lunes, 5 de noviembre de 2012

LA FERIA.-

Un aire salado y fresco rociaba el cielo del puerto, impregnando de dicha y alegría todos los sentidos de mi vida. Bajando por la carretera esa tan ancha, mi hermana Trini nos lleva de las manos a Lola y a mí camino de la feria, mientras a un lado, el mar oscuro y quieto brillaba como un espejo reflejando las luces de la ciudad a lo lejos, pareciendo la más bella del mundo entero. Una estela plateada se mecía en el agua cantándole a la luna una nana y las barcas que estaban atadas, se dormían al escucharla. Un grisáceo y azulenco humo flotaba por lo alto formando figuritas de algodón, adornando el espacio a retazos como si fueran los angelitos de Dios, y el Hacho, ese monte tan grande y tan bravo, el guardián de las puertas del cielo. A su regazo y rodeándolo, el ancho mar sucumbía sereno y relajado. Unas cuantas barquichuelas se traslucían entre penumbras y a la deriva de las olas, con un hombre agachado y una farola encendida, y allá en lo hondo, en lo más profundo de todo, los peces se reían del espectáculo que ofrecían tan bello y hermoso... ¡A la feria, nos vamos a la feria! Los feriantes han llegado a Ceuta llenando el puerto de casetas, coloreando el aire de luces y papeletas. Los altavoces ensordecen a los transeúntes con tómbolas y muñecas, mientras la chiquillería corretea entre trenes cochecitos y vespas. En el aire los aviones vuelan subiendo y bajando de tal manera que algunos encajes se asoman revoloteando con coquetería, mostrando unas rodillas la mar de bonitas y los muchachos que las miran, chiflan con admiración y picardía... Los caballitos no paran de girar en un Carrusel variopinto de animales rosas, celestes y amarillos, y hasta un unicornio blanco precioso, el preferido de todos los niños. Una carroza gordota de color verde esmeralda, allí es donde me sentaba con mis hermanas pensando que era una princesa encantada. La Noria, esa rueda gigantesca y grandota se alza en medio del bullicio dando vueltas a lo alto, demostrando que es la reina de la fiesta, reclamando a todos los ceutíes que la bulla, la pachanga y la algarabía ha llegado, ¡menudo jolgorio! Los cohetes estallan en el cielo abriéndos en mil colores como si fuera un jardín de flores fluorescentes iluminando el puerto, resplandeciendo la sonrisa de la gente, atronando la ciudad con el sonido del Blím- Blám... En el Látigo, mi hermana la mayor en medio nos tenía abrazadas a Lola y a mí, y ¡qué risa! cuando en la curva aquella le decíamos adiós a papá con las manos, apenas nos daba tiempo de lo rápido que pasaba y ¡Chás! un trocito de papá. Luego en el Balancé, ¡qué miedo madre mía! ¡Socorro que me caigo! Mi culo no hacía más que despegarse de la banca, ¡cada vez se alzaba má alto! Mientras Lola se agarraba a la baranda, ¡con la cara más colorada que un tomate! Se le subía el vestido y se le veía, todo, todo, todo... Estaba de lo más gracioso, con sólo dos manos para sujetar. Yo la miraba y no paraba de reír, y Trini tan campante, toda ella a gusto, echada hacia atrás, con los brazos extendidos y la melena al viento, dejándose mecer como si de las olas del mar se tratase... ¡Papá la Noria, vamos, corre! ¡Qué bien, madre mía y qué alto! ¡Qué miedo! Trini nos tenía cogidas como si fuéramos dos melones bajo el brazo, apretadas contra ella. Yo miraba desde lo alto a todas esas hormigas iluminadas por las múltiples bombillas, que en un derroche de colores jugaban con el movimiento del mar, que pintadas aparecían en franjas, como un arco iris bailando con las barquitas, que en el puerto estaban atadas al noray, ofreciendo una acuarela como si de un cuadro se tratara, esperando que una lluvia de esplendor cayera sobre el mar... ¡Lola, mira que cohetes! ¡Papá, corre, que nos lo perdemos! ¡Todas las miradas hacia el cielo! y ¡Blím, Blám, Blúm! Un gran rosetón en el cielo abriéndose... Ahora verde, despues amarillo y un azul eléctrico de lo más bonito que han visto mis ojos, ¡todos los colores del mundo unidos en un gran chasquido! Y la gente aclamando, palmeando a la vez.... El Laberito que nunca me pierdo, y ¡qué risa en la Casa de los Espejos! El Tren de la bruja aquella tan fea con su escoba siempre a cuesta... El Circo de los payasos y lo leones mugrientos, el Teatro de Manolita-Chen...

No hay comentarios:

Publicar un comentario