domingo, 27 de noviembre de 2016
LADRONA DE FRASES.- (MICRORRELATO)
¡Madre mía...qué canción tan
bonita...! Me encanta estar en mi salita, viendo la noche oscura, y yo aquí
atrapada entre las teclas de mi ordenador escribiendo frases que me salen del
corazón...Cuando estaba en primero de bachiller, entonces tenía diez años, hice
una redacción sobre el Higuerón...Mis padres habían enviado a mi hermana Loli a
pasar una temporada con unos tíos míos que fueron a visitarnos a Ceuta, y a su
regreso, la tita Dolores se la llevó. Cuando volvió, me contó cómo era esa
aldea o barrio cercano a Córdoba, no lo sé muy bien, el caso es que la señorita
de lengua, nos mandó hacer una redacción y la hice tal como mi hermana me
contó...era la primera vez que me ponían un sobresaliente, además que la puso
de ejemplo de bien redactada...Creo que nunca me había sentido tan orgullosa de
mí, porque en las demás asignaturas siempre sacaba de cuatro para abajo…es que
me aburrían un montón... menos mal que en gimnasia era la primerita en
todo…Nunca olvidaré sus palabras halagando mi redacción, parece que la estoy
viendo con el folio en alto, mirándome y diciéndole a las demás alumnas que así
es como se escribe…Esa profesora descubrió en mí el amor a la escritura y desde
entonces no he parado...¡me apasionan las letras…! Y leer, ¡oh! eso uno de los
placeres más bellos del mundo...Cuando cumplí quince años mi madre me regaló un
diario...para mi Fifita...dijo...que tanto le gusta escribir...Se me saltan las
lágrimas al recordarla cuando me llamaba Fifita, era la única que me llamaba
así y sonriendo, siempre con esa sonrisa pintada en sus labios…Tenía las tapas
acartonadas en color rojo y un pequeño candado con su llave y todo...¡Ay madre
mía cuánto me diste! Si tú supieras la alegría que me daba llegar a casa cada
tarde…estaba deseando de abrir mi diario y contar todas mis cosas, ni te lo
imaginas...era de lo más emocionante…luego lo leía y releía varias veces y mi
alma me sonreía, sobre todo cuando me enamoré de aquél chico tan guapo…ese que
decía que era mi primer amor…¡qué cosas, Señor! Ahora no me acuerdo ni de su
cara...¡qué pena...! Pero entonces me descarnaba en mi diario…a veces lloraba
en un derroche de palabras llenas de tristeza…y cuando las dejaba plasmadas
allí, lo cerraba y lo escondía…no quería que nadie supiera de mis
emociones…Desde entonces empecé a escribir más...De mi cabeza empezó a brotar
las palabras que sin buscarlas llegaban...eran como si me hablaran y los
cuentos que me inventaba...Recuerdo que en la clase de labores, los viernes por
las tardes, las compañeras de clase me rodeaban para escucharme, y yo empezaba,
no sé cómo, pero una frase seguía a otra, era como una cadena de situaciones
rocambolescas, donde los caballeros se batían a duelo por el amor de las
princesas…también aparecían hadas con su varita mágica y brujas malas y feas
hacían presencia en un lugar muy lejano...Entre labores se pasaba la clase en
silencio, no se oía nada más que mi voz, que sin parar de contar las dejaba con
la boca abierta...A veces la señorita me mandaba callar, y estaba un par de
minutos sin decir nada, pero ellas querían saber cómo acababa el cuento y sin
darme cuenta les susurraba muy bajito, ¡cómo me acuerdo! Todas las cabezas
pegadas a mí, mientras aguja y dedal se interponía, casi picándonos los ojos o
la nariz…al momento alzaba la voz y entonces me llamaba al estrado y me
decía...Venga señorita Felicidad, siga contando eso que parece tan
interesante...Señorita, es que les estoy contando un cuento…Pues siga usted…Y
seguía contando mi cuento inventado...pero ella no me creía...me decía que lo
había leído...No señorita me lo acabo de inventar...Ahora que han pasado los
años sigo inventándome historias, la mayoría me nacen en el corazón...Escribo a
golpes de latidos, pues no sé escribir de otra manera...Me gusta contar relatos
sobre amores y desamores, aventuras y desventuras de hombre y mujeres en edad
madura, me encanta ponerlas en situaciones apasionadas de amor...descarnarlas,
mostrar todas sus debilidades…Me invento cuentos basado en la vida real...o
pudiera ser que coincidiera, no lo sé...tal vez pudiera ser que alguna mujer se
viera reflejada en mis relatos, los siento tanto que hasta los vivo como si
fueran míos…Les doy aliento con mi sentimientos y procuro no herir la
sensibilidad del lector…Muchas noches me despiertan algunas frases y me levanto
rápidamente para anotarlas, porque a la mañana siguiente no las puedo recordar,
eso es algo me que suele ocurrir, no sé por qué…Mis relatos se basan en lo que
me rodea, por eso voy con mi cuadernillo de notas por esos caminos de Dios, y
como una ladrona de frases me siento, escribiendo las palabras que atrapo al
viento…
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