domingo, 14 de febrero de 2016

ANTES DE ACABAR LA NOCHE.- (MICRORRELATO)





Estaba caminando con mi cuadernillo de notas, cuando algo llamó mi atención, era como un flas de las máquinas fotográficas, que de repente cegaran mis ojos, pues a veces me pasan escenas extrañas pero al mismo tiempo cercanas, como si yo las hubiera vivido en otra dimensión o lugar de mi existencia…quizás un alma errante que desde el más allá acude a mí para que la retrate con palabras…Fue en ese mismo instante que me di cuenta que tenía que cambiar de aires, buscar un retiro para seguir escribiendo y aunque mis letras no traspasaran fronteras, sí que alegraban mi existir llenando ese hueco vacío de mi corazón. A veces me desbordaban tanto las palabras que tenía que echarlas fuera para que todo el mundo las leyera en el viento, pues para mí eran como lágrimas derramadas de almas desesperadas por salir a vivir un poco de amor por ahí…Eran las limosnas de amores que mendigaban mujeres y hombres… Algunas personas piensan eso de que una mujer se tiene que dar a valer sin declarar su amor a un hombre, sin ir en su busca, sin luchar, ese dicho tan generalizado que la mayoría de la gente suelta por su boca…Hay que darse a valer…O sea, que si una mujer llora por el amor de un hombre y lucha por él, ya no vale nada, ¿no? Te tienes que dar a valer quedándote esperando que el que te quiera que te busque…Hasta ahí lo puedo entender, pero como decía mi madre, los novios no vienen a buscarte a la casa, una ha de salir para dejarse encontrar… Aquí no se trata de tener más o menos orgullo o dignidad, no. Aquí de lo que se trata es de querer o no querer, amar o no amar y punto…En el amor no hay orgullo, en el amor hay entrega y ganas, muchas ganas para todo lo que conlleva la fuerza de la pasión cuando una está enamorada, porque parece ser que aquí los hombres son los que llevan la voz cantante, y los únicos que tienen derecho a decidir el que una mujer sea feliz con él o desgraciada sin él, pero vamos, ¿en qué mundo vivimos? ¡Pues no me da la gana y no me conformo! Tantas comeduras de coco, que lo único que hace es obstaculizar la vida de cualquier mujer, sea joven o mayor, sobre todo las que estamos en una edad peligrosa como por ejemplo yo, tantas trabas y temores como si fuéramos niñas pequeñas y tengamos que pedir permiso para todo, ¡jolines, que estoy harta ya de tanta mediocridad! ¡Porras! Que yo soy la dueña de mis actos…y…esclava de mis palabras…así de simple…Y por eso me lié la manta a la cabeza y les cuento…Estaba harta de todo y quería encontrar la felicidad y triunfar en uno de los mayores retos que una mujer enamorada como yo se había planteado, pues no estaba dispuesta a tirar por la borda la oportunidad que el amor me había ofrecido como una oferta de vida, para mi alma y mi corazón, pues al fin y al cabo había nacido para amar y ser amada tal como mi mente y mi cuerpo deseaba, y estaba pidiendo a gritos desde que lo conocí…Me di cuenta que aquí en la capital ya no me ataba nada. Era completamente libre y me encontraba en un momento de mi vida tan crucial, que tenía que decidir, si seguir atada y sin nada, o arriesgarme e irme lo más lejos del mundo y conocer a fondo al hombre que me había robado el corazón. No lo dudé un instante, me compré una maleta gigantesca, más bien parecía un baúl, lo llené enterito y me encaminé hasta la estación de autobuses…Me presenté en el pueblo aquél, en la otra punta del mapa sin pensar siquiera lo que me iba a encontrar, pues después de un año sin saber nada de él, para mí era una aventura a la deriva y sin retroceso…No había marcha atrás, además con el riesgo que hubiera conocido a otra y estuvieran viviendo juntos, pues para mí, que a éste le iba la marcha en cantidad, pero por lo poquito que lo conocía, necesitaba estar enamorado, más o menos como yo, que jamás hubiera estado con un hombre sin amor, porque a mí eso del sexo por placer, no me va...Ni me lo planteé, ahora o nunca…No estaba dispuesta a perderlo, tenía que luchar por el amor de mi vida y mi felicidad...Cuando llegué a la estación, según iba bajando los escalones del autocar, sentí mil ojos clavado en la figura de mi piel…Llegué a la plaza central arrastrando el maletón y todas las personas que estaban sentadas en los bancos de alrededor, se me quedaron mirando de arriba abajo como si nunca hubieran visto a una señora…Quizás las maneras y andares me delataban como mujer de mundo…no lo sé…puede ser que allí se conocieran todos los vecinos y creyeran que era una turista perdida…Pensaba liarla y armarla, así que como la que no quiere la cosa, pasé por delante de ellos, y entré en el bar donde sabía de antemano, que estaría jugando al mus o al dominó con sus cuatros amigos de la infancia. Todas las cabezas se giraron hacía mí, pues iba vestida con unos vaqueros y camisa a cuadros rojos y blancos tan bonita que hasta me rejuvenecía y estilizaban la figura…Después de tantas clases de Pilates para éste cuerpo, algo haría…Me había dejado crecer el pelo, y aparte de tenerlo rizado, me hacía guapa, guapa, en una palabra que estaba como para darme un buen revolcón, bueno, eso es lo me dijo uno antes de subir al autocar, y me hizo tanta gracia...Al momento nuestras miradas se cruzaron, pero me hice la desentendida, como si no lo hubiera reconocido, me di la vuelta y me dirigí a la barra del bar…Por favor, un cortadito…El camarero se quedó mirándome el rostro con una sonrisa insinuante…Yo sabía que todos los ojos estaban clavados en mi trasero…Había una máquina de esas que ya no existen ni en sueños, pero en ese pueblo tan pequeño sí…dejé caer una moneda adrede para agacharme, coqueteando con la mirada de los hombres que en ningún momento dejaron de observar mis vaqueros, y yo descaradamente, no paré de moverme provocándolos con toda la intención del mundo, y luego me di la vuelta echándome el pelo hacia atrás con una coquetería de lo más exagerada, pues ante todo quería llamar su atención…Acabé mi café y me dirigí hacia la puerta con unos andares de lo más bamboleantes que se pueda uno imaginar. Estaba decidida a llevármelo al huerto, aunque sabía que se estaba haciendo el duro de pelar, pero nada que yo no pueda conseguir...Tenía mucho que perder, toda una vida que dejé atrás, y esas perversas artimañas de mujer que cuando una se lo propone, no hay muro ni malecón que no derrumbe…Ese día me dediqué a supervisar la casa, que por medio de una vecina mía había alquilado a muy buen precio, y después me lié a ordenar toda la ropa…Al otro día era sábado…y en ese pueblo todavía se solía decir aquella frase tan antigua de…Sábado sabadete, camisa limpia y polvete…Ante todo quería impresionarlo, provocarlo de manera que le temblaran hasta las pestañas…No se lo iba a poner nada fácil, me tenía que ganar a pulso, ya que me dejó tirada como una perra al otro día de haber desayunado conmigo en aquella pensión, donde nos fuimos el mismo día que lo conocí…Fue un amor a primera vista…Así que me encaminé hacia la plazoleta donde pregunté por un lugar donde pudiera una bailar un sábado noche...Me puse una falda estrecha de tubo con una abertura que me llegaba hasta la mitad del muslo, todo hermoso y carnoso, como para hincarme el diente y empecé a andar delante suya, toda sigilosa, con unos movimientos de caderas de lo más sugerente y sexis, muy sexis…con unos botines de cordón que con mucho disimulo desaté, de manera que al pasar por su lado, hice como la me tropezaba y me agarré en la silla de enfrente…levanté la pierna y la apoyé en el filo para atarme los cordones justo delante de un tío más o menos de su edad, que desde que entré por la puerta no dejó de mirarme descaradamente y muy seguro de sí mismo, como diciendo…La tengo en el bote…E hice como la que no podía hacerme el nudo, por lo que un caballero muy galante se ofreció a ayudarme, pero él de un codazo a lo bestia, lo empujó a un lado para anudarme el cordón…Sus manos no atinaban de los temblores ante la raja de mi falda, clavándome la mirada por detrás de las ingles y más allá…Estaba tan nervioso que me agaché para ayudarle y nuestras manos se rozaron como si estuvieran deseosas de sentirse acariciadas…y un escalofrío me recorrió por todo el cuerpo, que se me salieron todos los suspiros del pecho, y al oírme, alzó la mirada y se quedó clavada entre las pestañas de mi falda…Miles de lucecitas rojas, azules y verdes parpadearon por la oscura la sala, donde las parejas bailaban agarradas al compás de la balada…Me rozó el codo y me abandoné a su brazo, dejándome llevar justo en medio para esconderme de las miradas de la gente, y entre vueltas y vueltas, su cuerpo iba y venía en un balanceo infinito de pasión…Le di la espalda, y me enlazó por la cintura contándome al oído todas sus aventuras, mientras mis manos le rodeaban el cuello al ritmo de mis besos, y entre los giros de aquél tango tan lento, pierna alzada y ese sube y baja, rozándole con el trasero de mi falda desde sus rodillas hasta su barriga, le dije te quiero con la piel desnuda de mis deseos…y antes de acabar la noche…me lo llevé al huerto…

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