Yo estaba casada con un buen hombre, mi vida era normal,
tranquila, pacífica…una pareja donde la jubilación está implantada en el hogar
como patrimonio nacional de acomodo y bienestar…No me faltaba nada, pero…Se había
convertido en una rutina constante, donde la pasión de los amantes dejó de ser bravo
para dar paso a la calma chicha de los navegantes…Más que marido y mujer parecíamos
hermanos, muy queridos…pero era cariño fraternal, y lo único que la hacía
interesante era cuando nos íbamos de viaje con el Imserso…Muchas veces me
asomaba a la ventana tirándome horas con la mirada perdida pensando, haciéndome
mil preguntas sin comprender a una señora que vivía con un hombre veinte años más
joven que ella, y eran tan felices, y por eso…Me dijo que no lo tomaba en serio
y desapareció de mi vida sin decir adiós, y yo que sabía el motivo, me quedé
tan tranquila…pues…Esto de estar todo el día preocupada de no herir la
sensibilidad de sus sentimientos, era como una losa en las espaldas que se me hacía
cada día más pesada su carga, sobre todo cuando recibía sus mensajes llenos de
frases ardientes y apasionadas…Ni siquiera tenía conciencia de cómo, ni cuándo,
ni de qué manera me sentí sometida a él, hasta que me di cuenta de que tenía
que hacer algo antes de que se me fuera de las manos…pues…No lo busqué, ni
siquiera le di pie a que pensara que todo el monte era orégano, y…Tampoco provoqué
tener una cita a ciegas con él, a la cual acudí con ansia y con sed…No sé que
pudo pasar por mi cabeza en aquellos momentos de mi vida...Debe ser por aquél
dicho que pulula por los aires y desde que tengo uso de razón he oído decir…La
cabra siempre tira al monte…¡Madre mía de mi vida! Pedazo frase, o refrán, o…Sepa
Dios si es una sentencia que no tiene dobleces ni parangón, el caso es que, de
repente me sentí como una cabra montesa de esas que brincan por montañas y barrancos
para despeñarse en brazos de su amado…Y me despeñé, ¡vaya que sí! Que me
desbaraté toda entera en su cuerpo y en su boca con una agonía desconocida para
mí hasta ese momento…Era como si me hubieran aducido…Yo no era yo, lo juro por
lo más sagrado, que me sentí ajena y extraña a mí misma…pues…Según caminaba
para esa cita, tenía la sensación de que el espectro de un alma errante se
había metido dentro de mi mente, exigiendo caricias ardientes para gozar de
los placeres de la carne, esos de los careció en su más bella juventud cuando vivía…Empecé
a correr sintiendo sus piernas veloces alentándome a seguir sin mirar atrás…Me
sentía exuberante, llena de entusiasmo y alegría, loca mi cabeza, haciéndome
mil ilusiones, deseando de llegar y entregarme a sus brazos…Estaba experimentando
las sensaciones más estrafalarias de mi vida, y un revuelo de mariposas cosquilleaban
por mi pecho haciéndome suspirar…apenas podía pararme a pensar con
razonamiento, sólo quería llegar…Los gemidos se escapaban de mi garganta con
frases ahogadas instándome a pecar…No me importaba cruzarme con personas
conocidas, tan sólo pensaba en mí y al pasar por un escaparate, vi reflejada en
mi rostro una sonrisa picarona y atrevida…era una auténtica desvergonzada…Me
había convertido en una de esas mujeres que se dan al primer tipo que las adula
con cuatro palabrejas halagüeñas, o dos carantoñas…¡Señor, Señor! ¡Qué ocurrencias…!
No, no, para nada, que una siempre ha guardado la compostura, como decía mi
santa madre que en paz descanse, y así me he tirado toda una vida aparentando
ser una señora de bien…Toda una dama…Dama damisela que se las daba de honesta y
recatada, hasta que me topé con un hombre que sacó de mí a la ramera que
escondida tenía en lo más profundo de mi ser, ¡vaya que sí! Porque siempre he
tenido parejas muy simples y ñoñas, bueno, no…Solamente que nunca tuve el
atrevimiento de decirles a mis chicos que no me hacían sentir esa alegría en el
cuerpo como para dar gritos desde la tierra hasta el cielo, y aún no sé porqué,
pero me daba una vergüenza que para qué voy a contar…Debe ser por la clase de
educación que recibí, y por eso… Me encuentro como una golfa corriendo por la
calle…pues…Tengo una cita con un muchacho que acabo de conocer, y…No sé por qué
algunos jóvenes, en vez de fijarse en una chica de su edad, se encaprichan de
una señora que puede ser su madre y las acosan y persiguen sin tregua hasta que
al final una pierde la razón y se lía la toalla en la cabeza y se sale por
peteneras…¡Ay si mi padre levantara la cabeza…! Era tan correcto y buen
cristiano…Todo empezó por una solicitud de amistad que gustosa acepté…Empezamos
a chatear tímidamente, hasta que me habló de sus carencias despertando las mías
con premeditación y alevosía…Al momento me dejé seducir por esa gracia varonil
que tanto me atrajo a mí, y por eso…Quisiera sentir en mi cuerpo a qué saben
sus caricias y sus besos…
Preciosa historia,o realidad,sigue escribiendo Fifi..me ha en encantado 😘🌷🌷
ResponderEliminarMe ha encantado Fifi..sigue escribiendo😘😘🌷🌷
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