martes, 30 de enero de 2018

PERDIDA ENTRE TINIEBLAS.- (MICRORRELATO)



Dicen las malas lenguas que la rutina mata el matrimonio, y eso es lo que pasó en el mío, que después de los quinces primeros años de casada me ignoraba…y no me decía nada…ni te quiero guapa, ni había pasión en sus palabras y menos entre sábanas…Yo quería casarme antes de los veinticinco y me casé, ¡vaya que sí! Que lo más que temía era quedarme soltera y para vestir santos…Tonta de mí, que el primero que pasó por la puerta le pidió la mano a mis padres, y allá que me veo en lo alto del altar vestidita de blanco y con un anillo de oro reluciendo en el anular…Al cabo del año nació mi primer hijo, luego el segundo y el tercero  poco después sin buscarlo y por casualidad. El caso es que en menos de siete años me veo todo el santo día metida entre pañales, biberones, fregando platos y haciendo comidas…Ya lo decía mi madre que en paz descanse que un hijo no es ninguno, dos es uno y tres carga es, ¡vaya que sí! Que no se equivocaba, que no paraba desde que me levantaba hasta que me acostaba, además ninguno llegó con un pan bajo el brazo…No, no, para nada que estuvimos los dos trabajando para sacarlos adelante, él encargado en unos grandes almacenes, y yo de modista, que en mis horas libres me dedicaba a arreglos y algunos vestidos que les hacía a las vecinas. Gracias a Dios que en mi época estudiantil tenía clase de labores en el instituto, y luego como no quise seguir estudiando, me dediqué a holgazanear esperando que me saliera un novio para que me mantuviera el resto de la vida, ¡qué equivocada estaba madre mía! Entonces eran así las cosas, la manera de pensar de las jovencitas de mi generación, y de las madres, que lo primero que me compraron fue una máquina de coser, la batería de cocina y el ajuar…El caso es que entre criar niños y costura se me pasaron los mejores años de mi juventud…Y por eso estoy aquí…Deshojando una margarita, la misma que de jovencita iba arrancando hojitas con todas mis amigas repitiendo…Sí, no…Sí, no…Triste y ojerosa amanezco cada día, apesadumbrada perdida, rota mi alma hecha pedazos…Es tanto lo que te necesito que se me rompe el llanto a quebrantos…apenas me quedan lágrimas que derramar, tan sólo estas preguntas sueltas al azar…Dime, ¿qué pasa contigo? ¿Qué piensas hacer? No me dices nada...Me acostumbraste a verte todos los días, a sentir tus manos en mi cintura, que me dabas unos besos tan apasionados y arrebatadores que me dejabas sin respiración…Tenías unas ansias por tenerme estrechamente apretada contra tu cuerpo, que me embriagabas de ardor…Tus suspiros junto a los míos sonaban como una balada de pasión, acompasados y entrecortados con la cadencia de tus caderas meciéndose en la candela de mi voz…Éramos amantes, sólo amantes…Te cruzaste en mi camino observándome de arriba abajo y me hiciste sonrojar rescatando de mi alma aquella jovencita que una vez fui…Y ahora ya ves, con la edad que tengo necesito verte todos los días como cuando era adolescente, que ansiaba estar con mi chico a escondidas de la gente, en lugares oscuros y solitarios para besarnos…como si eso fuera algo malo…Era lo único que teníamos…Más o menos como tú y yo en estos momentos de nuestra vida, que a pesar de los años siento como antaño…pues…Has despertado en mí unos sentimientos tan fuertes e intensos que si no te veo muero de amor y deseo…y me abruma el desaliento…Necesito abrazarte fuerte, sentirte en mi pecho, saber que eres mío, que me amas, y que me quieres...No me tengas en el olvido, quiéreme con ardor, mírame a los ojos y bésame con pasión…Cuéntame tus penas y dudas, no me aísle por favor, ni me des de lado, mira que con tal que pasan días sin saber de ti se me llena la cabeza de oscuridad y no veo más allá que mentiras y maldad…Me duelen los pesares de mis recelos, que los tengo embargados de amargura por la lejanía de tu distancia a la mía…Quisiera ser sabia para adivinar tus pensamientos... ¿Qué es lo que pasa por tu mente que me inquieta y me desgarra? No me habla, no me dice nada…pero…Algo ocurre en tu interior que lo oigo en mi corazón...Sé que me tienes en el olvido, que no quieres saber de mí, lo sé, vayas a pensar que no lo sé, ¡fíjate si te conozco bien! Tantos años compartiendo penas y alegrías da para muchos pensamientos, y los nuestros están siempre juntos, llenos de dudas, de celos y sentimientos…pues…Es como una fuerza desgarradora que nos hace cómplices a todas horas llenando nuestra mente de deseo a gritos y en silencio…Sé cuando me busca, me piensas y me deseas, también cuando no me quieres ver, como ahora, que te evades para que no pueda encontrarte, pero, ¿sabes que te digo? Que no me importa, que me da igual y que ya no sufro como antes…pues…Al final he comprendido que esto es lo que hay, lo único que tenemos…no hay más... Pero cuando te veo, ¡Dios mío cuando te veo! El corazón se me sale del pecho y empieza a trotar como un potrillo desbocado, y eso es porque te quiero y te amo de lejos y cercano, vengas o no vengas... Y es que somos amantes, sólo amantes, y esto es lo único que tenemos…Besos y abrazos a oscuras y a escondidas, siempre a escondidas y bajo el acecho de la sospecha…Dime que me quieres, tírame un beso, pon tus manos en tu pecho y cerquita del corazón, así sabré que aún me amas lo mismo que yo…porque…Si tú supieras lo que siento por ti, si tú supieras que muero de ganas por verte venir, si tú supieras lo que te echo de menos, vendrías corriendo como un rayo para aplacar éste sufrimiento, que tengo una angustia tan grande en el pecho que ando perdida entre tinieblas muerta de miedo…y navegando sola por la oscuridad…


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario