miércoles, 21 de noviembre de 2012

EL TAPIZ DE MI PASILLO.-

Cuando era pequeña allá en Ceuta, donde había tantas y tantas cuestas, en La Puerta del Campo, me estoy acordando que vivía en los pabellones militares, por supuesto, esto se da por hecho, aunque algunos no lo saben...
En la calle Doctor Fleming, después del portal, subiendo los escalones está la puerta principal, ring, ring, ring... - ¡Voy, voy, ya estoy aquí! - Gritaba mi madre de tanto abrir - ¡Estoy harta de vosotras! ¡me tienen fritas estas mocosas! ¡la paciencia se me está agotanto de tanto la puerta abrir y cerrando! ¡dejarme tranquila guisar en paz en la cocina! - Y abriendo aquella puerta trotábamos dispuesta, ¡corre, corre, que te pillo! cantábamos por el pasillo...
Era un pasillo largo con muchos lamparones y algunos desconchones. Tenía varias puertas, tres a la derecha, cuatro a la izquierda y una al frente mirándonos siempre...
Era un pasillo largo, grande y muy ancho. Jugábamos al escondite, a las cocinitas. Al un, dos, tres, pollito inglés. Al tren, pí, pí, pí, que nos vamos a Madrid. A la gallinita ciega. Al perro y al gato, corre, corre que te las pelas, que a tí te ha pillado escondida de medio lado...
Aquí hay una puerta que está un poco abierta donde me he tropezado con una chaqueta que mi padre había enganchado en aquella percha...
Era un pasillo largo y cominucativo, con el suelo tirando un poco a amarillo. Las puertas nunca están cerradas, sino abiertas... Primero la cocina y una ventana con unas cortinas a cuadros verdes y blancas. Una pila en el balcón donde daba mucho el sol, justo enfrente el comedor, nuevo, muy nuevo, precioso, de caoba, sí señor. Un cuarto de baño muy hermoso en medio de la cuestión. Siguiendo al viejo comedor, tres buenas alcobas. Una para la señorita Colcha, otra para mi hermano Juan, y la siguiente para los demás...
Me gustaba andarlo de arriba abajo restregando las manos y pintorrearlo con lápices de colores, a, e, i, o, u, ¡borriquito como tú que no sabe ni la u! ma, me, mi, mo, mu, mi mamá me ama, ta, te, ti, to tu, tomate... ¡Antón, antón, pirulero, cada cuál, cada cuál, que atienda su juego....! ¡Veo, veo! ¿qué ves? Una cosita... ¡Tengo una muñeca vestida de azul...! Y ahora te voy a contar el cuento de pan y pimiento...
Era un pasillo claro y muy amable, que nunca se enfadaba conmigo ni con mis amigos. Me llevaba a todas partes, allá donde no va nadie... Había mucha gente, espera que te la presente. Si miras allí verá el Tapiz, que mi madre había clavado con cuatro chinchetas a cada lado, arriba en lo alto, un poco ladeado, tirando hacia la derecha entre dos puertas...
Era un Tapiz lindo, lindo, muy lindo, alegre y divertido que vivía en nuestro pasillo cuando éramos unos chiquillos... Nos miraba de frente, de lado y hasta de reojillo... Era alargado y algo encarnado el fondo, bordado con hilos dorados, verde, amarillo, azul celeste y otros colores fuertes, adornando el pasillo...
Lo que más destacaba era aquella cara que tanto nos miraba, y que medio Tapiz ocupaba, donde un rostro de mujer muy hermosa, siempre me estaba mirando,¡fíjese usted! con una sonrisa preciosa y los labios pintados de rosa, una melena corta con la raya a un lado y algo ondulado...
Era una mujer guapa, guapa, muy guapa...A su derecha unas montañas, unos árboles y una cabaña... Unas nubes en lo alto de ellas con pájaros volando por allí, incluso hubo uno que se salió del Tapiz.... Detrás y a lo lejos un pastor muy viejo sentado en una piedra, cuidaba de sus ovejas, que si arrimabas las orejas se escuchaba cómo balaban, con un bastón en la mano izquierda y el zurrón posado en la hierba, mientras los perros ladraban a unas cuantas cabras que se alejaban brincando por el Tapiz y de un salto salieron de allí correteando por nuestro pasillo... En un camino había un molino con aspas y todo, y cuando hacía viento las movía un poco... Un riachuelo atravesaba ese pueblo tan pequeño y bello con el agua transparente donde nadaban los peces... Algunas aldeanas entraban y salían de unas casitas que estaban en el fondo, blanquitas, blanquitas... Guisando estarían por que de la chimenea salía humo dejando el pasillo entre nieblas...
Era un pasillo largo, largo, muy largo... Me gustaba atravesarlo brincando, brincando... Me dejaba entrar y salir cantando, cantando... Me llevaba a comer, a jugar y a dormir... Un bebé en la cuna llorando y llorando... El ruído de la cisterna que agua siempre está echando mientras en la cocina el fuego acechando cuando mi madre las patatas mondando y cortando para hacer una gran tortilla, ¡qué rica!
Andar en mi pasillo, soñar y soñar, igual que un pajarillo, volar y volar...

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