lunes, 10 de junio de 2013

A TRAVÉS DE TI.- NEGOCIO DE AMBULANCIA.- Capítulo Veintitres.- Segunda Parte.-




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Cuando pasaron cinco años me incorporé al trabajo. Las niñas estaban creciendo y Adam empezó a enfermar de los nervios, convirtiéndose poco después en un esquizofrénico, teniendo que delegar todo el negocio en mí. Me saqué el carnet de conducir, ya que mi trabajo consistía en trasladar a enfermos del riñón hasta Avignon para la diálisis. También varios títulos relacionados con todo lo que conlleva una ambulancia. Tenía un teléfono portátil, llamado busca, para estar localizada en cada momento. Después un móvil. Con el tiempo me convertí en una experta. Era la jefa de todo el personal y de siete ambulancias, llegué a tener quince. Lo mismo conducía que llevaba el papeleo. Nos forramos de dinero.
Empecé a rodearme de la gente más próspera del pueblo, incluso salía esporádicamente en las noticias locales. Organicé bailes casi todos los sábados, para de alguna manera captar nuevos clientes. Tenía cuarenta y dos años. Me encontraba en todo mi apogeo. Estaba pletórica de esplendor, así que decidí echar mano de mis armas de mujer seduciendo a los hombres ya maduritos, de tal manera que cada vez éramos más ricos. Abandoné un poco a mis hijas que estaban en una edad peligrosa, pero era tanto mi afán por hacer dinero que me olvidé de la madre y saqué a relucir la mujer de negocios y sin escrúpulos. Tan sólo pensaba en el futuro, y en ese futuro no entraba Adam. No sentía nada por él. Ya no teníamos relaciones sexuales, me asqueaba verlo siempre con las pastillas y la botellita de agua, además no hacía nada. Se levantaba por la mañana se ponía la camisa floreada y unos pantalones cortos que estaba para matarlo de feo. Después se iba a ver a su amante que era gorda y fea, pero que tenía una buena delantera y eso es lo único que le atraía de las mujeres. Quería abandonarle, pero no sabía cómo. Cuando le hablaba de separarnos, me amenazaba diciéndome que antes me mataba y me dejaba tirada en la calle. Yo sabía que lo haría por que entonces estaba loco de remate y si algún día conseguía hacerlo de verdad, jamás iría a la cárcel por que llevaba algunos años yendo a un psiquiatra que seguramente declararía en su favor. El caso es que por una cosa u otra seguí al pié del cañón. Todo el santo día trabajando, mientras las chicas se hicieron unas mujercitas preciosas, que salían y entraban con toda clase de amigas y amigos. Reconozco que ni siquiera sabía cómo eran sus amistades, tan enfrascada como estaba en el negocio, cosa mal echa por mi parte y ahora en éste momento lloro de impotencia al comprobar que de nada me sirvió tanta agonía, total, ¿para qué? Aquí todos llegan con las manos vacías y en pelota picada… ¡Vaya! ¡Qué frase más graciosa! Se habrá cruzado con mi aliento, en mis tiempos se decía como Dios lo trajo al mundo. Reconozco que está un poco desfasada… Hoy hay aquí tal revuelo de gente, parece ser que ha habido una enorme riada en un Camping, por Huesca, el famoso Camping de las Nieves y algunos enfermeros que corretean con camillas por los pasillos han gritado: ¡Ha sido un tragedia, si, si, una tragedia en Biesca! Ahora que lo pienso, entonces estaba yo muy cerca de allí… Fue una de las veces que fui con las niñas…
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