viernes, 31 de mayo de 2013

A TRAVÉS DE TI.- EL REGRESO.- Capítulo Diecinueve.- Primera Parte.-




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El regreso a casa de mis padres fue un fracaso total por mi parte. Pasé la temporada más deprimente de mi vida. Otra vez la misma rutina. Sentía como si el mundo se hubiera venido abajo. Ni siquiera dieron saltos de alegría cuando nos vieron llegar con  la maleta a cuesta, cosa que nos hizo mucho daño, pero pasado el tiempo, comprendí, que eran muchos comiendo, aparte de que mis hermanas tenían novios estudiantes, y como no tenían un duro, se tiraban buena parte del día metidos en casa, adueñándose del sofá y no se iban hasta el anochecer, después de cenar. Eran unos gorrones de cuidado, y a mi madre la traían frita, por que según ella, no se podía tirar ni un pedito. Entonces, no la comprendía y creía que era una egoísta que no pensaba nada más que en su bienestar. Por otra parte, a mi hermano José se le ocurrió venir dos semanas con su mujer y sus dos hijos, quedando la casa al completo. Mis padres, continuamente me insinuaban que volviera con Rafael. Estaban seguros de que si le pedía perdón, me recibiría con los brazos abiertos. Ellos pensaban que seguramente habría escarmentado cuando lo dejé tirado, y que jamás me volvería a poner las manos enciman. Les dije que no, que tenía muy claro que con Rafael no volvería nunca en la vida. Más tarde me enteré que había pedido el traslado a Melilla y que estaba viviendo con una mora, incluso que tenía un par de hijos, cosa que me daba igual. También oí rumores que lo habían destinado urgentemente por su adición a la bebida y que más de una vez le habían tenido que llamar la atención sus superiores. Después que se había quitado la vida pegándose un tiro en la cabeza. Otros decían que había tenido un accidente manipulando su pistola. No lo sé ni me importa por que hasta ahora solamente eran rumores. Con el tiempo nos enteramos, que había sido lo primero. Se había suicidado. El caso es que yo estaba otra vez como al principio, y que todas mis hermanas tenían novio. Que los sábados salían a la discoteca a divertirse, y que yo estaba más aburrida que una ostra. Para colmo, Lola, la que me seguía a mí, estaba preparando su boda. Antes de irme a la costa había conocido a un muchacho muy majo y con muchas ganas de formar una familia. Agustín, que así se llamaba el novio de mi hermana, había emigrado al extranjero para ahorrar algún dinero. De paso, mi padre casi le encasquetó a mi hermano Jesús, el cual no volvió hasta diez años más tarde, con la maleta llena de regalos, un mercedes, un televisor y un equipo de música de lo más moderno que había en aquél momento. Después se compró un local y abrió una tienda de comestible que durante un tiempo hizo muy buen negocio, ayudado por Pablo que entonces tenía catorce años y no sabía ni lo que quería. Luego vendió el coche a un precio bastante aceptable. Agustín volvió al año, y nada más llegar se casó con mi hermana. Después de la boda, se fueron inmediatamente a Barcelona, ya que aquí no encontraba trabajo de lo suyo y allí se colocó enseguida. Alquilaron un piso en las afueras de la capital, y es así como a Cecilia se le ocurrió irse con ellos a vivir hasta que encontrara trabajo para poder independizarse. Tenía muy claro que en casa con mis padres no avanzaría en la vida, y estaría como al principio. Me pidió que me fuera con ella, y no quise. No sé a qué le tenía miedo, el caso es que ahora pienso que si me hubiera ido, mi vida habría sido diferente, y no habría pasado por lo que pasé después. Fui una cobarde. Enseguida se colocó en unos grandes almacenes llamado Makro, que vendían al por mayor, y al detal. Empezó de dependienta y poco a poco llegó a jefa de personal, ganando tan buen sueldo que pronto se independizó.

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