martes, 18 de junio de 2013

A TRAVÉS DE TI.- ENFERMANDO.- Capítulo Veinticinco.- Cuarta Parte.-




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Al cabo de un año, me salió otro tumor en el pecho izquierdo y me tuvieron que hacer una mastectomía radical. Luego vinieron pruebas tras pruebas y esta vez si accedí a la quimioterapia. Antes de lo que yo esperaba empezó a caérseme el pelo a mechones limpio.  Me quedé calva como una pelota y fue un verdadero tormento para mí… Con la melenaza que yo tenía, ¡madre mía! Y hablando de madre, mire usted por donde acaba de pasar por mi lado saludándome.- ¿Qué haces tú aquí mamá? - Vaya, me ha sonreído y me ha dicho que está muy contenta de verme y que pronto me darán la última sesión de quimioterapia, ¡qué bien! Pronto me crecería otra vez el pelo, ¡hurra! Y me creció el pelo, y me salió otro tumor en el otro pecho, y me lo extirparon. Me dieron radioterapia y quimioterapia. Entonces Adam me propuso vivir cerca de casa para ayudarme. Él mismo corrió con los gastos de albañilería. Por la puerta trasera, construyeron un adosado, una gran habitación, con aseo incluido. Así podría pasar a mi casa en caso de que hiciera falta acudir a socorrerme. Desde que caí enferma, Adam empezó a cambiar, no sé si por que me quería de verdad o por remordimiento. Ya no me importa, por que creo que todo el mundo se merece una segunda oportunidad. Al fin y al cabo es el padre de mis hijas, y desde que las dos tienen novio, las ayuda mucho en plan económico. Además, ha vendido el apartamento pequeño y el piso de Marbella, y ha repartido el dinero entre ellas. La verdad es que ha cambiado una barbaridad, con lo que le gustaba el dinero. Ahora se portaba muy bien conmigo. Todas las noches viene a casa y me hace la cena, por que con las chicas no puedo contar para nada, y no es por que sean malas, no, es que están en una edad que sólo piensan en divertirse y salir con los novios para arriba y para abajo. No las juzgo, al fin y al cabo, eso es lo que les he enseñado. Pobrecitas mis niñas, ¡cuánto lo siento! Espero que alguna vez me podáis perdonar. A veces pienso que desde que salí de mi tierra, la cabeza se me trastornó. Bueno, qué le vamos a hacer, es la vida que me tocó. El caso es que cuando me creció el pelo, me salió completamente rizado y estaba guapísima. Empecé a encontrarme mejor y todos los días me iba a pasear con Silvi. Otras veces Adam se quedaba sin salir en todo el día. Él tenía una amante, pero me decía que la iba a dejar por que era muy pesada. Pobre Adam, todavía se cree que es joven. Entonces tenía mi misma edad, o sea cincuenta y dos años. Todos los días venía quejándose de lo machacona que era su amante. No sé por qué seguía con ella...

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