sábado, 29 de diciembre de 2012

¡ÉSTE ERA MI PADRE! -

Ya hemos enterrado a mi padre, ya se ha ido con mamá, seguro que allí en lo alto, juntos nos esperarán...
Me quedo feliz y contenta, tranquila mi alma está, si felices en la tierra fueron, en el cielo lo estarán mucho más...
Mi padre era un hombre bueno, mi padre fué feliz...
Mi padre hizo siempre lo que quiso hacer...
Mi padre se casó con la mujer que más amaba... Su primer y único amor... Se casó muy enamorado...
Mi padre tuvo los hijos que le mandó Dios...
Mi padre vivió en su casa, durmió en su cama y además tenía la foto de mamá enfrente, si, esa de cuanado se casaron... Era un hombre afortunado...
Mi padre tenía buena paga, jamás le faltó nada y encima estaba rodeado de todos sus seres queridos...
Mi padre murió con noventa años, ¡me cachis en la mar! Noventa años sin estar malo...
Ni dolores, ni enfermedades, ¡ni hospitales! ¿Qué más se le puede pedir a la vida? ¡Era un privilegiado!
Y... aún... se quejaba de que le faltaba algo... Y yo le decía, ¿pero qué más quiere que te dé la vida papá...?
¿Y qué va a ser hija mía? Que tu madre me ha dejado...
Mi padre me obligaba a pedir perdón y dar un beso a mi hermana Lola cuando nos peleábamos de pequeñas... Por eso hoy no me cuesta nada pedir perdón...
Mi padre nos decía que corriéramos por la orilla del mar, por que no había más que una toalla para más de siete cuando salíamos del agua ateridos de frío... Por eso hoy soy más fuerte...
Mi padre decía que como éramos tantos tenía que llevar mi muñeca en brazos, mientras mi hermana Lola paseaba el cochecito de capota vacio... Por eso hoy no me cuesta nada compartir las cosas...
Mi padre no me daba dinero para ir al cine si había faltado a la misa de todos los domingos, y no me importaba aburrirme una eterna hora oyendo el sermón del párroco, por que estaba deseando de que llegara la tarde para ir con mi hermana Trini a ver aquella película que tanto me gustaba... Y por eso hoy no me cuesta nada sacrificarme...
Mi padre nos bañaba, nos cortaba las uñas de las manos y de los pies, lo mismo que el pelo. Nos curaba las heridas, nos quitaba los dientes que se movían con una hebra de hilo, nos vacunaba. Nos tapaba todas las noches con la manta cuando era invierno, de tal manera que parecía que estaba empaquetada, además nos llevaba en brazos hasta el cuarto de baño, ¡una por una! para que no mojáramos la cama, nos traía un vaso de agua, un beso y hasta mañana, pero antes nos ponía de rodillas para rezar con las manitas juntitas, las Cuatro Esquinitas, el Angel de la Guarda y en Jesusito de mi vida...
Mi padre bendecía la mesa antes de comer, partía el turrón a pedazos y lo repartía para cada una, las peladillas y el chocolate de almendra, y todos los domingos hacía unas migas riquísimas que luego echábamos en el café... Otras veces nos compraba una gigantesca rueda de churros cuando venía de oír misa, y cuando cobraba, compraba una docena de pasteles que estaban de rechupete...
Mi padre nos enseñó a jugar al Parchís, a la Oca, a las Briscas, a las Damas...
Así que fíjese señor lector, cómo era mi padre de grande, para mí el mejor, y aunque no me haya dado mucho dinero, ha hecho que todos mis hermanos seamos más competentes y más buenos, y por eso tengo el coarazón relajado y sereno.....

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