Me encantan las calles…A cada paso
que doy digo tu nombre, debe ser que tú me nombras y yo te escucho, ¿qué te
contesto? Dime, ¿qué quieres que te diga? ¿Qué quieres de mí? Acaso sea mi
juego, el juego del escondite, ¡vaya que sí! Necesito caminar para encontrarte
y tú mientras tanto buscándome…Debe ser que por eso te llamo para que me grites
con el silencio del eco, o son tus besos que se quedaron rezagados aquella
tarde cuando tú y yo nos encontramos con el fuego del pecado...Caminaba sola y
perdida, mi cabeza no paraba de buscarte, fíjate, sin conocerte ni nada, yo
sabía que tú me esperabas en alguna parte de la ciudad. Eras como un soplo de
aire puro en mis oídos, siempre alentándome que siguiera tus huellas, si, las
huellas que ibas dejando en el camino, y yo como sonámbula, seguía tu
palpitar…A veces me paraba en algún sitio deliberadamente como queriendo
descubrirte entre la gente, mientras mi cabeza no paraba de darte forma…Más de
una vez me sorprendí hablando sola, como si estuvieras junto a mí cogidos de
las manos...Otras me dejaba llevar por mis deseos más primitivos y apasionados,
casi las palabras ardían en mi garganta, hasta dejarlas volar...Cómo me
gustaría verte con tu camión y me dijeras, ¿subes nena? Anda que no, ¡ni me lo
pensaba! Nos iríamos a la montaña, y te entregaría todos los besos que me
salieran de las ansias...Aquellos besos desvergonzados, calladitos, si esos que
parecen que no han roto un plato, ¡son los peores! Llenitos de pecados,
verduleros por el color que representa y por lo ordinario de sus gritos
grotescos, barrocos, callejeros, barrio bajeros, pero no por los barrios bajos,
sino porque van por los bajos...Fíjate, qué pensamientos salen de mis adentros
que me queman hasta el mismísimo pensamiento y tengo que dejarlos salir por
ahí, de lo contrario me asfixiarían…Y esas palabras que venero y quiero, las
domino llevándolas a mi terreno, parafraseando al libre albedrío de mis
sentimientos…Ninguna mordaza a mis letras, al alba dejo suelta arrambladas con
los besos que nos dimos bajo el cielo, y de las veces que te dije te quiero, me
quedan todavía los suspiros de mis adentros...Me encantan las callejuelas
viejas y estrechas, esas que tienen las casitas con las paredes encaladas de
blanco, ¿qué cosas verdad? Acaso me traigan recuerdos, esos recuerdos lejanos
en los que tú y yo nos miramos...Estábamos caminando perdidos en medio de la
incertidumbre, si, en la duda de las pasiones ocultas, pues no sé por qué se me
ocurre pensar que en una de ellas tu y yo vivimos en otra vida, ¡qué cosas
Señor…! Son sensaciones, instantes que duran menos que el chispazo de una
fotografía…Escenas de la vida misma que siento en mi interior y tengo que salir
corriendo hacia las grandes avenidas, para no dejarme atrapar por mi propia
imaginación al darle tanta vida a las palabras, describiéndote como si fueras
real…Fue entonces cuando nuestros ojos se encontraron con la llamarada de la
pasión. Las chispas de fuego saltaron por los aires, cegándonos de tal manera,
que nuestras manos se buscaron en el cruce peatonal, y antes de llegar al otro
lado de la carretera, los dos nos giramos, sonriendo a la vez…Debe ser que
seamos el uno para el otro y ya no podamos deshacernos jamás…Es como una gran
necesidad de tenerte a mi lado siempre con ese corazón latiendo y latente,
ávido de sentirse plenamente amado y escuchado por una mujer tan soñadora como
yo, llena de ilusiones y esperanzas, eternamente joven en su espíritu y caminar
tal cual, que te hiciera sentir el corazón a mil, como las lluvias de abril…Es
por eso que ando buscando las palabras adecuadas a mi existir y como una
ladrona me siento, atrapando frases al viento, relatando historias de amores y
desamores. Aventuras que se quedaron reflejadas en esa paredes blancas,
impregnadas de cal…Quizás una mujer enamorada en ese mismo instante, llorando
gritaba tu nombre en silencio, y sus lágrimas huidizas se mezclaran con la cal
embadurnando la brocha, dejando las fachadas con la esencia de sus suspiros, y
yo como ratera callejera, las robo para mí…Serena y tranquila me siento vida
mía, pues es tanta la paz que me desborda esta alma mía que no quisiera abrir
los ojos...Como cuando era una niña despreocupada esperando el amanecer de un
nuevo día para jugar con mis amigas...Ahora lo hago con las letras que
seductoras se dejan mecer por las ansias de tu querer, prestándose al juego de
su melodía... Y así quisiera jugar siempre mientras viva, latiendo mis letras
al compás de mi cuerpo y el aroma de tus apasionados besos... Esta mañana te
volví a ver a lo lejos y despareciste al momento…Son las palabras que se me
escapan al momento, dime ¿dónde estás? ¿Por qué te escondes? Despierta a la
realidad la felicidad se me aleja y yo prefiero seguir jugando con mis
letras...No las voy a retener, no las voy a sujetar, no las voy a prender con
mis alas de libertad, tan sólo las dejaré marchar, dejándolas volar…
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