domingo, 1 de diciembre de 2013

AVATARES EN LA RED.- 2º (FACEBOOK)





Escribe algo: Cada día aprendo a ser más tolerante y comprensiva, y aunque dicen las malas lenguas que una con los años aprende por experiencia, me he dado cuenta que entrando en facebook o en cualquier foro de amigos, se adquiere más cultura y más capacidad de comprensión popular estando al lado de toda esta gente buena, sobre todo si son paisanos míos, donde me encuentro a personas de todas las edades, y los más jóvenes por ejemplo, tienen tal entusiasmo, curiosidades e inquietudes que yo no quisiera perder nunca, y que por el ritmo natural de la vida, dejamos en el olvido…
Escribe algo: Lo único que se me ocurrió en aquel momento era esto: Los amigos se quieren se perdonan y se toleran. Los amigos se ayudan se dan la manos y se escuchan. Los amigos son amables y educados, correctos y cariñosos. Los amigos son aquellos que aunque no estén de acuerdo con las mismas teorías se respetan y se comprenden. Los amigos empatizan uno con el otro. Los amigos no tienen potestad de la verdad. Los amigos son flexibles el uno con el otro. A los amigos no se les sella la boca. A los amigos se les abre el corazón, a los amigos se les quiere incondicionalmente, tengan o no tengan la razón, por que para eso amigos son…
Escribe algo: A menudo paseo por las calles céntricas de la ciudad, donde tantas veces las recorría con mi amante. Es tal la pena y tristeza que tengo, que los ojos se me llenan de lágrimas y al verme tan sola, no puedo por menos de arrancarme de aquí, donde quiera que esté esa pena mía, y apoyada en ella, caminamos sin parar donde las piernas nos quieran llevar, pues a esta altura de mi vida, la pena y yo parecemos dos ánimas benditas en vez de una… No quería saber nada de nadie, tan sólo me regodeaba en mi propio sufrimiento recordando cada momento vivido a su lado, y cuando llegaba la noche me compadecía de mí misma… Algunos días me cruzaba con los bancos de los jardines donde tantas veces nos habíamos amado y lo buscaba con la mirada, pero cuando me alejaba me daba la vuelta secándome las lágrimas… ¿Por qué me habrá abandonado? Me lamentaba continuamente… ¡Qué solita me has dejado! Estaba buscándolo por todas partes y por las noches me iba a la cama llorando sin sus besos y sus abrazos…
¡Bingo! Por fin había un comentario bajo estas líneas, y fueron esas mágicas palabras las que me llegaron al corazón, dándome tanta alegría que enseguida contesté: Gracias, muchas gracias, es usted muy amable… Al otro día me mandó una solicitud de amistad y a partir de entonces me puse a chatear con Ernesto y aunque sabía que no era la única, en aquellos momentos de mi vida me daba todo igual. Tenía el corazón destrozado, y necesitaba un hombro en el que me pudiera apoyar, que escuchara mis penas, mis mentiras y mi verdad. Si, lo necesitaba urgentemente. Alguien que me escuchara, que me dijera que me quería, pero sobre todo que tuviera piedad del alma descarnada, pues así me sentía yo, además deseaba con todas mis fuerza que me dijera al oído que los pecados del amor no tienen explicación en ese laberinto donde manda el corazón. En una palabra que necesitaba unos brazos que me pudieran abrazar, que escuchara mi llanto y que secara mis lágrimas y que no me dejara jamás… Y por eso, tan sólo por eso me puse a chatear con Ernesto, y aunque yo tenía muchas hermanas, cinco adorables hermanas, a las cuales quiero por igual, siempre, siempre había una que metía la pata y entre unas cosas y otras, al final, en vez de quedarme aliviada, me sentía como si fuera una verdadera caquita. Francamente, cuando una se cría entre tantas féminas, por mucho que las una la sangre, no sé por qué ocurren éstos dimes y diretes. Ya desde muy niñas  me había relacionado con cada una de ellas de forma diferente y nunca he sabido por qué sería siendo todas del mismo padre y de la misma madre. Por ejemplo, a mi hermana la mayor siempre la admiré, pero jamás pude contarle cosas de mujer. El pudor y la vergüenza detuvo mi lengua cuando alcancé la adolescencia, sintiendo a veces la necesidad de hablar de sexualidad, reprimiendo y sellando mi boca en una hipocresía prudente, como si no supiera de amor, besos y pasión, haciéndome la tonta, la inocente y la beata ante ella, inspirándome todavía aquél respeto. Y no es que a ello no se prestara, comprendiendo cualquier tema, no, es que me da un no sé qué, que no lo puedo explicar, y no sé por qué será…A la que me lleva un año, ¡ni se me ocurre! No le cuento nada de nada, sintiéndola como un ojo clínico, criticando cada movimiento, escarbando en lo más profundo de mí, tan sólo para ver, los peores defectos de mi ser, inspirándome tal desconfianza y desasosiego, que incluso hasta la temo, y no es que ella sea así, pero sí me lo parece a mí, y no sé por qué será…A la que es dos años menor que yo tan sólo le cuento la mitad de mis sentimientos, sobre todo los honestos, sabiendo de antemano que entenderá los más feos. Quizás su talante serio y recto, hace que tema el que me pueda juzgar, deteniendo mi corazón abierto, pues no la quisiera defraudar, pero llegado el momento, le cuento un cuarto más, y si me apura, hasta la otra mitad, aclarando y justificando cada latido, poniendo los puntos sobre las íes, quedándome tranquila perdida, y es que ésta hermana mía saca lo mejor de mí, inspirándome tal confianza y seguridad, que me empacha de cariño y de paz, y no sé por qué será…Claro que a la única que le cuento mis más íntimos sentimientos, es a la que le sigue a ella. Quizás su buena predisposición a no enjuiciar, haga que mi lengua se desate, arrancando de cuajo todos esos pecados que están en lo más recóndito del ser humano, exponiendo mis más viles defectos al sol, sin vergüenza alguna, sin temor de nada, descarnándome viva, desgarrando mi alma secreta, deseando de contarle detalladamente con pelos y señales, explayándome toda enterita toda, confiándole mi vida rastrera, inspirándome una comprensión y tolerancia sin límites y no sé por qué será…A la más pequeña le cuento lo que quiero, un poco de aquí y otro poco de allá, mezclando unas historias con otras, haciendo un revoltijo de mil demonios, relatando las cosas de tal manera, que ni yo misma me entero, riéndonos a rabiar, y es que esta hermanita mía me inspira un no sé qué, que no lo puedo ni explicar… Pero aún así, yo seguía necesitando a alguien más o menos de mi edad, y lo más importante, que fuera un tío de los pies a la cabeza, en una palabra, un hombre y ese hombre apareció…












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