A
veces me imagino que sigues conmigo…Cómo será que van pasando los años por mi
vera y aún me creo que tengo dos primaveras, será porque cuando tú me miras me
chispea el alma de alegría y de sentirme tan querida…Estaba caminando
tranquila, sin prisas, pues sólo pensaba atrapar frases para poderlas plasmar
en una aventura plagada de pasión, y es que llevo tantos días sin saber de tus
besos y abrazos, que ya me están faltando, fíjate, lo mal que me acostumbraste
mi amor, que ya no puedo estar ni un solo día sin verte, lo mismo que te ocurre
a ti, que vas bufando como un perro callejero buscándome por todas partes, echando
maldiciones por los cuatros costados, ¡vaya que sí! Que me lo dicen los tientos
de los demonios que tienes dentro, porque te transforma en un ser diabólico
cuando llevas tiempo sin saber de mí…Que el otro día me vistes pasar y te diste
la vuelta para tropezarte conmigo, y haciéndote el desentendido me rozaste el
cabello con tu aliento…Tranquilo, paciente, espera, que habrá otros momento para
la primavera de mi cuerpo…Me viste pasar y me seguiste y yo que lo sabía empecé
a coquetear con mi amigo y te quedaste mirándome echando fuego como si fueran
diablos ardiendo en el infierno…Y si yo te dijera lo que pienso cuando me
miras, te echarías a temblar y te irías corriendo…Y me miraste con un descaro,
ahí en frente, para que te viera bien, con una chulería que te envolvía de
arriba abajo, y yo, dándome por aludida te miré, reteniéndote la mirada, de una
manera que casi te caes de espalda, parecíamos dos animales enfrentándose a una
lucha interminable de a ver quién es el más fuerte...¿Qué te creías que eres el
único que sabe decir picardías con los ojos? Que parece que tienes dos bengalas
de fuego en la cara y en todo el cuerpo, ¡menos mal que me retuve a tiempo! Porque
al momento saltaron chispas por todo el cielo como si fueran cohetes y se iluminaron
mis sentimientos…Escribir bonito, alegrar la mente y volar bajito hasta el
infinito…traspasar fronteras con la pluma bella de mis pelambreras…rodar por
calles donde está la iglesia de mi alma entera…Y es que tienes una fuerza y un
poder en la mirada que me habla sin palabras…Y me grita con la voz muda de lo más
hondo de tu silencio, que cuando vamos a querernos de nuevo…Y a mí que me gusta
más una odisea rocambolesca que una cena romántica y de ensueño, te sonrío con
un ojo cerrado y otro abierto, y te susurro al oído que lo único que quiero es enroscarme
por tus piernas como una serpiente, inyectarte la sangre de mi veneno y
arrastrarte hasta mis adentros con el animal que llevo en el cuerpo, retorcerte
el cuello con mis entrañas y me sientas toda entera entre pecho y espalda, y
que me grites al oído, loca, loca… Que me tienes loca perdida con tanto
miramiento, que me desnudas cada vez que paso por tu lado, que hasta me
despellejas de arriba abajo con esos resoplidos que salen de tu garganta y me
hueles el cuerpo con el olfato de carnero degollado, que parece que nunca te
han tumbado en un pajar y te han comido el cuerpo entero a mordisco limpio como
si fueras un churrasco asado, parecemos dos animales entregado a la juerga de
la berrea…¡fíjate como me pones que parezco una mujerzuela, que hasta estoy
perdiendo la compostura con tanto restregarme por la cara tus ardientes
pensamientos, que ya me están entrando unos sudores por todo el cuerpo cuando
me miras con las llamas de tu fuego, y es que te deseo con las ansias de una
mujer mala…Si, si…esas que dicen por ahí…Esa es una mujer mala, de la vida…No
mi amor, de la vida tuya y mía, y mala porque tú me provocas a pecar, me
arrancas las ganas de besar y aún más allá…Mira que siempre fui una mujer
recatada, casi sumisa, honesta, hasta me asustaban las cosas esas feas y malas
que muchas me contaban que hacían cuando estaban en la cama y yo me ruborizaba,
fíjate, en lo que me he convertido que ahora todo me da igual y lo encuentro
hasta normal, y hasta me atrevo a
pedirte cada día un poco más, y te hablo al oído bajito…y te susurro palabras
ardientes de amor, no de amor, no, son palabras de puro y encarnizado sexo
compartido que sólo te las digo a ti mientras te acaricio lento y despacito, porque
hasta me avergüenzo el decirlas alto y por eso te las repito muy bajito, y tú
que me escuchas sacas ese demonio que llevas escondido y me arrastras hasta el
infierno…Madre mía cómo me gusta bailar contigo esa danza alrededor del fuego y
saltar por lo alto como en las verbenas de San Juan, de esa manera tan loca y audaz,
sin temor a que nos vean arder desde la cabeza a los pies…como si fuéramos dos adolescentes
a los que se les negaron crecer…Estaba sentada, tranquila, pensativa, casi
ausente, pero una chispa de tus ojos se cruzó con los míos y me quemaste con el
fuego de tu mirada…y es que cada vez que te veo me sacas el animal que llevo
dentro…
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