martes, 1 de enero de 2013

CUENTO PARA LOS NIETOS.- (IRIS Y EL FARO)





 ¡Hola paisanos! Me llamo Fifi. Si, si, como la del cuento, je, je… y vivo en las nubes, je, je, je…Y ahora os voy a contar mi historia. Cuando era pequeña me encantaba meterme en todos los charcos con mis botas de agua de goma negra. Mi madre me había comprado un paraguas precioso y cuando llovía me encantaba salir a la calle para que la lloviera se diera cuenta de que no me mojaría…
Estaba rodeada de grandes charcos, donde la pícara llovizna no dejaba ni siquiera una brizna seca. Sin volver la cabeza he seguido andando, ¿sabe usted? No quería enfadarme con ella, pero una vez en casa, he sacudido el paraguas derramándose todas las gotas de agua por el suelo de la habitación. A solas las he ido ordenando y como un puzzle he conseguido formar un cuadro precioso, donde aparece un Cielo infinito con muchas luces brillando de un lado para otro, en el cual vive un rey muy poderoso, dueño de todo el universo, con los cabellos rubios y la mirada reluciente. Una aureola dorada perfila su cuerpo incandescente, iluminando el espacio de ardiente fulgor. Tan bello y hermoso que parece un Sol resplandeciente. Este rey rondaba a una señorita muy fina y delicada, que tenía una sonrisa permanente en su carita plateada que vivía en una nebulosa efervescente ajena al exterior. Por las mañanas se dedicaba a cantar canciones apasionadas de mujer enamorada. Era tan ilusa que a todo el mundo le dio por decirle que estaba lunática perdida, pero a ella no le importa, tan feliz como es. En realidad nadie la entiende, ni siquiera se han parado a pensar por qué nunca sale de día. La Luna tiene un gran secreto, pues una vez se enamoró de un lucero y le entregó todos sus besos, y desde entonces se pasea de noche por caminos intransitables, donde un gran arco adorna una carroza en forma de Osa, y escondida ante las miradas infinitas de estrellas, se entrega a su amante entre brumas y nieblas. Una vez el Sol la siguió a escondidas y ocultándose tras una nube, descubrió su secreto. A partir de entonces procuraba encontrarse con ella antes de anochecer. Se había enamorado locamente y una espléndida mañana, se armó de valor y antes de retirarse, expandió sus haces de luz hacia ella, y se le declaró de ésta manera.- Señorita Luna, te quiero tal como eres, ¿crees que soy un anticuado? Estoy en el mundo, vivo al día, soy una persona de grandes horizontes, con proyectos para el futuro. Luna bonita y guapa, carita de porcelana, cásate conmigo y juntos haremos del cielo un paraíso.- La Luna se quedó completamente eclipsada ante su mirada, encendiendo la noche oscura con su carita sonrojada. Apenas pudo decir nada, sólo una sonrisa de Luna encantada a tan ardientes palabras, quedando finalmente hechizada. Al anochecer unieron sus destinos, y entre los dos formaron la pareja más feliz del Universo. Al año nació su hija Iris como caída del cielo, siendo la alegría de todo el Firmamento. Era la familia más bella del Cosmos. Ninguna tempestad hubo entre ellos, y cuando Iris cumplió quince años, su padre dio un baile y su madre le regaló un vestido de seda con siete colores diferentes, resaltando su belleza cada vez que salía. Era tan bella y guapa que su fama traspasó los límites del cielo, extendiéndose por el mundo entero. Rápidos como el viento acudieron los caballeros. Algunos galoparon noche y día soportando fuertes vendavales. Otros tuvieron que cubrirse de las lluvias torrenciales, hasta el príncipe Granizo, ¿quién lo diría? Con tantas espinillas y granos, tan tímido y pazguato, acudió a pedir su mano.- No, no, con éste yo no me caso.- Después de un rato llegó uno más viejo y canijo, con todo el pelo cano, y unas barbas larguísimas, más blanca que la nieve, y antes de las nueve llegó otro montado en un carro tirado por una gran Osa, ostentando poderío, presumiendo de riqueza, con cuatro pelos en la cabeza y unos brazos largos con las manos colgando, a lo cual ella dijo gritando.- ¡No me gustan los calvos, por lo menos tiene treinta Años! - Pero, esto, ¿qué es? ¡No te gusta ni este ni aquél!- Le decía el rey cada vez más acalorado.- ¿Cómo me voy a casar con un hombre pelado? Además me ha contado un cuento muy raro. Dice que en su lugar de origen, el aire y el viento le han arrancado los pelos para hacer un moño a la mujer del señor Otoño.- Finalmente llegó un muchacho más colorado que un salmonete, por que según él, no había parado ni siquiera a beber agua, y venía agotado del viaje, sobre todo, cuando atravesaba el desierto del Sahara. No dejó de quejarse ni un instante, hasta el propio rey pensaba.- ¡A este no hay quién lo aguante! - El tiempo pasaba y la princesa con todos coqueteaba, pero con ninguno se casaba.- ¡No estoy enamorada!- Continuamente les gritaba, además le encantaba charlar con su abuela, mujer atormentada por un pasado desdichado, lleno de desgracias y de penalidades, la señora Tormenta. A Iris se le pasaban las horas escuchándola. Le contaba verdaderas historias de amor, aventuras apasionadas de príncipes encantados  y doncellas muy bellas. Un Mundo lleno de encantamiento, tanto fue así que le llenó la cabeza de fantasía. Con el tiempo Iris se había vuelto un poco fresca, rebelde y algo terca. Quería conocer otros mundos, viajar por lugares fuera del espacio celeste. Era una mujer moderna, adelantada a su tiempo, incluso era la mujer del futuro, ¡era de esta época! Una tarde Iris le planteó a su abuela escapar y necesitaba su ayuda.- Hija mía, no te preocupes que yo en estas cosas soy un fenómeno.- La abuela Tormenta empezó a soplar y resoplar, llenando el cielo de unos nubarrones tan negros que enseguida llegó su prima la Borrasca cojeando, y con el bastón a cuesta se lió a golpear por el cielo, apareciendo su sobrino Relámpago, seguido de su amigo de andanzas nocturnas, Trueno, y entre los dos centellearon a la dormilona Lluvia que empezó a llorar torrencialmente. Esa misma noche, Iris se agarró a su amigo de la infancia, el Rayo, el cual con mucho cariño la depositó en la tierra. Al norte de África, donde un gélido amanecer despertó a la perezosa ventisca atrayendo al granizo y lo esparció por el suelo. La princesa Iris corría descalza por las calles húmedas y un pedacito de nieve volaba tras sus pasos de Copo enamorado.- Princesita Iris, mira qué lindo y qué blanco soy, quédate a mi lado y juntos haremos unos helados de múltiples sabores.- Sonriendo Iris, siguió su camino hasta que un aire frío le soplaba dentro de la oreja.- Princesa Iris vete al este que el invierno viene pegando fuerte y aquí no hay ningún fuego que caliente.- Sin parar de andar llega a un lugar desolado. Los árboles presentan  un estado lamentable, de ramas retorcidas apuntando hacia el Cielo, como diciendo.- ¡Qué vergüenza, Dios mío, que me vea la princesa desnudito!- A su alrededor, un manto de hojas secas cubre la tierra, que mira cómo las bandadas de pájaros cruzan el cielo encapotado, emigrando a lugares más cálidos, donde uno más claro los acoja en sus brazos, y éste enojado, se dirige a Iris con halago.- ¡Qué bella y bonita! Quédate a mi lado princesita que con tus colores bordaremos un cielo estrellado.- Un pajarillo rezagado volaba junto a ella y muy bajito le susurraba al oído.- Iris vente con nosotros que se acerca el otoño.- Iris se aleja cuesta arriba, y al llegar a una llanura se sentó a la sombra de un gran árbol a descansar, ¡estaba extasiada! Aún no había encontrado a su amado, cuando un profundo sueño hizo presa de su conciencia, hasta que un limón le cayó a la cabeza dándole un coscorrón, y mirándola le dice.- Quédate conmigo que juntos haremos unos zumos muy ricos.- Pero una piña que caía monte abajo le dijo rodando.- ¡Corra conmigo que llega el verano sudando!- Iris salió corriendo descalza por las calles húmedas atravesando la ciudad de palmo a palmo hasta que llegó a un monte, donde un pavo real se pavoneaba ante ella, abriendo su cola en abanico de color. Iris se dirigió a él.- Me he perdido y no sé en qué lugar estoy.- El cual al oírla le contestó.- Está en el monte Hacho, y desde aquí se divisa toda la ciudad de Ceuta. - ¡Es preciosa! Desde el cielo parece una perla.- Si, si, la llaman la perla del Mediterráneo, bueno y ¿qué es lo que está buscando por aquí? - A mi amado.- Asómate al mirador y verás todo el mar, a lo mejor lo encuentras donde menos te espera.- Iris se fue hacia donde le había dicho el Pavo Real y vio a lo lejos una barca que se mecía en la orilla del Salchal. Corrió cuesta abajo, y cuando llegó se subió en ella, cogió las palas y empezó a remar hasta que se quedó sin fuerzas. Al atardecer, cayó rendida y se durmió quedando la barca a la deriva de las olas, adentrándose cada vez más y más lejos, hasta que una ola gigantesca la embistió volcándola, sorprendiéndola en la noche oscura. Entre suspiros y pocas fuerzas se agarraba a ella encaramándose como podía. De repente vio una luz a lo lejos, parecía un lucero resplandeciente. Iris se restregó los ojos y empezó a remar hacia esa luz que la guiaba a la salvación. Cada vez se sentía más fuerte y más segura, y cuando llegó al lado vio que era un gran torreón en lo alto de un espigón, enorme y poderoso. Se sentó junto a él y éste sonriéndole le guiñó un ojo. Iris se quedó prendadita de él, ¡al fin lo había encontrado!- Gracias, me ha salvado la vida.- El Faro no paraba de mirarla, tan bella y bonita como era su cara y le preguntó cómo se llamaba.- Iris, y ¿tú? - Me llamo Ernesto y soy el guardián del Faro de Ceuta, y ahora dime, ¿qué andas buscando por estos lugares? – Busco a mi amado.- ¿Cómo quieres que sea tu amado? - Me gustaría que fuera dulce, amable, tierno, cariñoso, romántico, comprensivo y muy tolerante, pero sobre todo, que atrape mi admiración y que continuamente me esté sorprendiendo.- Vaya, si que pides cosas ¡eh! ¿Qué piensas ofrecerle a cambio? - Yo le regalaré mi vestido de Siete Colores y le entregaré mis noches y mis días, un montón de besos y le llenaré la vida de alegría.- Pues no busques más porque yo seré tu Fantasía… 



 



             
    



No hay comentarios:

Publicar un comentario