No
sé cuánto tiempo sin tenerte, sin abrazarte, pero ya es demasiado...Te llevo en
mi corazón como oro en paño. Te guardo, te guardo las ganas, ¿te enteras? Y bien
lo sabes. Lo sabemos los dos porque eres la sombra de mis pensamientos y el
murmullo de mis pelambreras, y yo que lo siento ni te suelto ni te dejo…Sólo
quiero amarte, sólo quiero verte un rato para decirte…Oye, escúchame, que me
haces falta para seguir escribiendo las palabras que me brotan de los amores
ciegos, pues ciega estoy por ti mi amor y corro, corro hacia tus pasiones…Un beso,
sólo un beso hizo falta para que recorrieras conmigo cada recoveco de mi cuerpo,
y desde entonces eres como el faro que ilumina cada puerto de mi vida…Sé que me
estás llamando con la voz del amante apasionado, porque yo te escucho dentro de
mi pecho, ¿te enteras? Me lo dice el corazón, ¡vaya que sí! que me susurra muy
bajito…¡Corre, corre, corre…! ¡Deprisa, no te detengas que te estoy esperando
detrás de aquella puerta…! Si, si, la puerta que abre y cierra las citas
secretas y a ciegas…Sigue caminando, aligera el paso…Insinúan las piernas con
los pies descalzos…Que me estás esperando…Llevabas tanto tiempo buscándome,
haciéndote el encontradizo conmigo que me atreví a pararte y decirte al
oído…Oye amigo, vente a mi abrigo que tengo un tesoro escondido entre los
recovecos de mi cuerpo…Y antes de que me diera cuenta me arrastraste por las
caderas…Y es que hoy te vi tirándome los besos que llegan hasta a mí con el
aire y el viento…Los besos que tú y yo nos damos cuando llevamos tiempo sin
saborearlos, y yo que te conozco como rama a su árbol, salí dando talonazos a
la flama del asfalto con las ansias de mis labios abrasados…Paso a paso, un te
quiero, un abrazo y un encuentro…Y tú que me estabas esperando te abandonaste
al paso de los besos de mis adentros…No llores por mí, no me sufras más, que cada
lamento tuyo lo escucho con el oído del corazón y me duele hasta el alma de la
imaginación. Estás tan clavado en mí que te adivino los pensamientos, ¡fíjate
cómo serán tus sentimientos! que tus deseos me los trae el viento como si
fueran la brisa de tus besos frescos, y es que te siento tan dentro de mi
pecho, que hasta me resoplan los suspiros de tus anhelos y cuando caminas se
oyen los ecos que te salen del entrecejo…Y por eso me fui deprisa y corriendo,
buscándote con la mirada, perdiéndome entre las sombras de los edificios,
apenas sin poder respirar, ¡jadeando! loca de emoción pensando en revolverme
entre tus labios y cuando llegué al final del camino y te vi esperándome, de un
salto me abracé a tu cuello y nos besamos como locos y entregados…Sólo
quería darte un beso, esos tan grandes y densos que tú y yo sabemos…Tenía
tantas ganas de quererte madre mía, tantas ganas, que salí a golpes contra las
agujas del reloj, queriendo parar las horas para encontrarme contigo, dando
trompicones, casi me tropiezo con un ciclista, y huí despavorida abriéndome
paso a puñetazos con el viento y fui a buscarte al sitio de siempre, donde tú y
yo quedamos para querernos y abrazarnos…Apenas podía escuchar tus palabras
llenas de reproches, tan sólo era yo la que hablaba acalorada, dejándote solo y
abandonado y cuando me di la vuelta, me agarraste de las manos y me sellaste la
boca con un beso lento y apasionado, y es que somos como dos almas gemelas, te
quiero y te amo, no tengo parangón…Sabes cómo soy en el amor y el abrazo, que
no siento vergüenza ninguna, y eso es lo que te enamoró de mí, pues me abandono
al momento relajada, distendida, sin tapujos, dejándome llevar por la pasión y
el deseo, por los te quiero libres y dicharacheros. Esos que se llenan la boca de
los malos pensamientos que me llegan a la cabeza desde lo más hondo, porque tú
me vuelves loca de amor y de fuego, ¿te enteras? ¡Vaya que sí! Que me dejo
arrastrar por los pecados prohibidos y consentidos por mi cuerpo que no
entiende de composturas ni buenos modales. Toda yo entregada y abnegada, sumisa
ante cualquier indicio de picardía, perdiéndome por los arrabales de tu cuerpo
como arena en el desierto, arrastrándome como serpiente venenosa siempre
dispuesta a picarte, sedienta perdida y en el oasis de tu boca me refresco la
garganta con tus besos y me abandono a tus caricias, a tus manos que se
deslizan por cualquier recoveco de mi cuerpo, y yo que no soporto tanto
hormigueo me dejo llevar por los suspiros de mis adentros, gritando como si me
estuviera quemando con tu fuego…¡Madre mía cómo te deseo! Y tú que no aguantas
tanta pasión de mis salvajes susurros, te sorprende, te arriesgas y te meces en
mi cuerpo como vaivén de las olas, elevándome a la cresta…Embestidas van y
embestidas vienen, arremolinándose nuestra desbordada sinrazón en un torbellino
de pasión, donde en el frenesí de las corrientes, un mar de besos nos arrastra
hasta la misma orilla, quedándome sumisa y abnegada perdida, relajada y en
armonía con mi alma loca…