Quisiera estar contigo en éstos momentos…Siento
un vacío en mi cuerpo tan grande que no lo puedo contener, como si me faltaran
las manos y los pies…Es la misma sensación que tenía en mi pecho cuando me
enamoré por primera vez, que estaba deseando que pasara el sábado y el domingo
para ver a mi chico en la clase de bachiller, los lunes por la mañana… ¡Qué
largo se me hacía el fin de semana! Me parecían eternos… ¡Qué cosas más
extrañas Dios mío! Y tan sólo era para tirarnos las horas muertas mirándonos a
los ojos… éramos tan críos…Era el sentimiento más bello y hermoso del mundo
para mí en aquellos años de inocente juventud, y ahora, fíjate cómo me
encuentro por dentro, con los mismos síntomas de entonces, a pesar de haber
pasado tantos años…pues…Dicen las malas lenguas que el amor no tiene edad, y
verdad debe ser cuando siento en mi pecho esa ansiedad de volverte a mirar, de estar
contigo…y comerte la boca a besos…Tengo unas ganas de abrazarte, de decirte
todo lo que me salga del alma…que no lo puedo comprender, pero es algo así como
un popurrí de…Te quiero… te amo, te necesito…pero…chiquillo, ¿qué has hecho
conmigo que me tienes alocados los sentidos…? Tontita, me veo tonta en el
espejo, y a mí estas cosas ya no me pegan nada…pero no es más que oír tus
frases apasionadas y llenitas de deseo, que me entran unos cosquilleos, y un no
sé qué, que no lo puedo explicar…Estoy enamorada como una perra de un tipo, que
no para de escribirme frases ardientes de pasión, y me está seduciendo las
carnes de una manera de lo más descarada, pero luego se pasa varios días como
si tal cosa, más bien cuidando cada palabra, y como dándome a entender que
conmigo no quiere nada, ¡vamos, un enigma! Está acabando con mi paciencia…pues…Tú
no sabes a quién te enfrentas, y yo te juro por todos los santos del mundo, que
me dan ganas de ir a tu casa, llamar a tu puerta y arrasar contigo desde el
pasillo hasta tu habitación…Echarte en la cama de un empujón y hacer contigo
todo lo que me pida mis entresijos…hasta que me quede sin aliento y sin
suspiros…pero toda satisfecha…y…llena de ti…y, ¿sabes que te digo…? Que luego me
recogeré el pelo, me pintaré los labios, y me alisaré el vestido con las manos
para que no se me note ni un revoltijo…Y después me daré la vuelta con fuerza
para que veas la hermosura de mis carnes tras los encajes, y te quedarás con la
boca abierta…Porque ya está bien, eso de provocarme los sentidos con lo que tú
llamas pensamientos impuros, y dejarme con las ganas de saber cómo son de
pervertidos, que para tenerlos y no llevarlos a cabo, mejor te callas… y no que
estás acostumbrado a dejarme cada mañana con la miel en los labios…Me llamas,
me dices que me necesitas, que me quieres y que te gustaría estar junto a mí…y
eso vida mía…Eso tú no me lo puedes decir con tanta alevosía y frenesí…pues… Despiertas
en mí unas pasiones y unos deseos tan descalabrados, que no te puedes imaginar…pero…Te
diré que son verdes como la hierba de los prados…Al momento vino a mi casa
montado en su bicicleta, llamó a la puerta aporreándola con loca desesperación,
y nada más abrirle, se me queda mirando de arriba abajo con una desfachatez y
un descaro, que no pude contener la risa. Parecía que tenía la edad del pavo, de
lo floja y pazguata…Era una escena de lo más cómica, al ver todo un tiarrón
ante mí, como un muchacho desorientado, con los ojos desorbitados de pasión…Lo
agarré del pecho y se lanzó derecho a mi cuello como si fuera un vampiro…Tenía
las manos ligeras y con mucha falta de educación…Estaban sueltas y atrevidas, con
ganas de perderse en el triángulo de las bermudas…Lo miro a los ojos, y le rozo
los labios para que sintiera el terciopelo de mi lengua…y le digo al oído…Detente
amigo, que hay mucho peligro por esos lugares…En éstos momentos la cosa está que
arde…Lo mejor será que te quedes quietecito y en pie sobre la pared, que mires
por los alrededores del monte y observes el paisaje que se te ofrece, y te
recrees mirando toda la hierba verde que crece junto al valle…las ramas de los árboles
y los girasoles…Y yo mientras tanto intentaré escalar por el pirineo aragonés…pues…Me
encanta trepar cuesta arriba despacio y con buena letra, con cuidadito de no
caerme, porque si no, tendría que empezar de nuevo desde abajo…y mientras él se
quedaba en el prado retozando con la imaginación disparada por los aires, lancé
la cuerda al primer sobresaliente que había en medio de la escalada, y agarrándome
con todas mis fuerzas, logré llegar hasta él sentándome a horcajadas…y como una
valquiria sobre buitre leonado, surcamos los mares del sur… y juntos navegamos
por los cielos como los mismísimos ángeles del infierno…
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