domingo, 20 de enero de 2013

LA FLOR DEL NARANJO.-

Era un pueblo muy pequeño que tenía una calle larga y recta, con roturas y baches en laa carretera, y una acera tan estrecha qque la gente caminaba casi de lado, pintándose el trasero de blanco. En el centro una plazoleta donde las jovencitas paseaban para arriba y los chicos hacia abajo, cruzándose las miradas en medio, sonriendo ellas, cuando el que le gusta le guiña un ojo mientras se codean los mozos. Los bancos de piedra que rodean la plaza se pelean por los culos de los más viejos, y los naranjos divierten a los niños que al verlos tan canijos los zarandean hasta que llega el tío del bastón y salen corriendo haacia el de al lado, dejando a éste completamente desolado y temblando, mientras las naranjas lo miran de soslayo como diciendo:
-  ¡Que me tira, que me tira...!
Y el perro que estaba con la pata subida:
-  ¡Verás como me da en la cabeza la tonta esa!
Y las cuatros ramas retorcidas que están más arriba:
-  ¡Nos dejarán peladas perdidas!
Y las hojas del árbol reían cantando:
-  ¡Qué bién nos lo estamos pasando!
Y la flor que estaba en lo alto:
-  ¡Yo de aquí no me caigo!

Y una humilde sombra suplicante miraba hacia el cielo como diciendo:
-  ¡Al final me borrarán del suelo!
Y una señorita muy fina se acerca al árbol y lo sujeta, y el naranjo agradecido de azahar la impregna...

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