viernes, 3 de marzo de 2017

LOS GRITOS DEL CORAZÓN.- (MICRORRELATO)



¡Oye tú! ¿Quién yo? Sí, sí tú…Si tú te has creído que voy a correr tras tus brazos llorando como una magdalena…estás muy equivocado…Si tú te has creído que estoy penando y llorando por volverte a ver…estás muy equivocado…pues…Gracias a Dios que ya te he llegado a conocer. Antes no, la verdad, y bien que me has utilizado, pero bueno, que yo estaba de acuerdo porque te quería…o eso creía, pero ahora sé a quién me enfrento… Lo conocí hace más de cincuenta años en la tierra que me vio nacer. Entonces era una jovencita de dieciséis, y él estaba haciendo la mili allí. Tenía veintiuno y cada vez que pasaba por su lado me siseaba y me piropeaba…Reconozco que era muy precoz para mi corta edad, pero me encantaba. Era guapo y estaba como se dice hoy en día, para hacerle un favor…Me tenía loquita, me gustaba muchísimo…No sé cómo, el caso es que siempre coincidía con él por las tardes alrededor del cuartel, ya que era el camino para ir a la academia de corte y confección con mis amigas, pues en aquella época todas las jovencitas íbamos a aprender a coser, cosa que con el tiempo me ha venido muy bien…Un domingo, al salir de misa me siguió hasta mi casa, y yo que estaba deseando, me dejé acompañar. Una cosa llevó a otra hasta que nos hicimos novios…y me dejé besar y algo más…Fue el primer hombre de mi vida y el único hasta que acabó la mili… Se marchó a su tierra y ahí se acabó la historia de amor más grande, que lloré hasta que me harté…El destino nos separó y nos volvió a unir después de treinta años sin saber nada el uno del otro…pues… Nos mudamos a la península y me fui a vivir a la misma ciudad que él. Nuestros caminos se volvieron a cruzar un día que venía de mi trabajo…Lo reconocí al momento, lo mismo que él a mí y como si no hubieran pasado los años, empezamos a hablar con la naturalidad de los adultos, y nos liamos a besarnos,  abrazarnos y algo más…pero… Ya no era el mismo hombre que yo conocí en mi adolescencia. Quizás era yo la que había cambiado de forma de pensar…pues…Eres muy superficial, sólo te gustan las jóvenes guapas y casi perfectas, sin arrugas en la cara, el cuerpo moldeado, además tienes la desfachatez de quedarte mirando fijamente todas las imperfecciones de la mujer y decirlas, cosa que jamás se me hubiera ocurrido decirte nunca, mi amor, porque yo te amaba tal como eras. Desde el primer día que me enamoré de ti, a pesar de los años pasados, sólo veía con los ojos del corazón, y gracias  a eso he llegado a darme cuenta de que sólo te enamoras de la imagen… Y ya que estamos hablando de la imagen, te diré algo que he callado por delicadeza y por no herir tu sensibilidad…Estás viejo, arrugado, gordo, patizambo, canoso y encima eres uniceja, tienes doble papada y te faltan dos dientes, que cada vez que te ríes aprietas los labios para que nadie vea lo feísimo que estás…Podría decirte más cosas, pero prefiero ser prudente, pues no me gustaría que te doliera en lo más profundo de tu ser, así que definiré muy sutilmente, para que te hagas una idea de cómo vemos las mujeres tu figura… Tu tronco es como un barril de vino, esos que están en las bodegas. El pecho te cuelga sobre la barriga, que empieza la curvatura  justo debajo de las axilas, con una panza tan prominente que dudo que puedas verte los dedos gordos de los pies, además, los brazos aparecen a cada lado como dos alambres de finos y cortos. Tienes la cabeza enorme y pegada a los hombros, desapareciendo el cuello por completo, y para colmo, andas como si tuvieras aletas en los pies, que cuando das los pasos, uno mira al este y el otro al oeste, así y todo, te he querido y amado hasta aquella mañana cuando te cruzaste en mi camino, después de varios días perdidos, que te pregunté…Si yo estuviera con otro, ¿crees que te lo diría? Dime, ¿me creerías? Rápidamente me dijiste…Si, porque entonces sería que me estarías engañando…Y si estuvieras enamorado de otra, ¿me lo dirías?…Sí, sí claro que sí…Entonces, ¿por qué no has vuelto a venir a por mí? Empezaste a decirme esto y lo otro, era como un murmullo de avispas a mi alrededor, sólo oía con la mente sorda, muda, callada…Y en el silencio de mi voz, escuché los gritos de mi corazón… Pienso ser la mujer más feliz del mundo entero y ni tú ni nadie ya me podrá detener… ¡Libre, libre como el aire me siento! ¡Corren! Corren mis ruedas por la carretera y alzo los brazos al cielo y grito… ¡Dios mío de mi vida, cuanto lo quiero! Y la melena se me va, se aleja de mí, se la lleva el viento, lo mismo que tú, que cada día te vas más lejos... Nuevos horizontes se abren ante mis ojos y me dicen que no todo es blanco, ni tampoco negro, que existe el gris a través de ellos...Pues...Hay un nuevo renacer entre el hoy y el ayer...Viene con las manos limpias, vacías de mentiras y falsedades…llenas de amor…y me ha susurrado en el oído un aire fresco... Es un hombre que me enamoro los sentidos y el alma arrancándome los suspiros con sus besos de caramelo... Me abraza hacia su cuerpo para que sienta los latidos dentro de su pecho…se queda quietecito y me dice... ¿Lo oyes? Sí, sí...los oigo latir… Está latiendo por ti porque me pones a mil...Y me río, siempre me río…no sé por qué…me hace gracia su interés… Luego me mira a los ojos y me dice... Me gustan tus pecas, me gusta tu pelo castaño y me encantan tus ojos negros, pero lo que más me gusta son las marcas del tiempo en tu sonrisa de terciopelo, y esa nariz respingona que te hace niña respondona…Y le sonrío otra vez…Después me besa los labios y me llena la boca de pasión y se queda callado, en silencio, conteniendo la respiración…esperando mi reacción, y yo me lo quedo mirando con los ojos cerrados y le digo muy bajito... Me tienes desbaratadas las ansias de vivir y perdida la razón... y se deja hacer entre los rizos de mi pelo negro en un abrazo infinito de tirabuzón…Esos son los que me gustan a mí, los que me hacen sentir viva y enamorada…eternamente enamorada del amor y de sus armas secretas para seguir siendo una quinceañera siendo abuela…Esto es lo que quiero para mi alma y mis encierros, donde más feliz me encuentro…Y como una leona despeinada, arremeto con ganas y con fuerzas contra las teclas, que se presentan osadas y dispuestas a no dejar títeres con cabeza, y me vacío por dentro escribiendo los susurros del viento, escuchando y mirando con los gritos de mi corazón…

No hay comentarios:

Publicar un comentario