domingo, 16 de junio de 2013

A TRAVÉS DE TI.- ENFERMANDO.- Capítulo Veinticinco.- Tercera Parte.-




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Al cabo de otro año, me volvió a salir otro bulto en el mismo pecho, esta vez con más insistencia, y entonces ya si que me lo examinaron. No era bueno aquello, y me lo tendrían que extirpar entero, pero yo le dije al medico que salvaran mi pecho y que sólo me quitaran los dos quistes ya que eran muy pequeño. Enseguida llamé a Cecilia que vino lo más rápido posible. Estuvo una semana a mi lado, pues no se podía quedar para la operación, así que te llamé a ti. Estuviste diez días conmigo. Aún puedo recordarte sentada en aquél sillón leyendo a Cervantes en el hospital de Avignon. Me dijiste que ya habías leído El Quijote cuando estabas en el bachiller, con catorce años pero que te gustó tanto que lo volviste a releer, ¡qué paciencia! Luego se enteraron todos los que antes me dieron de lado. Adam casi se arrastró y llorando me pidió perdón. Lo mismo hizo su antiguo socio que apenas me miró, y un día antes de ingresar en la clínica para extirparme los tumores, se presentó Michel y en la cocina me hizo el amor, y yo como una tonta lo amé con desesperación. Me acuerdo que cuando te lo conté te quedaste con la boca abierta… Es que no tengo remedio, ¿sabes? Soy una romántica empedernida… Creí que volvía para quedarse…
A la semana siguiente me dieron el alta y el oncólogo me dijo que tendrían que darme unas cuantas sesiones de quimioterapia.- ¿Qué?- Le contesté.- Ni hablar del peluquín, ni se le ocurra.- El médico trató por todos los medios de convencerme, y al ver que no podía me hizo firmar un papel que bajo mi responsabilidad no me daban quimioterapia. ¡Qué tonta fui! Creí que podría curarme sola, sin medicación. Y ahora mira dónde estoy, que ni siquiera lo sé, si viva, si muerta, pero estoy segura de que por mi culpa, por vanidad, hoy me encuentro aquí, en este lugar extraño, que ni siento mi aliento, que se me va la vida por que en un momento firmé mi propia agonía… No quería quedarme calva. Esa estupidez era lo que más temía, sin darme cuenta, que caérseme el pelo era pasajero y que más tarde me crecería. Por eso quiero transmitir a través de ti que se lo digas a mis hijas. Que se haga sus revisiones, y que no tengan miedo de nada, por que hoy en día el cáncer se cura.

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