viernes, 14 de junio de 2013

A TRAVÉS DE TI.- MICHEL.- Capítulo Veinticuatro.- Tercera Parte.-




                             -  3  -

Silvi, que así se llamaba la que hasta ahora era mi rival, quedó con Michel a una hora y lugar determinado, y le dijo que quería presentarle a una amiga que conocía desde que eran unas adolescentes. Luego me llamó a mí. Nada más salir Michel por una puerta, yo salí por la de atrás. Cuando él llegó a la cita, estaba Silvi esperando en una cafetería, y le dijo que su amiga iba a tardar unos minutos. Estaba sentado de espalda cuando Silvi me saludó y le dijo que ya llegaba su amiga. Cuando se giró para ver quién era, la sonrisa de la cara se le borró al instante. Se quedó callado, puso unas monedas en la mesa y salió avergonzado. Y allí nos quedamos las dos tan tranquilas. A partir de entonces fuimos amigas, la única y verdadera amiga que tuve en Francia. Ya nunca nos separamos. Me contó cómo había conocido a Michel. Silvi regentaba un hotel en el mismo centro de la ciudad. Era un hotel pequeñito de dos plantas donde estaban todas las habitaciones. Abajo se encontraba el restaurante. Tenía varios empleados, entre camareros, cocineros y chicas que hacían las camas, y fue una de ellas, que estando embarazada se mareó. Llamaron a una ambulancia y Michel ese día era el que estaba más cerca. A raíz de ahí empezaron a salir. Luego, por el camino de regreso a casa, siguió narrándome su historia. Silvi se había criado en París, en el seno de una familia acomodada. Sus padres tenían viñedos, y entre todos los empleados que tenía, había uno que la enamoró por completo, se quedó embarazada y antes de lo veinte años, se casó con él, siendo un verdadero desastre toda su vida matrimonial. Tuvo tres hijas. Se tiró toda la infancia de ellas amargada perdida a causa de las seguidas infidelidades de su marido. Cuando las niñas crecieron, se separó y se vino al sur para romper con todo. Sus hijas se casaron y tuvieron dos hijos cada una, o sea que era una abuela joven y moderna. A la muerte de sus padres, heredó una fortuna, que repartida entre sus cuatro hermanos, cogió un buen pellizco, con lo cual, rompió con todo, y es por eso que abrió el negocio del hotel. De ese modo, Silvi y yo fuimos inseparables a partir de aquél momento.

Cuando llegué a casa, pensé que Michel me daría 

explicaciones y que seguiría conmigo. Estaba 

dispuesta a perdonarle. Me equivoqué. Me 

abandonó. Me volví loca y empecé a reclamarle el 

dinero que le había prestado y el coche. Él insistía 

que el coche era un regalo de amor y que el dinero 

jamás me lo devolvería. Me insultó llamándome 

loca. Me sentí tan humillada que pagué a unos 

matones para que le pegaran fuego al coche. 

Cuando Michel se enteró vino a mi casa, me 

cogió de los pelos y me dio más de mil puñetazos 

en la cara, después me arrastró por el jardín y me 

pateó la barriga dejándome inconsciente. Me dejó 

abandonada en la tierra ante la mirada de las 

chicas de la limpieza, que en todo momento no 

dejaron de gritar. Estuve dos semanas ingresada 

en el hospital.

No hay comentarios:

Publicar un comentario