Me ama, me ama, me ama...Me decía sonriendo mirando hacia todas
partes, no podía creer aún lo que había pasado entre nosotros hace unos
momentos…pues…Cuida de mí, me protege de los desalmados, me dio más de mil
besos en las manos, en los brazos y yo seguía hablando sin parar contándole mis
cosas, mis sueños, las inquietudes de mi sentires, y él sólo me abrazaba por la
cintura, luego me miraba fijamente a los ojos, sorprendido, como si fuera la
primera vez que estaba conmigo…después se paraba en medio del camino y
acariciaba mis cabellos y se llevaba la yema de los dedos a los labios como si
quisiera retenerlos…Seguí andando con el corazón desbocado, no podía imaginarme
que lo vería frente a mí…me estaba esperando con una sonrisa en los labios…aligeré
el paso…lo había echado tanto de menos que de un salto me encaramé a su cuerpo
y le di más de mil besos…apenas podíamos respirar…caímos rodando sobre la
hierba, y como siempre, cuidando de mi cintura, mi espaldas, todo él era pura
delicadeza… seguimos abrazados hasta que se agotaron los suspiros y cuando el
grito atravesó las barreras del silencio, caímos unos en los brazos del otro
extenuados y agradecidos a ésta pasión que nos atrapó en esa edad, donde tan
sólo la juventud hacen diabluras por amor…pues…Estamos enamorados, locamente
enamorados y por eso siempre lo estaré esperando, pero…Antes de ahora iba
despotricando y jurándome a mí misma que jamás volvería a caer en sus brazos,
¡pobre de mí! Con tal que me guiña un ojo caigo rendida a sus pies…es que estoy
enamorada de él, ¿sabes? Y no puedo resistirme, me tiene dominada, pero no me
importa, ¿te enteras? Me da igual lo que piense de mí, me gusta mucho, me
encanta cuando me mira…tiene una mirada tan ardiente…es como si me comiera con
los ojos y eso me vuelve loca, pierdo los sentidos, me excita…debe ser que soy muy
débil y él lo sabe y por eso se aprovecha de mí…Me tiene corrompida la sangre
de veneno, su veneno…Sí, sí, eso debe ser, porque cuando se va vuelve al poco
tiempo, pero durante su ausencia lo siento en mis adentros regándome las
arterias como puro fuego, y paso las noches en vela pensando en la llama de su
deseo…Reconozco que hace conmigo lo que quiere, no tengo voluntad ni amor
propio y por eso se permite el lujo de aparecer y desaparecer cada vez que le
viene en ganas… hasta que me harte, ¿te enteras? Porque una se harta de tantas
idas y venidas, vayas tú a creer que soy de piedra, y voy a estar sentada esperándote
como si fuera la novia de un marinero que se tira en alta mar dos y tres meses…No,
no, para nada, que una está todavía de muy buen ver y tiene sus necesidades
como cualquier persona, y eso de estar pendiente sin saber dónde estás y con
quién, es el peor martirio que pueda sentir una mujer, ¿te enteras? Que me
comen los demonios de los celos, y los malos pensamientos me arrastran a pecar
con el primer tío cachas y guapo que me encuentre por aquí, porque haberlos los
hay a punta pala, ¡vaya que sí! Que con tal que chasco los dedos aparecen tres
o cuatro a la par, y ya que una se pone en ello, me tiro al más joven y guapo
del barrio y tan campante, que para estar con un tipo normal y corriente
siempre habrá tiempo, así que de ahora en adelante vas a saber lo que vale una
mujer, sobretodo yo que ya estoy cansada de esperar, ¡atente a las
consecuencias! Y luego no me vengas llorando como haces siempre, ¿te enteras? Me
ignora, no me escucha y se va tan campante, lo sé…pues…Lo quiero, lo amo y esa
es mi perdición, y por eso más de una vez he estado a punto de serle infiel,
bueno tanto como eso no, porque las veces que lo he intentado no he podido, y no
es porque el tipo no se mereciera un pequeño abrazo o no estuviera como un tren
de bueno, pero…Una fuerza misteriosa no me deja, es como si estuvieras observando
cada movimiento de mi cuerpo, y eso, amor mío, eso mataría toda la confianza
que tienes en mí…Mis sentimientos que son tuyos, mis gemidos de placer que tan
sólo tú sabes arrancar de mi pecho cuando me acaricias con deseo, ese deseo que
te envuelve y hace que siempre vengas a por ellos…es como si necesitaras
escucharlos cuando te alejas de mis brazos, y yo que siempre te espero, salen
liberados y airosos gritando al viento, ¡madre mía cuánto te quiero! Y tú rendido
y exhausto sigues enamorado de mis labios como si fuera la primera vez que nos
besamos…pues…Te enamoraste de mis besos, me lo dijiste una mañana en la esquina
de la calle cuando te pillé desprevenido y te quedaste con ganas como diciendo…Tengo
los labios ardiendo…Te gustan, ¡vaya que te gustan! No me puedes engañar, y por
eso crees que los puedes olvidar en la boca de otra mujer, y esa es la ventaja
que tengo sobre ti, ¿verdad? Que no hay mayor locura para un hombre que perderse
en un laberinto de pasión, cuando una mujer lo besa con la lujuria de la traición…
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