- 2 -
A partir de entonces, esperaba con ansiedad los sábados para irnos a
bailar al Casino Militar. Lo malo era que yo no podía ir tan bien vestida como
las demás chicas, que casi nunca repetían, pero Julia siempre me prestaba sus
vestidos, además, lucía cualquier cosa que me ponía. Mi madre siempre me estaba
diciendo que era la envidia de todas las hijas de las vecinas por que era la
que valía más, y eso me hacía sentirme importante. Cuando tenía menos edad,
pensaba que no era tan guapa, y tenía muchísimos complejos. Por eso siempre
agradecía a mi pobre madre que me estimulara tanto.
A los quince años, me dio por verme horrorosa en el espejo. Que si culo
gordo, que si poco pecho, que si barrigota, que si espalda encorvada, y un
montón de cosas más, que si las enumerara estaría toda la vida, por no decir la
cantidad de granos que me salieron en la cara. De todas maneras, Julia y yo
éramos las que más destacábamos los sábados noches y nunca, nunca, estábamos
sentadas esperando que algún muchacho decidiera sacarnos a bailar. En los
guateques nos atrevíamos solas, pero aquí, en el salón, eso no era prudente, y
ni se nos ocurría.
Mi primer baile de salón, ¡Dios mío! Todavía lo llevo grabado en mi
alma. Primero por el detallito de la dichosa pulsera, y luego, lo más
importante para mí, por Jaime. Todas esas sensaciones de verme tan guapa, como
me dijo el hermano de Julia.
Jaime, Jaime, me quema la boca al recodarte. Jaime, mi primer amor, mi
primer beso, mi primera relación sexual. Jaime mi verdadero amor….Mi querido
Jaime...
Yo estaba locamente enamorada de él, pero hasta ahora no se había dado
cuenta de que existía. Siempre me había visto como la amiga de su hermana,
apenas sabía de mí, y eso que yo sólo vivía para él. Todas las tardes de
verano, esperando ir a su casa, sólo por verlo, ¡me importaba un rábano que
tuviera novia o no! Tan bello como era ¡Dios mío! Tan guapo, tan alto, tan fino
y tan culto. ¿Cómo puede ser el hombre tan presumido y vanidoso, que hasta que
no ve lo que puede perder se adelanta a los acontecimientos? No se dio cuenta
de mi verdadera existencia hasta que me vio rodeada de los jóvenes. La mayoría
hijos de capitanes y coroneles. No cabía en mí de gozo. Estaba entusiasmada
ante tantas solicitudes, todos peleando por mí. Por un momento pensé que era la
más bella, incluso creo que era la primera vez que aventajaba a Julia. Ella que
siempre había sido el centro de atención de todas las miradas, ahora era yo.
Apenas podía creérmelo y sonreía para mis adentros. Julia y yo nos miramos cómplice
de tanta felicidad compartida.
Toda la noche bailando sin parar al ritmo de la música del momento, y
cuando la orquesta tocó un tango, Jaime me sacó a bailar, y yo como si
estuviera hipnotizada lo seguí, dejándome llevar por su mirada ardiente, sus ojos
hechizantes, sus brazos fuertes, su olor a hombre mayor, seguro, sabiendo bien
lo que quiere, acariciándome los hombros y la espalda, después bajando sus
manos, sujetándome la cintura, arrimando su cuerpo al mío, mientras sus
palabras en mi oído me decía que era la más bonita y preciosa de todas, que le
gustaba y que estaba loco por mí. Un millón de mariposas volaron por dentro de
mi cuerpo y entonces supe lo que era temblar, respirar mal, y para colmo, la
lengua me la comió el gato. Es por eso que ahora les pido perdón a los que
antes desdeñé.
Ahora que estoy en otra parte de mi vida o de mi muerte o quizás tal
vez ni siquiera sé dónde estoy… Ahora que estoy más allí que aquí, o como se
dice normalmente, ahora que estoy con un pié en la tumba, ¡qué horror! Ahora
les pido perdón a todos los que antes desprecié. Sé lo fría que he sido con los
bajos, los dentones y los inseguros. Con los que tenían los dientes picados y
los que se ponían nerviosos. Les pido perdón por haber sido tan cruel, pero en
aquel momento no era consciente de lo que sentía. Ahora sí, ahora me doy cuenta
de lo superficial que fui. Lo mismo que al recordar el gran amor que sentí por Jaime
que antes de aquél momento me ignoraba, y cuando me vio cortejada por los demás
muchachos, se fijó en mí.
Antes de despedirnos, me dijo en el oído que lo había pasado muy bien y
que al otro día vendría con Julia para oír la misa de doce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario