatada, ¡yo qué sé! Y mira que soy atrevida y aventurera, pero algo en mi interior me decía que Ernesto no jugaba limpio conmigo. Fue en su último mensaje, cuando le pregunté por qué la señora Z seguía mis relatos, ¡jolines con la señora Z! No me la podía quitar de encima. Me dijo que procuraba no mencionar el tema con ella.- ¿Por qué? Si no tienes nada que ver con ella.- Apenas nos vemos y cuando coincidimos hablamos de cómo nos va la vida, no sé cómo demostrarte que no estoy con ella.- No me convenció para nada. Creo que en esta conversación hay algo que no me cuadra del todo. Porque eso de que procuraba no hablar del tema, me daba a entender que estaban juntos, y si estaban juntos, ¿qué pinto yo aquí? Lo mejor que hacía era desaparecer del mapa lo antes posible. Lo mismo que me enamoro locamente, me desenamoro con la rapidez del trueno, con tal que siento que me puedan hacer daño. Gracias a Dios que tengo unos mecanismos de defensa que me protegen ante el dolor. Por eso dejé a ese que yo llamo el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Ese que ha estado toda la vida persiguiéndome por caminos intransitables para conseguir un abrazo pasional y al que cedí por amor. Ese que dos días antes de ver la realidad con mis propios ojos, me estaba comiendo la oreja con que “sin ti me muero” y a los dos días me dejó tirada como un perro. Ahí fue cuando se me cayó la venda y hasta ahora. Y ahora me persigue por las calles, me busca por todas partes y me acosa… Ya es demasiado tarde porque ya no lo quiero. Ahora que he conocido a Ernesto y me ha salvado de las manos del cruento. Por eso no quiero perderlo y me aferro a su cuello con desespero. Quizás lo esté ahogando y se sienta obligado, o es que haya ido tan lejos que ahora no sabe salir de este entramado. Así que se lo pondré lo más fácil posible. No me gusta obligar a nadie a quererme. Mañana pienso escribirle otra carta diciéndole que antes me gustaría conocerlo, darle un beso y hasta luego…

jueves, 19 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.-14º (REDES CAMUFLADAS)




Si, había llegado el momento de enfrentarme a la realidad. No podía seguir de esta manera con Ernesto y aunque jamás le había mentido, si que le había ocultado una verdad. Realmente no tenía por qué revelársela, puesto que no éramos pareja, ni tampoco vivíamos juntos. Nuestros caminos se habían cruzado al azar y una cosa trajo otra, pero el problema era que yo sentía cuánto lo quería. En una palabra, me había enamorado de él a través de Internet. Algunos comentaristas se preguntaban cómo era posible amar en éstas circunstancias, francamente no lo sé, es más, hasta ahora siempre lo había puesto en duda, y cuando veía algún programa televisivo con parejas de casados que se habían conocido por medios de las redes sociales, ni me lo creía. No comprendía como era posible que dos desconocidos pudieran unir sus vidas para siempre, donde apenas las palabras tenían cabida. El lenguaje natural era una serie de signos y emoticones. Me negaba a ello. No podía admitir que el futuro de nuestros nietos fuera tan frío. Aquí en los foros, sea cual sea la plataforma de la cual se comente y se opine, las letras no existen. Tan sólo un par de frases frías, mal escritas y sin acabar. Había que hacer algo y rápido por que si no, Internet nos comería vivos. Parecía que volvíamos a los tiempos prehistóricos, donde los cavernícolas dejaron sus huellas en las cuevas. Entonces era lo más normal, pero ahora, no. Tantos adelantos para quedarnos sin palabras y lo peor, sin saber su significado. Me sobrepasaba. Entonces urdí un plan. Quise transmitir sentimientos. Todos los sentimientos que en el alma tenemos. Los malos y buenos pensamientos. Las virtudes y los defectos. Tenía que insuflar aliento a las letras para que los internautas sintieran en vivo y en directo su verdadero significado. Para eso tuve que mezclar todas las palabras que pudiera entrelazar una historia de amor entre un hombre y una mujer, donde la fuerza de la pasión imperase de tal manera, que los internautas se inmiscuyeran en la historia que iba devanando, como si ellos mismo fueran los protagonistas. Quería que sintieran en sus propias carnes cada situación y dejar en ridículo a las redes sociales, demostrando de esa manera que ellas por sí solas, jamás podrían superar la mente humana. Si nos dejáramos arrastrar por ellas, la gente iría por la calle con una yema de huevo pintada sobre sus rostros, y dependiendo del estado de ánimo así sería, ¡no lo podía permitir! Seres caminando con caras de emoticones. Los chicos ya no les podrían decir a las chicas cuánto les gustaban, tan sólo likar con el pulgar hacia arriba, ¡qué horror! Desaparecerían los idiomas. Sería como si los móviles llamaran abuelos a nuestros teléfonos antiguos. Había que ponerse las pilas y rápido. Cogí una coctelera y mezclé todos los verbos, los adjetivos y los sustantivos. Los agité con rabia y desenfreno. Estaba furiosa perdida y llenita de odio. Me estaban matando los celos esos que se tienen cuando se ama con pasión y deseo. Creo que no me dejé nada en el tintero. Después lo abrí sonriendo y derramé todos mis sentimientos, y como un puzzle fui ordenando cada relato con el hombre de mis sueños, cuando de repente apareció mi Ernesto. Quería escribir una historia de amor entre un hombre y una mujer, y Ernesto fue el primer nombre que me vino a la cabeza recordando la novela de Oscar Wilde, no sé por qué... Debe ser de tanto leer y me imagino las cosas dándole vida y forma con la fuerza del pensamiento. Por eso no paraba de dar vueltas a la cabeza y retomando el hilo de mi novela, me preguntaba el por qué la señora Z tenía celos de mí. Me parecía muy sospechoso, sobre todo cuando Ernesto me comentó que seguía mis relatos con muchísima atención. Algo no me cuadraba. Me ponía en su lugar y siempre llagaba a la misma conclusión. Tuvo que ser él quien se lo dio a entender, y ¿dónde se revelan estos secretitos? Entre sábanas. Lo tenía clarísimo, si no, porqué me seguía si yo no la tenía en mi lista de contacto. ¿Cómo pudo llegar hasta mí? Al momento me di cuenta de que estaban liados, ¡lo sabía! Él mismo se había descubierto al contarme que habían sido amigos, y si eran amigos nada más, no sé por qué tendría que sospechar que Ernesto y yo teníamos una relación. Seguía siendo muy sospechoso. Todos mis contactos sabían la historia que me había inventado. Nadie pensó jamás que él y yo éramos amantes virtuales, entre comillas. Era pura ficción. Así que tuvo que decírselo él. Además que cuando le pregunté por ella me dijo que estaba esperando el divorcio, ¡blanco y en botella! ¡Lo descubrí al momento! Más clarito imposible. O sea que lo más seguro era que él mismo le contara lo nuestro para que ella se pusiera las pilas, se separara de su maridín y se fuera a vivir con él. ¡Me entraron las mil cosas! ¡Otra vez los malditos celos! Lo siento, no me fiaba de él ni un pelo, y aunque me juró que entre ellos no había nada, la espada de Damocles pendía sobre mi cabeza en un fino hilo, además que cuando me puse a investigar sobre la señora Z, me di cuenta de que había una foto, donde Ernesto, en su perfil tenía un adorno relacionado con esa fotografía, ¡no se me escapa una! ¡Las cazo al vuelo! Me sentí abrumada. No sabía ya ni por donde tirar, ni qué hacer. El caso es que no me podía quitar a Ernesto de la cabeza ni un instante. ¡Todo el dichoso día persiguiéndome como una sombra! Parecía como si su halo envolviera la silueta de mi cuerpo. Deben ser las redes sociales éstas tan poderosas que te enredan de tal manera que una se queda trastocada de por vida. Yo no quería ceder a los tejemanejes de los comentaristas que no paraban de lanzarme cada vez más información de mentiras y abusos. Quise que todos los internautas supieran cuánto quería a Ernesto. Cómo me había enamorado de una persona que no tenía ni cuerpo, ni peso, tan sólo las palabras que cada día me dedicaba. Eso era lo que daba aliento a mi vida. Una vida algo deteriorada. Quizás fui víctima de las circunstancias de mi generación, no lo sé, pero aún así tenía que contarle todo mi sentir, revelándole secretos inconfesables que hasta ahora nunca me había atrevido a decir a nadie. Puede ser que me avergonzara o que tuviera miedo a perderle, ¡me aterraba! Por nada del mundo quería que Ernesto me dejara, pero aún así, algo en mi interior me decía, Avanti. Se lo conté todo. No me quedé ni una letra dentro del alma. Me descarné enterita despellejando con pelos y señales cada momento de mi vida antes de conocerlo. Ya se lo dije en el primer encuentro, que había sido mi salvavidas. No se dio cuenta de nada, y yo seguí chateando por pura diversión. Después ocurrió el milagro. El milagro que estaba esperando desde hacía tiempo, y el destino lo puso en el camino. Yo no lo busqué por ninguna parte. No sabía ni quien era, ni siquiera que existía. Dios lo puso delante de mi y cuando lo conocí un poco a través de Internet, me enamoré locamente de su personalidad. De su corazón. De su espíritu endiabladamente jovial. Ahora lo quiero, lo necesito y lo deseo. Quiero tenerlo en mis brazos y que me mire a los ojos, que me hable bonito y que me mime un poco. Quiero saborear sus besos, sus caricias. Necesito tenerlo urgentemente a mi lado. Quiero hacer el amor con él. Lo quiero tanto que me duele hasta quererlo. No se merece que le esconda nada. No me importaba que lo supiera. Ya no tenía miedo. Necesitaba desnudar mi alma. Parecía que había llegado ya el momento de liberarme de ésta pesada carga que llevaba yo solita. Decidí escribirle un enorme mensaje por privado. No quería que nadie más lo supiera. Sólo nosotros dos. Era una conversación larga y extensa llenita de situaciones pecaminosas, donde una pareja de amantes se abrazaban a escondidas y en todos los lugares estrambóticos que la mente humana pudiera imaginar. Se veían de noche, de día, por la tarde. No desperdiciaban ni un momento en el que se pudieran encontrar. No se cansaban nunca de quererse. Estaban locos de amor, y a pesar que continuamente querían dejarlo, no podían. Era inútil todo esfuerzo que hicieron por no verse. Imposible. Estaban atados por una fuerza antinatural, parecía como si estuvieran poseídos. Ejercían un poder misterioso el uno sobre el otro, que con palabras no se pueden explicar. Se necesitaban mutuamente y no podían estar más de tres días sin verse, punto y final.- Le di a enviar. No había vuelta atrás. Tardó unos minutos en contestarme que me parecieron horas, donde con cuatro palabras y media, se traslucía un pequeño amago de comprensión y algo de tolerancia, de paso me dice que estaba en la entrada del cine para ver una película, amén. Rápidamente le contesté agradeciéndole lo buena persona que era añadiéndole unas palabras, no sé si para justificarme o para que me perdonara.- Ernesto, ya sabes más de mí que yo de ti, y cuánto te quiero, por favor te ruego que no lo divulgues cariño mío, porque es un secreto imperdonable. Mi vida, te cruzaste en mi camino, ojala no te hubiera conocido nunca porque es demasiado tarde para unir nuestro destino...




martes, 17 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.-13º (SOLICITUDES SOSPECHOSAS)




Estaba loquita de contenta, me encontraba tan feliz que no paraba de cantar y bailar lo mismo que cuando tenía quince años. Estaba viviendo una verdadera historia de amor, la historia que yo misma me había inventado. Duró menos que canta un gallo. Estuve toda la noche deseando que llegara el día para ver qué me había dejado mi amado. Cada vez que abría la ventana del ordenador, allí que aparecía una flor o una bella fotografía donde los personajes casi siempre era una pareja abrazada. Estaba dispuesta a decirle cuánto lo quería, cuando en lo alto apareció una solicitud de amistad. Últimamente estaba siendo muy requerida por señoras extranjeras. Durante unos días me bombardearon con solicitudes amistosas a las cuales aceptaba sin remisión. No pertenecían a mi ámbito social, ni a mis grupos de caballas, ni al de los deportistas. Lo que más me extrañaba era que todas tenían un amigo en común. Ernesto. Me resultaba muy sospechoso. Ya hacía un par de semanas que lo estaba observando pero no le di importancia hasta ese día, no sé por qué pero me mosqueó bastante. Aún así me fui a andar. Hacía un domingo espléndido de sol. No me pude quitar a esa mujer de la cabeza en toda la santa mañana, porque lo mío no era unas mosca tras la oreja, era un tábano. Estaba deseando volver para averiguar quién era y qué tenía que ver Ernesto en todo esto, porque rebobinando unos días atrás, caí en la cuenta de que eran las mismas que likaban un me gusta, cuando Ernesto colgaba algunas frases ingeniosas de famosos filósofos, o bellas fotografías de ciudades de España. Seguía siendo muy sospechoso. Empecé a investigar por mi cuenta y cada vez me gustaba menos. Estaba clarísimo. Ernesto no es que fuera un mariposón, no. Era un don Juan que es aún peor. Peor que un buitre, o un casanova. Que se te cruce un Don Juan en la vida es lo peor que le puede ocurrir a las mujeres que siguen soñando con príncipes encantados. Son terroríficos y demoledores. Éstos acaban con las plagas de sueños románticos. Son unos verdaderos asesinos de mentes llenas de pájaros. Se limitan a coger su escopeta y no dejan ni uno vivo. No estaba dispuesta a que matara mis pajaritos. Yo tenía un millón volando por mi mente infantil, los había heredado de mi madre, y mi madre para mí era sagrada. No lo pensaba permitir. A la izquierda de mi ordenador estaba Ernesto con el semáforo en verde. Yo no quería preguntarle nada. Siempre he pensado que una mujer tenía que darse a valer no demostrando tanto interés por un hombre. Así me he tirado buena parte de mi vida, haciendo todo lo contrario de mi verdadera manera de ser, como si mostrarse tal cual fuera algo deshonroso y queda una como más interesante, ¡menuda estupidez! Mandé a freír espárragos todo enjuiciamiento. Ernesto seguía conectado. No lo pensé un instante. Fui al grano y a bocajarro le lancé la pregunta sobre dichas señoras. Al momento me pidió sus nombres.- X y Z.- Le respondí. Haciéndose el tonto me contestó que eran amigas suyas.- ¿Qué tienen que ver conmigo? ¿Por qué ese interés hacia mi persona? - Lo pillé desprevenido. Me contó una historia para no dormir sobre X.- ¿Y Z?- Z y él eran amigos desde hacía más de veinte años.- Como antes me dijo que X vivía en la otra punta del mapa, me quedé más tranquila, pero cuando me dijo que Z vivía a una hora de su casa, la verdad, me reboté bastante, ¡madre mía lo que me entró por el cuerpo! ¡Todos los demonios del firmamento! Dios mío, otra vez me dio por comerme el coco. Reconozco que soy una mujer muy débil. Estoy llena de flaquezas. No sirvo para esta realidad donde prima tanta mentira y falsedad. Dicen las malas lenguas que en las redes sociales abundan hombres que abusan de niñas, y aunque yo hacía muchísimo tiempo que dejé atrás la niñez, en cosas del corazón me quedé allá, muy lejos… Al momento le mandé un mensaje.- Ernesto, perdóname corazón mío, pero no quiero sufrir más, lo siento, así que te dejo el campo libre.- Al momento recibí su contestación.- Como quieras, no me das otra opción y tampoco me dejas que te explique. No quiero insistir ni forzar nada. Eres tu la que has decidido romper y yo me siento impotente porque no puedo hacer nada.- Rápidamente le escribí rabiosa.- Vamos Ernesto, que ya soy muy mayorcita y no me creo para nada que no te acuestes con ella y eso me rebota bastante ¿sabes? - Como siempre, me contestó con doble intención. Es muy listo, sabe mucho y continuamente me estaba poniendo a prueba, como para saber hasta dónde podía llegar yo.- Puedes pensar lo que quieras, pero te equivocas. ¿Y por qué he de acostarme con ella?- Lo que yo decía, otra cosa no tendré pero las cazo al vuelo, éste es un Don Juan, pero lo que no sabía él era que yo no estaba dispuesta a ser su doña Inés, ¡hasta ahí podríamos llegar! Y ésta fue mi reacción, ya que quería saber, lo dejé boquiabierto.- ¡Porque estás vivo tío! Tienes que tener necesidades sexuales o ¿No? Además que yo lo haría y punto. Me daría un buen revolcón si estuviera en tu situación, ¡solo! ¿Te enteras? Me pongo en tu lugar y aunque hubiera roto con mi pareja y somos buenos amigos, de vez en cuando tendríamos una cita. No pasa nada. Hoy en día es muy normal. A ver si te has creído que una persona es de hielo. Todos los órganos del cuerpo tienen su misión, o es que te crees que el floripondio está ahí tan sólo para hacer pis, ¡jolines!- No lo pude remediar. Reconozco que me pasé un rato en mi contestación. Estaba rabiosa perdida. Había llegado a un punto de mi vida que no me cortaba un pelo ante nada, ni con nadie. Se acabaron para mí todas las trabas burocráticas. Me daba igual lo que pensara. Esto era lo que había y así era yo. No pensaba ocultar nunca más mi verdadera personalidad, además me gustaba, me quería y me encontraba feliz y contenta. Demasiado tiempo estuve haciendo el papel de una mujer ajena a mí, sin expresar mis verdaderos sentimientos, y todo por quedar como una dama. Tiré por la borda a la dama y salvé a la auténtica mujer que había en mí. Ernesto se quedó patidifuso. No se esperaba esta sarta de metralla.- Jajajá, ¡menuda mujer! Pero bueno, no me gusta forzar a nadie a hacer lo que no quiere. Tú decides lo que vas a hacer y yo lo respetaré, ¿qué te puedo decir? - ¡Que me quieres, que no estás con ella y que te mueres por mis huesos! – La historia con ella ya se acabó. Daría cualquier cosa por poder demostrarte lo que siento. Las ganas que tengo de ti.- Caí rendida a sus pies. Me dejó caos, no lo puedo remediar. Otra vez lo volvió a hacer. Sus últimas palabras me fulminaron. Al momento nos enviamos varias fotos donde los besos y abrazos se retorcían como verdaderos amantes. Éramos como dos niños intercambiando nuestros cromos. Esa noche dormí como una bendita. Al otro día me fui a comprar los regalos para mis hijos y mis nietos. Ya mismo llegaba la Navidad y no quería demorarlo más. Apenas pude conectarme con Ernesto en todo el día. Lo había echado mucho de menos. Era ya casi de noche cuando lo saludé. Se desconectó. Ni siquiera me dijo un te quiero. Me puse muy triste. No sé por qué el día de antes se mostró tan cariñoso y hoy tan frío. No entiendo éstos altibajos. Me descontrolan y me hacen pensar mal. Las redes sociales estaban colapsadas. Los internautas no paraban de hacer comentarios jocosos sobre nuestra relación. Me dediqué a eliminar a todas las mujeres que antes había aceptado. Bloqueé a las que pudieran tener acceso a mí. Ernesto seguía sin aparecer. No sabía ni qué pensar. Quizás estaba enfadado conmigo por no haber contactado con él en todo el día. Me hacía mil reproches. Empecé a recibir información por parte de gente que no sabía ni que existían, comentándome que tuviera cuidado con Ernesto. Algunas mujeres dejaron caer en las redes que ese tal Ernesto se chateaba de madrugada con una mujer y sus conversaciones dejaban mucho que desear. Había comentarios de todo tipo. Me acosté muy triste, con ganas de llorar. No pude conciliar el sueño. Me abatí entre dudas. De nuevo me puse en posición fetal. Cerré mis ojos buscando el rostro de mi amado en una fotografía que había colgado al principio de nuestro encuentro en Internet. Me encantaba esa foto, donde aparecía mucho más joven y coqueteaba con la cámara. Tenía una expresión en los ojos de juegos libidinosos y en la sonrisa aparecía un millón de picardía. Me aferré a esa foto hasta que conseguí que se girara hacia mí y me viera el rostro. Me eché a su lado y acerqué mis labios a su cuello, susurrándole palabras íntimas y secretas que tan sólo se dicen cuando una está muy enamorada. Acaricié cada recoveco de la fina piel de su oreja hasta que se me ahogaron las palabras. Fui dando órdenes aterciopelando cada sentido de su cuerpo, allanando el camino a seguir. Tenía manos de pianista. El mejor pianista con dedos ágiles y sabios sobre el teclado. Se desorbitaron todas las letras de móviles y ordenadores, menos la G, que se hizo con el mando desde los bajos, dirigiendo la orquesta con la batuta en sus manos. Las trompetas se alzaron dejando caer sus resoplidos al libre albedrío del avatar. Las cantantes del coro gritaron Aleluya, Aleluya en un grito de libertad, mientras yo, seguía arqueándome de manera que pudieran verme desde todos los puntos de éste gran escenario imaginario, cuando, de repente, el pianista arremetió con furia sobre el teclado y en todas la redes sociales se pudo oír: Loco, loco, locooo… Era la canción de Pablo Alborán... Mi canción, la que tanto me gustaba y que no me cansaba de oír… Los internautas se trastornaron sin saber qué quería decir eso. A qué venía tanto concierto, estaban anonadados. No sabían ni qué decir, ni qué pensar de ésta orquesta descomunal. Durante un buen tiempo, los creadores de los correos electrónicos se liaron a buscar a los intérpretes de tan extraña situación. Los comentaristas estaban desconcertados, no sabían a qué atenerse, nadie sabía nada. Quizás unos de los personajes de la novela “Los Hermanos Kamarazov” de Fiódor Dostoyevsky, del mismo nombre y amigo mío, se haya percatado que todo éste engranaje es el umbral de los avatares. Poco a poco las teclas empezaron a funcionar con normalidad. De nuevo la imaginación volvió a traspasar los límites de la realidad, transportándome al momento de la verdad, si aquella verdad que yo escondía y que todavía Ernesto desconocía…

domingo, 15 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.-12º (DUDAS RAZONABLES)





Antes de quedar con mi ex, había puesto un sonido musical en mi móvil de lo más alto que pude, además de feísimo. Estaba haciendo tiempo esperando que Ernesto llamara para impedirme el encuentro, así que cuando empezó a sonar escandalosamente esa trompeta: Tararí, ti, ti, ti… Quinto levanta tira de la manta… Di saltos de alegría buscando el móvil en mi bolso. ¡Bingo! Me puse nerviosita por que no daba con él, mientras mi ex trataba por todos los medios de que lo apagara. El móvil seguía sonando cada vez más fuerte. No veía ni un burro a tres pasos. A lo lejos se oyó un sonido de cuando quieren pedir silencio con un dedo en los labios. Cada vez sonaba más fuerte. Varias sombras de cabezas asomaron entre matorrales. Después los ladridos de un perro. Eran desesperante oír las trompetas al viento con el tararí, tararí ti, ti... Mi ex estaba cada vez más enfadado. Salí pitando de allí la mar de contenta. Francamente lo dejé con el culo al aire... nunca mejor dicho. A la luz de una farola conseguí coger el móvil y cuando me lo puse en la oreja dejó de sonar. Automáticamente miré en la llamada perdida. Desconocido. ¡Qué rabia! ¿Quién sería? Estaba segura de que era Ernesto, me lo decía el corazón. Una alegría me invadió por dentro. Me quiere, me quiere. Estaba segura de que me quería y me había llamado para impedir el encuentro. Menos mal. Al momento apareció mi ex al lado, me enlazó por la cintura apretándome hacia él. Nos sentamos en un banco. Me atrajo para besarme. Se lo impedí. Lo miré a los ojos y como no era tonto, se levantó.- Lo siento, lo siento, pero no puedo, perdóname, por favor perdóname.- Sin hablar me acompañó hasta mi casa y le dije adiós. Cuando llegué pensé que Ernesto me habría dejado algún mensaje en el Face. Nada, la bandeja de entrada estaba vacía. Tampoco me volvió a llamar. Todos los internautas estaban enviándose mensajes relacionados con el famoso encuentro. Querían saber qué era lo que había ocurrido en el parque. Estuve toda una semana sin tener noticias de él. Me sentía muy triste, hasta con ganas de llorar. Las lágrimas las tenía a flor de piel. Estaba continuamente lamentándome. Si yo hubiera sabido que su silencio me iba a doler tanto, jamás me habría ido con mi ex al parque. No sé por qué se me ocurrió mandar a mis avatares a que lo divulgaran por todas las redes sociales, ¡qué arrepentida estaba! Fui tan tonta que pensé que al saberlo Ernesto, lo hubiera hecho mi dueño. No sé por qué éste afán de que fuera mío y de nadie más, ¡qué estupidez cometí! Me dejé llevar por la ira, por los demonios que me desataron la lengua ésta venenosa que tengo, ¡jolines! Yo quería que sintiera el mismo dolor que sentí cuando me hablaron de ella. Claro que por otro lado, si no daba señales de vida es que estaba muy dolido. Ya no sabía ni qué hacer. Me tiré tres noches sin pegar ojo. Continuamente pensaba en él. No me lo podía quitar de la cabeza. Era como si me hubiera embrujado. No podía comprender cómo me había enamorado de sus frases. De una voz. De una persona invisible que ni siquiera sabía como era su rostro, pero me gustaba su manera de ser. Su gran personalidad. Es muy culto. Tiene inquietudes, además leía y eso para mí es una de las cosas que más me atrae de un hombre. También es muy romántico, quizás un poco bohemio, ¡me encanta! ¡Dios mío de mi vida! Me decía que a lo mejor se me estaba yendo la cabeza por que no era normal ese sentimiento que yo tenía. ¡Hasta hablaba sol! Si yo fuera él y él yo, no sabría cómo pedirle perdón… Si yo fuera él y él yo, no estaría ni un solo día sin oír su voz… Si yo fuera él y él yo, no tendría paz en la vida tan sólo el rencor…Si yo fuera él y él yo, nunca olvidaría cuánto lo quería y lloraría por los dos…Al final abrí mi ordenador dispuesta a chatear con Ernesto, no lo quería perder por nada del mundo. La verdad es que si me hubiera pillado más jovencita no lo hubiera hecho nunca, ya se sabe, esas tonterías que se tiene cuando una está llena de complejos y orgullos tontos. Hacía tiempo que mandé todas esas nimiedades a la porra frita. Pasaba de prejuicios, además, ¿qué me podía decir? Que me olvidara, pues bueno, ¿y qué? Soy demasiado mayor para estar comiéndome la cabeza, así que ni corta ni perezosa, puse manos al asunto. Tan sólo quería saber si estaba enfadado conmigo. Los internautas estaban con las antenas puestas. Miles de comentarios se intercambiaron por las redes sociales cuando le lancé la pregunta. Como siempre me contesto con la otra, o sea la misma. Ernesto es muy listo, siempre está a la defensiva. Divagando me dijo que no le había dado motivo y que no me empeñara en pensar que estaba enfadado. ¡Encima orgulloso! ¡Por Dios! ¿Qué se habrá creído? Quizás se piense que soy tonta. El caso es que después de varios cruces de frases ambiguas me mandó éste directo mensaje.- Otra vez elucubrando. No me estoy haciendo el duro, simplemente estoy un poco atareado haciendo planes para Navidad y recorriendo tiendas para ir comprando los Reyes para mis nietos. Así que no te atormentes mi niña. Te confieso que a lo largo de mi vida he tenido la suerte de conocer y amar a muchas mujeres. Pero tengo una asignatura pendiente... Amar a una paisana mía... Y mira por donde apareciste tú. Es la meta que me he fijado... Amarte sin límites hasta la locura...Quiero vivir contigo esa aventura. Llámala como quieras. Una aventura romántica...de amantes a escondidas o una aventura de sexo desenfrenado...hasta que nuestros cuerpos queden inertes de tanto esfuerzo... Mi vida no sabría decir con cual de ellas quedarme, todas son interesantes.- Me quedé patidifusa. No me lo esperaba, ¡madre mía! ¡Qué subidón para éste cuerpo serrano! No sabía si reír o llorar pero estaba que no cabía en mí de alegría…

sábado, 14 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.-11º (ESPIONAJE TRAS LA RED)




Si, me pilló desprevenida. No esperaba que Ernesto se sintiera verdaderamente atraído por mí hasta el punto de querer pasar el resto de su vida a mi lado. Francamente, no me lo podía creer del todo. Lo que en un principio empezó como un juego entre dos personajes de ficción, poco a poco fue cobrando fuerza de tal manera, que ya no sabía distinguir la fantasía de la realidad. Yo misma me estaba engañando y enredando en un mundo de ensueño, sumergiéndome en aventuras fantásticas y llenas de pasión que me hacían latir el corazón de nuevo, renaciendo de todas esas heridas que, desde muy jovencita, había sufrido por el amor de un chico que me dejó… Si, mi primer amor. Aquél que duele más que ninguno, y donde todos los sentimientos se engrandecen. Me abandonó por otra dejándome una herida mortal. Yo ya conocía ese sufrimiento y cómo dolía. Entonces tenía catorce años. Era pura y sincera. Pasé un verdadero calvario. Tenía la sensibilidad a flor de piel y cualquier desaire me dolía en lo más profundo de mi alma, además era muy celosa. Tenía unos celos tremendos, y cuando veía que alguna niñata flirteaba con mi chico, le cogía una manía horrorosa, ¡vamos que la odiaba con todas las fuerzas de mi corazón! Al final cuando me dejó hecha una piltrafa, me invadió una desolación que no se la deseo ni a mi peor enemiga, ¡lo pasé fatal! Bueno, bueno, si yo os contara… Estaba llena de tristeza. Daba penita verme. Me quedé canija perdida, flaca, flaca. Menos mal que el tiempo todo lo cura y la herida que tenía cicatrizó. Por eso ahora estaba viviendo el sueño de mi vida pensando que Ernesto era lo mejor que se me había cruzado en el camino. Los dos estábamos de vueltas de malas experiencias en ese sentido, y por eso me entregué a él en alma y cuerpo. Bueno, en cuerpo imaginario, pues aún tenía viva la escena de nuestros besos y abrazos, cuando fuimos a San Amaron, incluso conservo unos cuantos cardenales de los revolcones que nos dimos entre los pinares del Hacho. Era tan real el sentimiento de mi avatar, que poco a poco se fue transformando en algo maravilloso, haciendo el día a día una aventura irresistible. Sin darme cuenta le di aliento a las palabras que brotaban de mi alma como si fuera pura magia. Estaba sumergida en una dinámica donde el romance era lo único que me guiaba a seguir chateando con él. Nunca pensé traspasar los límites de la línea que separa la fantasía de la realidad. Lo que pasó es que al final me enamoré de verdad y estaba viviendo mi propia historia de una manera fantástica. Así que de una vez por todas, decidí enfrentarme a mis miedos y me puse a escribir una larga carta. Estaba dispuesta a contarle la realidad de las cosas, poniéndolo en antecedentes. Quería sincerarme con él. No hago más que empezar, cuando aparece un comentario en la parte baja y a la izquierda de mi ordenador, alertándome que había otra internauta chateándose con él y que Ernesto me estaba utilizando como comodín. Por un momento pensé que no era para mí. Al minuto siguiente recibí un mensaje anónimo advirtiéndome que seguían liados. Después otro y otro más. Me quedé blanca. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo abriéndome aquella cicatriz. La que yo creía que estaba cerrada. Volví a sentir el mismo dolor del desamor. Todas las teclas de mi ordenador empezaron a echar chispas y los avatares reaccionaron inmediatamente buscando a espías y chivatos. Las redes sociales estaban llenitas de intrusos merodeando por mentes libidinosas. Los buitres acechaban desde lo más alto, siempre oteando en busca de carnaza. Estaba fuera de mí. Eliminé una a una todas las letras de mi carta. Me enfurecí de tal manera que lo único que quería era vengarme. ¡Tonta, más que tonta! Me decía chillando como una loca. ¡Nunca vas a aprender a ser una mujer adulta! ¡Jolines que ya era una abuela, por Dios! En menos de un minuto urdí un plan terrorífico. Estaba llena de odio. Sólo pensaba en vengarme de Ernesto de la manera más cruel que sentía en ese momento. Yo sabía que era un mariposón pero al mismo tiempo, un posesivo machista, además de un celoso empedernido. Lo que quería para él, que no lo tocara nadie. A esta altura de nuestras conversaciones, ya me lo había calado y lo que no sabía era que yo, en el tema sexual, pensaba como un hombre, o sea, éramos iguales. Nada de que los tíos pueden enrollarse con todas y las mujercitas mutis por el foro, ¡de eso nada monada! Pero, ¿qué se han creído algunos tíos? Me daba una rabia, ¡madre mía, el coraje que tenía dentro del cuerpo! Además, poseía unos mecanismos de defensas tremendos. Ernesto no daba un paso en falso y todo lo que soltaba por esa boquita tenía una doble intención. Estaba continuamente alerta ante cualquier adversidad. Jamás se le pillaría desprevenido. Era como una fortaleza, a la vez, que guardián de la mazmorra. Lo que no sabía era que una mujer vehemente y espontánea como yo, iba a derribar tales puertas de acero, con los sentimientos del corazón abierto. No lo pensé ni un instante. Le mandé un mensaje por privado a mi antiguo amante. Si, al jovencito ése que se encaprichó de mí hacía unos años. Ése, con el cual estuve tonteando por purita curiosidad. Ése, al que yo le sacaba casi veinte años. Ése que yo misma dejé tirado como un perro. Ése que estuvo babeando por mí como un carnero degollado. Ahora tenía cuarenta y dos años. Era todo un tío cachas, buenorro y guapetón, ¡vamos que tenía un buen revolcón! Estaba en plena forma. No es que me hiciera mucho tilín, no, ya se sabe que una a esta altura de la vida se fija en otras cualidades personales y no físicas. La mayoría de las mujeres no cumplimos años tan sólo para tener arrugas, carnes mal repartidas y todo lo que conlleva el ritmo natural del tiempo al envejecer, sino que somos muy selectivas a la hora de echar alas al viento. Elegí a mi antiguo ex para darle en las narices a Ernesto. Yo sabía que con sólo chasquear los dedos, lo tendría a mis pies como si fuera un esclavo, por eso y nada más que por eso lo elegí, sabiendo de antemano la ira que iba a despertar a Ernesto, además ya le había hablado en cierta ocasión de éste muchacho. No hay nada peor que una mujer despechada, ¡qué mala malísima! No tardó ni un segundo en contestarme. Reconozco que abusé del poder que ejercía sobre mi ex. Total que le dejé bien clarito que lo único que quería con él en esos momentos era puro sexo, puro y duro. No quería que se hiciera ilusiones conmigo, por que ya se sabe como son algunos tíos, que les da la mano y te cogen la pierna. Y a éste le encantaba estar conmigo desde el primer día que lo engatusé con mis artimañas de mujer. Claro que no quiero adelantar los acontecimientos del por qué me enrollé con él en un momento clave de mi vida, eso lo iré desgranando según la circunstancias de la historia. Total que quedamos por la tarde noche, más bien noche. Mis avatares ya estaban dando información a lo largo y ancho de todas las redes sociales. A uno le colgué unas letras en mayúsculas que hasta el más tonto de los humanos podría descifrar, en el cual ponía: Ahora sabréis lo que es un verdadero grito de Tarzán. Rápidamente envié un avatar a Internet diciendo que iba a ver un encuentro salvaje entre dos ex amantes, y que no le iba a gustar a uno nada cuando se supiera quien era la dama. De repente me encontré paseando tranquilamente por el centro de la ciudad con mi ex, poniéndonos al día de nuestro devenir, ya se sabe, lo típico. Él quería llevarme a su piso lo antes posible, pero a lo tonto a lo tonto, nos encontramos en medio de un gran parque que estaba más oscuro que boca de lobo. Encaminé mis pasos hacia un enorme árbol y lo empujé hacia él lentamente. Estaba haciendo tiempo para ver si algún avatar le había soplado a Ernesto mi encuentro, y antes de que se diera cuenta me arrodillé a sus pies y les puedo asegurar que no tenía intención de pedirle perdón ni rezar una oración, cuando de repente mi móvil empezó a sonar escandalosamente…

viernes, 13 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.- 10º (DUELOS DE FRASES)





Me encontraba en un mar de dudas. No sabía qué hacer ante tantos comentarios, sobre todo desde que una señora me escribió en privado, que a ella la habían dejado tirada y encima sin avisar. Y eso era lo que más temía que me hiciera Ernesto, así que decidí enviarle un mensaje acerca de mis dudas para que me diera su opinión, a lo cual me dijo que pensaba lo mismo que esa mujer, añadiendo además, que había un gran abanico de alimañas en las redes sociales que se alimentaban de las incautas. No sé por qué me dio mala espina y ni corta ni perezosa, le rogué que me diera una razón convincente para ser el único y verdadero hombre de mis sueños. No volvió a escribirme. Todavía lo estoy esperando. ¡Dios mío, me ha engañado! Me sentía utilizada. Ahora me doy cuenta de la cantidad de insectos que pululan por las redes sociales. Son unos chupas sangres. Aún así, yo seguía confiando en él. No sé por qué pero pensaba que tenía un motivo de peso para no decirme nada. Es muy listo. Me estaba poniendo a prueba. Creo que espera mi reacción. A estas alturas de nuestra historia ya parece que lo estoy conociendo un poco. No sé por qué, pero tenía la sensación de que me estaba echando un pulso. Un pulso al amor. Así que si quería jugar conmigo al gato y al ratón se iba a enterar bien quién era quién. De repente me sentí como una gata salvaje, y si éste quería un duelo de frases, aquí estaba yo dispuesta a jugarme la honra. No pensaba ponérselo fácil, pues si él en su momento, se atrevió a escribirme aquellas ardientes palabras, haciendo alarde de tío machote, ahora se iba a dar cuenta de lo que vale una mujer madura, y que no se corta un pelo a la hora de decir todo lo que se le apetezca. Me quedé tan pancha, más a gusto que un marrano en un charco. Un silencio sepulcral se adueñó de Internet. Los internautas que estaban chateando pararon de teclear. La expectación era total. La gente se preguntaba qué era lo que iba a escribir esta señora. Se suponía que era una decente y recatada mujer de su casa, ¡claro que lo soy! pero lo que es, es y punto. En una palabra, que estoy viva, y no estaba dispuesta a perder al hombre de mis sueños. A esta altura de mi vida paso un poco, ¡qué digo poco! ¡Paso mucho de dimes y diretes! Que luego cuando me dejen en la cajita, a nadie se le va a ocurrir hacerme compañía, así que a lo mío. Yo sabía que estaban todos los avatares enredándose entre los internautas, dando información por todas las redes sociales, y los comentaristas estaban al loro, así que le mandé unas cuantas estrofas que lo iba a dejar caos.- Quisiera pasar tan sólo una noche entera contigo, y susurrarte al oído las frases más frescas ardientes y bellas que salgan de mi cabeza, recorrer tu cuerpo todo entero con mis labios… desde los pies hasta tu boca… pero antes quisiera, sentarme sobre tu vientre, bailando un tango lentamente… despacio, muy despacio para que sintieras cada movimiento de mis caderas, y supieras cómo te deseo, y de qué manera… ¡y ahora piensas lo que quieras ja, ja, ja…! – Lo dejé caos. Los puntos suspendidos eran como insinuantes. ¡Ay qué risa tengo! ¡Éste se creía muy listo! Y lo que no sabe es que está perdido. Me decía para mis adentros, completamente convencida. Estaba segura de que se estaba haciendo el importante, por que seguía como si yo no existiera, ¡qué enterado es! Me estaba poniendo de los nervios. ¿Qué se habrá creído? ¿Qué no me doy cuenta de todo? ¡Qué risa me da! A lo mejor le era indiferente, no, no me creía para nada que le fuera indiferente, ¡claro que no! ¡Lo tenía pillado! Estaba segura de que cuando leyera mi mensaje, ya no podría vivir sin mí, lo que pasaba es que me tenía miedo. ¡Sí, sí! Mucho miedo. Pero yo sé que era mi esclavo, ¡vaya si lo sé! Ernesto no quería reconocerlo porque seguía teniendo mucho miedo. La verdad es que hasta yo misma me estaba creyendo lo que pensaba, no sé si para conformarme, o para darle fuerza a su amor. Me estaba hartando tanto mutismos, ¡jolines! Me daban ganas de mandarlo a paseo, ¡vamos! De escribirle poniéndolo de vuelta y media, así que ni lo pensé y le envié éste mensaje.- ¡Todavía estoy esperando tu contestación! – Nada. Mudo. Parecía que se lo había comido la tierra.- Le escribí otro.- ¿Se puede saber qué te ocurre? – Me contestó con tres palabras.- No te creo.- Vaya, ya era hora. Lo sabía. Sabía que no se podía creer que yo me pudiera enamorar de él. Quizás es que no se gustaba ante el espejo, y jamás pensaría que una mujer como yo de buen aspecto, querría estar con él en la cama. Ernesto no se daba cuenta de que a mi lo único que me enamoraba era el carácter y no la imagen, claro que me gustan los hombres guapos, no lo voy a negar, pero francamente es que ya había llegado a un punto de que pasaba de esas tonterías. Antes me gustaban todos. Los rubios, los morenos, pero aparte de eso es que quería estar con ellos, ¡pues no me conformaba con menos! Pero en este momento de mi vida, me llena más la persona que hay dentro de cada uno y él seguía en sus creces, así que volví a escribirle.- Pero, ¿por qué no me crees? Si yo te amo, ¡te lo juro por Dios, y por todos los santos! Dime cariño mío, ¿qué debo hacer? ¡Te juro por mi vida que te quiero! Que no puedo vivir sin ti y que por ti muero... Al fin lo convencí, al menos eso creía yo, pero como era un hombre tan realista y con los pies en el suelo, me lanzó un reto.- Si tanto me quieres, ¿por qué no te vienes a vivir conmigo? - Ahí me quedé sin saber qué decir. Me pilló con las manos en la masa...

jueves, 12 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.-9º (LOS COMENTARIOS DE LA RED)




A partir de entonces no volví a tener ninguna duda sobre Ernesto y seguimos con nuestra relación a través de la red como sin nunca hubiera pasado nada entre nosotros. Nos chateábamos diariamente, intercambiando impresiones sobre la circunstancia en la cual nos habíamos cruzado en el Chat, pero siempre con gran cuidado de no echarnos en cara nada y respetarnos mucho. De todas maneras yo seguía en mis treces de que me gustaría que me llamara o ver su cara. Tanto era mi empeño en averiguar cómo era su físico que empecé a recibir comentarios a través de las redes sociales. Mil ojos estaban puestos en nuestra relación. El caso es que se comentaba mucho sobre los motivos del porqué no se atrevía a llamarme. Una señora de la otra punta del mundo me escribió en privado, advirtiéndome de que había muchos hombres en el Face que se dedicaban a chatear con varias mujeres a la vez, tanteándolas hasta que se quedaban con la más atrevidas para tener relaciones indecorosas a través de la red. La verdad es que estos comentarios me asustaban un poco, por que yo sentía que me estaba enamorando de verdad. Otra persona dejó otro comentario diciendo que lo más seguro era, que estuviera casado. Muchísimas me advertían de que era un sinvergüenza. Pero la mayoría coincidían en que si no me enviaba una foto reciente, era porque estaría hecho un fantoche. Yo ya no sabía ni qué pensar de todo esto. Me dejaba llevar por mi corazón diciéndole cuánto lo quería. Necesitaba decírselo continuamente y no sabía el porqué, pero mis sentimientos se aferraban cada vez más a la figura de un personaje que sin ser guapo ni feo, tendría una personalidad tan arrolladora, que me arrastraba hacia él como si fuera el hombre de mi vida. Ese hombre que siempre había imaginado en mis sueños. Lo que no podía comprender era que llegara a la edad madura de mi ser y a través de Internet. Realmente es que me había enamorado como una quinceañera y no hacía más que enviarle fotos, para que, cuando llegara el momento de la verdad, no se llevara ningún chasco conmigo. Ante todo quería que se hiciera una idea de cómo estaba físicamente, y mira por donde le mandé una corriendo con unos legis muy ceñidos donde se notaba claramente mi silueta. Me dijo que estaba muy guapa y en muy buena forma. Aproveché el momento y como la que no quiere la cosa, le pregunté qué haría si me viera pasar por su lado en ese momento, y si creía que él a mi me gustaría tanto como para lanzarme a sus brazos en forma de pantera. Me sonreí pensado que lo había pillado desprevenido, que ya no tendría escapatoria y no le quedaría más remedio que mandarme una foto actual. Me equivoqué. Me dejó estupefacta.- Primero te admiraría. Escudriñaría tu cuerpo de arriba abajo, disfrutaría de tu esbelta figura y luego me fundiría en un abrazo y sentir el calor de tu cuerpo. Apretarte bien contra mí y perderme en tu boca, saboreándote en un beso apasionado e interminable, sintiendo como me hierve la sangre y deseando fundir nuestros cuerpos y sentirme dentro de ti. Se me erizan los pelos solo de imaginármelo. No se si a primera te abalanzarías sobre mi, pero estoy seguro que si me das la oportunidad de hacerte el amor, seguro que ahí si que te volverás loca. Te haría vibrar de placer y no dejaría un solo rinconcito de tu cuerpo sin explorar, besar...- Me quedé sin aliento, sin palabras, no me lo esperaba y al momento le contesté.- ¡Madre mía qué atrevido eres! Vas por buen camino, ¡no cambies nunca! - Enseguida me di cuenta de lo inteligente que era. Se adelantó a mis intenciones. No se dejó pillar. Me dejó caos. Era muy vivo, más listo que el hambre. Automáticamente pensé que cuando un hombre le dice esas palabras a una mujer, tiene que estar muy poseído de sí mismo, o es que conoce perfectamente a esa mujer ya y sabe de qué pie cojea, o sea la menda lerenda. De repente sentí que todos los internautas seguían con detalle nuestra relación. Facebook se colapsó bombardeándose entre likes y comentarios puros y duros. La mayoría eran de señoras maduras como yo, opinando que ese tal Ernesto era un pájaro de cuenta. Otras me alertaban de que tuviera mucho cuidado porque eso de escudriñar tan sólo lo hacen  los buitres oteando desde lo alto y se lanzan en picado sobre las presas fáciles, y yo era una presa muy, pero que muy fácil. Los jubilados se chateaban entre ellos escribiendo en las redes sociales que ese tal Ernesto buscaba Tema, Tema, con mayúsculas y dejándola caer con picardía. Las más jóvenes se reían comentando que no lo dejara escapar, que le diera un buen revolcón y luego lo mandara a freír espárragos. Los adolescentes hacían alarde de lo machote que era ese tío poniéndolo de ejemplo, y durante una buena temporada la frase que más ruló entre las redes sociales, era.- Eso, eso di que sí, con un buen Par.- Haciendo hincapié en el Par, de tal manera que se inventaron hasta un Rap.- Oye brother mucho cuidado, se te vayan a quedar enganchados, ¡uy, uy, uy!- Le coreaban los demás. No daba crédito a tantos comentarios. Nunca pensé que esto iba a llegar tan lejos. No sabía qué hacer, ni qué pensar. Cerré mis ojos y me puse en posición fetal mandando a mis avatares al mundo exterior, donde cada cual buscara una razón que me convenciera de que Ernesto, mi Ernesto, era el hombre de mi vida…

martes, 10 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.- 8º (UN VIRUS EN INTERNET)




No, no es verdad. Estuve toda la noche pensando en Ernesto, ¡no me lo podía quitar de la cabeza! Tenía una rabia tan grande que los virus se apoderaron de Internet enredándome la cabeza. Quería convencerme que había hecho lo correcto. Estaba dispuesta a pasar página y olvidarme de él de una vez por todas y seguir chateando con quien me diera la gana. ¿Qué más quisiera yo? Pero por mucho empeño que ponía en borrar todas sus palabras, más se me clavaban en el alma, sobre todo después de haber vivido tan linda historia de amor a través de Internet. Me puse a llorar desconsoladamente pensando en el por qué me había engañado, yo que me había entregado tanto, ¡más de mil besos le escribí en el Chat! Sin contar con la pasión que ponía en mis frases. Sentía tanta lástima de mí que me daban ganas de tirar el ordenador por la ventana conmigo incluida. Estaba ya harta de tanta hipocresía, ¡mentiroso del demonio! ¿Qué te has creído que puedes jugar con mis sentimientos? ¡Falso, más que falso! Había llegado a un punto en mi vida que aguantaba lo justo y necesario, ya sabéis, a los hijos y a los nietos, por que a los maridos ni lo más mínimo. Siempre he tenido muy mala suerte con los hombres, ¡malísima! No sé por qué, pero la mayoría me dejan tirada. Quizás yo tuviera la culpa, no lo sé, seguramente es que cuando era niña no era muy agraciada, la verdad era feilla, pecosa y canija, pero mi madre siempre decía que tenía mucha salero hablando, y de ese modo me defendía, pero luego en la adolescencia seguía igual. Una vez fui a un guateque, de esos que dábamos en casa y me tiré toda la santa tarde sentada por que ningún chico me sacaba a bailar, ¡lo pasé fatal! Yo sola ahí viendo a las demás chicas bailar tan acaramelados todos, ¡me cachis la mar! Menos mal que de jovencita me espabilé un poco haciendo alarde de la gracia que decía mi madre, y de ese modo me camelé unos cuantos chicos, pero la verdad, no me gustaban ninguno. Bueno, no quiero adelantar acontecimientos, tan sólo quiero dar una explicación del por qué quise eliminar a Ernesto de mi vida, pues soy una mujer muy entregada y quiero recibir lo mismo. Eso de que en la Biblia pone que cuando te den un bofetón pongas la otra mejilla, ¡ni hablar del peluquín! Eso no está hecho para mí, por que yo quiero recibir lo mismo que doy, lo siento, me he vuelto muy egoísta desde que pasé de los cincuenta. Antes tenía muchos complejos y lo pasé fatal, sobre todo en mi juventud, pero ya llevo mucho tiempo que me siento estupenda y soy la dueña de mis actos y de mi vida y no pienso consentirle a nadie que me haga el más mínimo daño, no señor y si Ernesto se ponía chulito, lo mando a paseo y me quedo tan pancha, ¡vaya! No se me ocurrió que podría estar enfermo en cama o que estuviera ocupado con sus hijos, pues tanto él como yo éramos abuelos y a veces surgen contrariedades, ya se sabe, pero me había vuelto muy exigente y egoísta. Sólo pensaba en mí, en mi dolor, sin pararme a pensar que yo también podría haberle daño, un daño irreparable, ¡ay Dios mío! Que he metido la pata, ¡seguro que he vuelto a meter la pata! Si ya lo decía mi madre desde que era muy niña, sobre todo por que derramaba la leche de vaca, ¡era tan atrevida! Cogía el cazo y lo vertía en el vaso hasta arriba, ¡hala, cachetazo que te crió! Pues sigo lo mismo, que no me paro a pensar y me dejo llevar por los demonios que tengo dentro cuando me invade la desconfianza. Y así estuve toda la santa noche, ¡madre mía qué noche más mala! Las lágrimas empezaron a inundar mis ojos y finalmente me dormí y entre sueños y pesadillas, se me ocurrió pensar que Ernesto me habría eliminado, y de esa manera, lo primero que hice al levantarme, fue abrir el Face  y ahí que había unos cuantos mensajes de él. El corazón empezó a latirme de prisa y corriendo y lo primero que vi fue una fotografía llenitas de flores de nuestro jardín, El Jardín Primero, donde bajo una luna iluminada nuestras bocas se encontraban. Deslicé el ratón y leí sus palabras, todas llenas de humildad explicándome el por qué no me pudo ni chatear ni llamar. Me puse a llorar como una tonta. Apenas podía leer las frases que destellaban tanto amor, vida mía, tanta verdad que te enaltecían, amor mío… Yo creí que me iba a echar en cara lo mal pensada que era, pero no, tan sólo me dijo que había estado enfermo con fiebre. Me quedé sin habla, muda… ¡Ay Ernesto de mi vida! ¿Qué hubiera dado yo por estar a tu lado, corazón mío…? Con tus manos en la mías, tu cabeza en mi regazo, los dos unidos en un abrazo. Tenía un nudo en la garganta al pensar que estuvo solo metido en cama sin nadie que le hiciera compañía. Lo siento mi amor, lo siento, te ruego que me perdones. Se lo dije gritándole, escribiendo íntimas y secretas palabras que me salían del alma, de tal manera que mis lágrimas se mezclaron con las redes sociales y…Y ahora resulta que estoy llorando, no sé por qué me preocupo si soy fuerte como un álamo, quizás esté equivocada… Ernesto mío yo no soy mala, tan sólo una mujer enamorada… Señor mío, líbrame de todos los demonios que llevo dentro… ¡Aléjame de ellos! Dame paz y cordura, y llena mi vida de amores secretos, esos que alimenta mi alma, y dejo a la merced del viento…Te quiero…