viernes, 3 de enero de 2014

AVATARES EN LA RED.-21º (CELOS EN LA RED)




Lo que a Ernesto le inquietaba era no estar a mi altura. Él, a su edad, siempre había funcionado muy bien, sexualmente hablando, y sólo con mirarme, le ardía la sangre. Lo notaba, pero llevaba dos noches y una mañana que para qué os voy a contar. Lo que él no sabía era que para mí no era lo más importante del mundo. Atrás se habían quedado aquellas locas hormonas en la que el sexo era la cosa más exigente del mundo. Ahora me interesaban otras cosas, además de eso, por supuesto. El caso es que cuando llegamos al hotel, le dije a Ernesto que entrara primero al baño, mientras guardaba mi ropa en la maleta porque al otro día volvía a casa. Me sentía muy triste por mi regreso, pero también porque tarde o temprano mi relación con Ernesto estaba llegando a su fin. Yo lo sabía y él también. La realidad era esa y punto. Estando en esta tristeza mía, me fijé que en la mesilla de noche de Ernesto estaba su móvil, ¡madre mía, qué tentación tan grande para mí! Pero no, no debía de curiosear, eso no iba conmigo. Seguí doblando la ropa y el móvil no paraba de mirarme insistentemente. Era una auténtica provocación para una mujer tan celosa como yo. Me dejé de formulismos y me lancé de cabeza. Ernesto tenía Internet. Rápidamente busqué en facebook. Entonces leí una pregunta que él hacía a alguien debajo de un cartel que había colgado días atrás. Me descuadró por completo. Me puse muy nerviosa. Los celos me carcomían por dentro. Una rabia furiosa se apoderó de mi cuerpo y sin más dilación me enfrenté a Ernesto.- Cariño, ¿a quién le haces esa pregunta tan extraña que hay en comentarios debajo del cartelito que colgaste el otro día, mi amor? - A la señora Z es amiga mía desde hace años. Me dijo que la tienes bloqueada y no puede entrar en tus comentarios para seguirte.- ¿Y tú quieres que me siga? - Si, ¿por qué no? Es amiga mía y una seguidora de tus cuentos y relatos.- A partir de ese momento empecé a ver claro y me di cuenta de cómo Ernesto defendía a la señora Z. Pensé que ahí es donde estribaba la verdadera amistad y aunque era lo más honesto por su parte el actuar de esa manera, yo sólo veía sexo entre ellos. Y eso era algo que me dolía en lo más profundo de mi corazón. Seguramente eran los celos que me cegaban y veía más allá de la realidad, pero no por eso tenía que ser verdad. No sé por qué se me ocurrió mirar el móvil, el caso es que ya no tenía marcha atrás. En mi mente empezó a nacer la duda. Y esa duda se instaló en mí a partir de entonces. Ya no era mi Ernesto. El Ernesto que me enamoró desde un principio. Por eso desde el primer momento me abrí a él y le conté mi cruda realidad, creyendo que venía a por mí. No, no venía a por mí. Venía a por cualquier mujer que le siguiera el royo, como yo. Y no es que fuera un mal tipo, no, sino que estaba pasando por un mal momento y se decidió a meterse en éste mundo del facebook. Lo mismo me ocurrió a mí y lo encontré en medio de mi camino sin saber a qué clase de persona me enfrentaba. Y como lo creí, me destapé desde la primera vez. Yo estaba huyendo de una realidad y me aferré a él, que sin querer le di forma, como si fuera mi tabla de salvación. Me equivoqué. Siempre me equivoco. Soy muy inocente, lo sé. Aún así lo seguí por que me enamoré perdidamente de un personaje que yo misma me había inventado, de tal manera que viajé a través de Internet para atraparlo en mi red. La red de la fantasía sin darme cuenta de que Ernesto siempre fue un hombre con los pies en el suelo, y le podía más la triste realidad que la fantástica aventura del más allá. Por eso empezó a mostrarse a mí poquito a poco, hasta que finalmente abrió puertas y ventanas para que viera cómo era su alma. Entonces me atreví a preguntarle con todo el miedo del mundo.- ¿Tanto la quieres? – Como siempre, Ernesto evadiendo la contestación, me dijo que era una buena amistad de muchos años y que a veces se veían para tomar algún aperitivo en la cafetería y que estaba pasando por un mal momento.- Fue cuando me di cuenta de que era un amigo de los que hoy en día no existen. Para Ernesto la amistad era muy importante. De todos modos, yo seguía cegada por los celos y le dije de esta manera.- Peor lo pasará si me sigue el rastro. Creo que me mientes y eso ya me duele mucho, por que yo te estoy siendo muy sincera. Dime qué interés tiene en mis comentarios si me dijiste que estaba un poco celosa de nuestra amistad. ¡Dímelo, por favor! Te ruego que no me mientas tío a estas alturas, ¡jolines! que me da mucha rabia, ¿por qué tiene tanto interés en saber de mí, por qué? – Ernesto notó mi mal humor, y muy educadamente me dijo que le estaba dando demasiada importancia y que tan sólo eran amigos. Yo no podía creerlo, y pensaba que seguía con ella. Le dije que yo sólo formaba parte de su diversión porque en el fondo sabía que no teníamos nada que hacer. Que jamás estaríamos juntos.- Ernesto, mírame a la cara y contéstame sinceramente, ¿me quieres como yo a ti? - Claro que te quiero mi amor. No me gustaría perderte y quisiera tenerte aquí como ahora o ahí al otro lado, siempre. Aunque sea de ésta manera. Me he acostumbrado a ti y ya no te puedo olvidar.- Ernesto quiero que seas ahora muy sincero por favor, te prometo que no me voy a enfadar, pero necesito saberlo, ¿te acuestas con ella actualmente? ¿Haces el amor con ella aún? Te ruego que no me mientas.- Cariño estás obsesionada con esa idea. Si quieres cambiar la historia, me puedo inventar algo.- No quiero cambiar la historia y sí es posible que esté obsesionada, pero no me has contestado a la pregunta. Anda, por favor.- Somos amigos desde hace años, ella tiene su pareja. No sé que quieres que te cuente, parece como si lo desearas que así fuera.- Sigues sin contestar a mi pregunta, quiero que me digas si es una amiga con derecho a roce o no, es así de simple, necesito saberlo, nada más.- No sé que es lo que te hace pensar eso, que obstinación. Si te quieres quedar tranquila, te puedo confesar que si.- O sea ¿que te acuestas con ella? ¡Lo sabía! En cambio yo lo dejé por ti ¿sabes? - Te he confesado lo que tu querías oír, eso no quiere decir que sea verdad.- Bueno, es la vida, la realidad de la vida, tu eres joven aún y tienes necesidades, yo te comprendo mi amor, no me enfado, te lo prometo, lo único que ocurre es que me haces caer de nuevo en los brazos de él por que me acosa demasiado y soy tan débil… Ahora podré tener una excusa para hacer lo mismo que tu. Soy tan estúpida, me has hecho llorar ¿sabes? Me has hecho mucho daño, me has roto el corazón, ¡que te enteres bien! Pero no te juzgo, eso si quiero que lo sepas, eres libre, ¿quién soy yo? Nadie importante tan sólo una más en tu lista de amigos.- No quiero ni que te enfades, ni mucho menos que te pongas triste. Para mi eres muy importante, y estás totalmente equivocada. Entre nosostros no hay nada de nada, sólo amistad.- Si pero te acuestas con ella, creo que tienes miedo a la soledad y estás esperando a vivir con ella.- Te equivocas de nuevo, no temo nada. Estoy muy bien como estoy.- Está bien Ernesto, ahora no puedo pensar y temo equivocarme y cometer una imprudencia, perdóname, pero hay cosas que no me cuadran, ¿por qué sabes que la bloqueé? ¿Cuando te lo ha dicho? ¿Cómo te lo ha dicho? Sabes mi amor, ya soy muy mayor para comerme la cabeza con estas cosas, me duelen mucho, te lo juro, me duelen en el alma y me siento muy triste porque he visto por tus palabras que no te gusta que la haya bloqueado y te voy a decir que pienso bloquear a todas tus ¡amiguitaaas! - Ella me lo comentó porque lamentaba no poder seguir tus comentarios y me pidió que yo se lo leyera. No creo que eso sea malo. Si estás molesta haz lo que tú creas conveniente y bloquea a quien quieras, pero estás en un error.- ¡Léeselo tu!- Siento que pienses así. No hay nada de nada.- Ernesto lo que ella quiere es enterarse de todo para saber por dónde van los tiros, y qué hay entre nosotros, y eso es porque tu le has dicho que tenemos una relación amorosa, y si tu se lo has dicho es por un motivo, nada se dice por decir, siempre hay una intención. A ella le da igual mis comentarios, sólo me sigue para ver qué es lo que escribo debajo de tus anuncios. Por favor Ernesto, te ruego que no insultes mi inteligencia más, me duele mucho.- Cariño no sé como decírtelo. No hay nada.- Bueno, te creo, perdóname, lo siento, soy muy celosa y me da mucha rabia que yo no pueda estar contigo siempre y ella si. Bueno, no te enfades conmigo, lo siento, no sé por qué pero hoy estoy enfadada conmigo. Soy muy débil. Anda, dame un beso y abrázame fuerte. No me dejes nunca, te quiero no lo olvides por favor vida mía. Venga, voy a ducharme y espérame en la cama porque a partir de mañana me tendrás muy desperdiciada. No sabes cuánto amor mío, así que ven a mis brazos que te vas a enterar de todo lo que te perderás cuando me vaya, no tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer contigo.- Seguro que me sorprendes.- Y tu a mi también, estoy segura de que seríamos perfectos el uno para el otro… Al otro día, mientras regresaba en el Ave a casa, la mirada se me perdió en el horizonte y recordé aquellas palabras que una vez leí en Internet en “Conviviendo con mi otro yo” que decía algo así: A quien ames dale alas para volar y un motivo para volver.” Bueno, más o menos, por eso una chispa de amor se encendió en mi corazón y tomé ésta decisión…















1 comentario:

  1. Qué detallado Felicidad, gracias por el guiño a mi Convi. ;-)

    ResponderEliminar