Tengo la satisfacción de haber llegado hasta aquí, completando con
pequeños relatos éste libro, aunque yo diría mejor que ha sido como una
gira por el monte Hacho, cuando de niña asombrada me quedé admirando el
abanico de color de aquél pavo real, invitándome a subir la cuesta. Como
un caminante me he sentido andando por la montaña parándome en alguna
sombra a descansar. Otras veces me he perdido sin saber por dónde tirar,
¡menos mal que había muchos carteles indicando el camino! Pero yo sólo
seguía los que tenían forma de corazón por que no me gustan las flechas.
Después cuando llegaba a algún desfiladero, miraba hacia abajo, no sé
por qué, y me metía en un follaje que no sabía ni cómo salir de él.
Desanduve mis pasos. Unas veces tiraba hacia la izquierda, otras a la
derecha, haciéndome unos líos tan grandes que sin darme cuenta caía
rodando a una especie de jardín. Era como un laberinto de fantasía, así
que me tumbé en la tierra para sentirme un poco aliviada, y mirando
hacia arriba he visto como si hubiera un espejo por que resplandecía.
Mientras subía y subía llegué hasta la cima, al lado de la Ermita de San
Antonio, donde está lo que tanto brillaba, y resulta que era otro
cartel en forma de estrella apoyado en un lucero, ¡qué raro! cuando era
una niña no lo ví. Entonces me acerqué para leer sus letras y ponía:"
Para mi madre, una madre que no la tiene cualquiera, para que siempre
mantenga su corazón joven, y su mirada infantil que nos cautiva a
todos."
De tu hija África.- 7 de mayo de 2000
Perpleja
me he quedado mirando la muralla del Hacho que está muy vieja y llena
de agujeros rodeando aquella fortaleza, que era como una prisión y he
tenido mucho miedo ahora que tengo mi Estrella, la que creía
inalcanzable. Brillaba tanto que su luz me cegaba, sin darme cuenta de
que siempre la tuve en mis manos... Con mi Estrella a cuestas pienso
bajar la montaña cantando, ¡esto es puro senderismo! Con cuidado de no
caer rodando, despacio, tranquilamente, saboreando cada rincón del
camino... Admirando el paisaje, bebiendo agua cuando tenga sed y comer
cuando tenga hambre... Sentarme cuando esté cansada y jugar con todos
los luceritos que me encuentre por el sendero... Mientras tanto esperaré
a que el buen Dios se decida a hacer un milagro... Me conformaría con
que tan sólo hubiera un pequeño sector que abriera mi blog y al leerlo
les llegara al corazón. Por ellos pienso mantener siempre viva la llama
de la esperanza y de la ilusión, y si te ha gustado a tí, gracias,
muchas gracias mil...
Además he vencido al Tiempo, dueño del
Destino, mensajero de calamidades, que hace y deshace a su antojo, que
va arrasando todo lo que pilla en su camino, ¡masculino tenía que ser!
Que como un niño travieso se ha dejado atrapar por la Curiosidad, dueña
de la Sabiduría que con tanta coquetería le ha detenido en éste Tapiz,
pues con mis añoranzas, he sido capaz de recordar la Infancia, dueña de
la Esperanza y de la Ilusión, que juntas de la mano recorren el camino
ignorando al Destino...
Felicidad Hurtado Sánchez
1- octubre -2009 - Córdoba
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