jueves, 4 de abril de 2013

INQUIETUD.-





Dicen las malas lenguas que soy una boca parlante y no hay quién me aguante. No todo el mundo tiene ese don, y lo mismo que hay quien me animan a escribir un montón, y es tal la confianza que tienen puesta en mí, que ya de poeta me veo, ¡mire usted! Así que díganme por favor, ¿qué debo hacer? Sigamos escribiendo, al menos eso intento...
Y os juro que de verdad lo intento y hasta que me quede el último aliento, incluso antes de morir, que en la Ciudad de la Duda, no me podrán echar en cara nunca, que no tuve un instante, ni el rato, ni el momento, de todos los nominativos y adverbios abstractos, 
que en el sentimiento están rondando, tan sólo un lapsos de la duda, la vida te la cambia y te la muda en el porqué dudé, ni siquiera aún, ni un segundo del titubeo... Ni el ahora ni el después, ni el antes y menos todavía, que no lo intenté, pues siempre, siempre, ya quiero, he querido y querré... Y antes de morir, mi suspiro será en insistir que editen mi libro. Se lo encargaré a mis hijos, incluso a los nietos, que tendrá que llegar el momento de salir a la luz. Y no es por bello, ni por bueno, ni siquiera por su caligrafía o las faltas de ortografía, que por ignorancia van saliendo. Quizás es de poca inteligencia y a la gente les entre y le salga por las orejas, y no sea interesante, ¡por supuesto que lo acepto! Pero de mi tierra está inmersa y eso es lo que me interesa, pues reflejar querría, la alegría de haber nacido en Ceuta... No me gustaría llegar a los ochenta años, preguntándome por qué no hice aquello en aquél momento. una persona debe hacer las cosas que le dicten el corazón, en el momento que sienta esa inspiración, si vives con una duda, no serás feliz nunca, solamente tenemos una vida, y hay que realizarse con las cosas que verdaderamente te inquietan.

Una inquietante inquietud que me inquieta de los pies a la cabeza, desde que la mente despierta, pasando por la adolescencia, y después la juventud, de repente en la madurez, estando mamá ya muerta, me dice la conciencia que me decida de una vez.

¿Qué más tendrá que suceder, para que esta inquietud se vaya a otra latitud de mi ser? ¿Cuántas personas, de algún modo no les gustaría contar de su vida un poco? 
Creo que lo mejor para mí es dar rienda suelta a mi interior y escribir, escribir y escribir...

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