miércoles, 9 de agosto de 2017

CITA A CIEGAS.- (MICRORRELATO) Tercera parte



Nos fuimos a un hotelito que encontramos por unas callejuelas y nada más llegar, decidí refrescarme bajo la ducha, y mientras me secaba, lo llamé con voz melosa para que me trajera la ropa interior...La había dejado adrede encima de la cama. Se puso muy nervioso y no encontró más que el sujetador. Le dije que el tanga estaba justo al lado y que mirara bien…Cariño date prisa que estoy muertita de frío…Le dije insinuantemente…Cuando por fin lo encontró se acercó al baño diciéndome que había confundido el tanga con un lazo para el pelo...Lo tenía todo previsto para llevármelo a mi terreno. Saqué el brazo con la puerta entreabierta en pelota picada y frente al espejo, de manera que me viera de arriba abajo... Me hice la despistada con toda la intención de una gata salvaje, y cuando le miré a la cara, los ojos se le iban a salir de las órbitas. Se dio la vuelta nerviosito perdido, y sabiéndolo yo, me puse a tararear esa canción de Alejandro Fernández que últimamente estaba muy de moda… Hoy tengo ganas de ti…blanco y en botella… Después salí para vestirme delante de él... Utilicé todas mis armas de mujer. Coqueteé ante el espejo poniendo posturitas de lo más provocadora, agachándome de vez en cuando para que no se perdiera detalle del encaje que ribeteaba el filito de mi tanga... Reconozco que me pasé siete pueblos poniéndolo a caldo…pues…Ya no sabía si tirarse para mí o hacerse el loco. Loco lo estaba volviendo con tanta carnaza que le puse para ver si de una vez se lanzaba en forma de leopardo. No tuve compasión y de manera muy pícara le dije que se metiera en la ducha… Yo estaba radiante de alegría, porque eso de que me miren con tanto fuego, me apasiona. Me enloquece, no lo puedo remediar. Me encantan estos jueguecitos entre un hombre y una mujer. Siempre he pensado que es lo más bello del mundo. Seguí con mis tretas bailoteando alrededor de la cama, mientras se iba transformando de tal manera que se abalanzó sobre mí de forma arrebatadora. Me besó en la boca y me encaramé a su cuerpo anudándolo con mis piernas alrededor de su cintura. Parecíamos dos adolescentes disfrutando como locos, casi nos caemos con tantas acrobacias. Me sugirió ducharnos juntos para darme con la esponja donde mis manos no alcanzaba, y mirándolo de arriba abajo como loba enjaulada, le eché mano al cuello y me lo llevé de nuevo al huerto. Y como aquello era tan pequeño y no podíamos ni movernos, se me cayó el jabón al suelo y para qué os voy a contar el desmadre que se lió. Parecíamos dos contorsionistas, y en plena faena de nudos marineros, decidimos irnos a la cama como marido y esposa y cuando se tumbó a mi lado, le di unos masajes en el cuello para quitarle el dolor que le había causado con mis movimientos al son de la música de la fuente. Pobre hombre lo que tuvo que soportar con tal de darme gusto en todo. Al cabo de los diez minutos nos quedamos dormidos el uno en los brazos del otro, Z, z, z…Fin.-
 
 
 

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