lunes, 2 de febrero de 2015

HASTA QUE REGRESO A CASA.- (MICRORRELATO) Segunda parte



Te quiero que te quiero, y querer quisiera no quererte, pero te quiero... ¿qué más quisiera yo no querer como te quiero? Pues aún así, te quiero...Y por mucho que quiera no querer de la manera que te quiero...Te quiero y te querré como si fueras lo único que quisiera querer mientras quiera mi querer...De nuevo me veo sin saber qué hacer con mi vida, ésta vida tan extraña que me lleva por el valle de la amargura, sin rumbo…Mi vida es un infierno, cada día que pasa es peor que el otro, y aunque reconozco que estoy viviendo una aventura llena de pasiones inconfesables, cuando llego a casa se me derrumba el mundo. Me tiro toda la tarde metida en mi cuarto llorando con tal desazón, que hasta ganitas me dan de tirarme por el balcón. Si no fuera por la alegría que siento al pensar que al otro día voy a tenerte en mis brazos, no sé qué haría. Y es que esto de enamorarse a mi edad es muy fuerte. Demasiada pasión me embarga y siento como si me ahogara, ¡qué cosas Señor…! Nunca había experimentado tantos besos locos y desenfrenados a escondidas, deprisa y corriendo, pues no me gustaría que en el lugar donde trabajo me sorprendieran, ya que me tienen por una gran señora y si se entera mi jefa, seguro que me ponen de patitas en la calle, y en éstos momentos de crisis, si no fuera por mí, no sé qué harían mis hijos y marido…Un marido al que odio por su tiranía y que nunca supo tratarme como mujer, y tres hijos varones tan machistas como él y que jamás me apoyan además de hablarme fatal, y no es que sean malos, sino que es lo que han visto siempre. Me siento sometida por los cuatros y el mayor lo único que dice, es que su padre siempre ha sido así y que ya no puede cambiar. ¡Genio y postura hasta la sepultura! Contesta el del medio, y el pequeño pasa, no dice nada, tan sólo calla, abre la puerta y se marcha…Llevo toda una vida encerrada entre mis prejuicios, mis soledades, mis pudores y mis temores. Tengo miedo al que dirán, al escándalo y por eso aguanto…Desde que empecé a trabajar, he descubierto una nueva forma de vivir y me he dado cuenta de la gran diferencia. Por primera vez en mi vida sé lo que es el amor y que aún puedo ser feliz, pues nunca es tarde si la dicha es buena. Ya no pienso consentirle que me levante la voz, pero no me escucha, la alza más, hasta abre las ventanas y se lía a gritar para que todos los vecinos los oigan y cuando salgo a la calle, las vecinas me miran de una manera…¡Qué vergüenza paso, por Dios! Estoy deseando llegar a mi trabajo donde me tratan como a una princesita, su princesa…Me guiña un ojo, me sonríe y me roza la mano…y mil mariposas bailotean por mi estómago…y si nadie nos ve nos hinchamos de besos y abrazos, hasta que oímos pasos. Son los pasos de las compañeras de trabajo que para mí que ya están murmurando…Me abraza con tanta insistencia que caigo rendida como una quinceañera. Nunca he saboreado tanto ardor en mis carnes, ni cuando me casé, y ahora resulta que soy pura pasión. Me encanta ésta manera loca de querer. Es como si hubiera estado apagada, un volcán que de repente entra en erupción…Hasta que llego a casa donde me siento sometida a los gritos, a los insultos y a la mala vida…Y me encierro en mi cuarto, cierro los ojos y me trago mi llanto…Me duelen hasta los suspiros que ya salieron, las ansias de tenerte y los besos por darte...¡fíjate qué fuerza tiene éste anhelo! que se enreda perdiéndose en los tiempos...En los tiempos equivocados para mí, pues tú estás en tu momento actual del presente inmediato, tus cuarentas años, pero yo no. Yo me quedé en el ayer, en la edad esa de mujer enamorada y con novio, pero ni novio ni enamorada, tan sólo un hombre que por mi puerta pasaba y por no quedarme soltera antes de los treinta, me casé. Me casé para liberarme de mis padres, y porque todas mis amigas se casaron…Es un espantapájaros que siempre está sentado con el mando de la tele en la mano. Desde que se jubiló le ha cambiado el carácter y si antes era malo, ahora es peor. Es un aburrido, un tirano, un dictador que no sabe comportarse, ni en casa ni en la calle, y para colmo llega a la hora de comer con dos copitas de más y huele que trasciende. ¡Socorro! ¡Ayudadme! ¡Sacadme de aquí! Siento mi alma decir…Cierro mis ojos y soñando contigo, te hablo junto al oído…Tu oreja en mi boca, gritando tu nombre, vencida y ya loca…tú eres mi hombre…Yo no sabía que era tan atrevida hasta que te conocí, mi amor, abandonándome a tus brazos y dejándome querer con esa furia tuya…Luego me regodeo en el recuerdo y sueño contigo cada momento de nuestro encuentro, y te veo en mis pensamientos…Yo no sabía que era una gata, la gata salvaje que estaba escondida dentro de mi traje, ¡vaya que sí! Ese traje que me pusieron cuando nací…El traje de mi generación y que tú me has arrebatado con tanto ardor…hasta que regreso a casa…Me da voces, me grita, me insulta, me humilla, me descalifica y me llama desgraciada. Tiene razón, soy una desgraciada, lo sé, y él no para de repetírmelo. Me machaca diciéndome todo el santo día que no tengo donde caerme muerta, que soy una vieja y que por narices he de vivir bajo el mismo techo hasta que me muera…Después se lía a nombrar cada miembro de mi familia y no se salva ni uno, no los puede ni ver, los odia a muerte…Te espero por los pasillos, entro en las duchas y dejo la puerta abierta para que veas cómo me paso la esponja por los brazos y las piernas, ¡estoy viva! Lo tengo loquito, lo sé, me lo dice su mirada, y yo que estoy deseando sentir de nuevo sus besos, lo arrastro hasta dentro del baño y de mi cuerpo…Me lo como a mordiscos, le suspiro al oído y me recorre desde arriba abajo, con apasionados susurros de sus labios…Se me desata la lengua con la apasionada elocuencia de mi voz…Hasta que regreso a casa...Continuará



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