Y éste hilo rojo, ese hilo es el que
nos tiene unido, ¡vaya que sí! Que no se rompe, siempre está ahí atándonos y
por mucho que yo lo estire alejándome de ti, más fuerte se hace…Mi vida esta
desperdiciada. Me han robado la felicidad de sentirme amada y amar yo. Me he
tirado gran parte de ella sin saber qué era un beso apasionado y ya soy demasiado
mayor para saborear el que me enamoren y enamorarme yo. Toda una vida
padeciendo el mal de amores, y fíjate, con la edad que tengo, aún sigo como si
los años de la adolescencia me hubieran atrapado y no me dejaran madurar. Es
tal mi desasosiego, que no sé cómo no exploto de una vez. ¿Quién tuvo la culpa?
No lo sé ni me importa. A lo mejor hay mil mujeres en la misma situación que yo.
Soy yo y mis circunstancias y no hay que echar marcha atrás ni encontrar una
víctima. Quizás fue mi generación o el no saber por dónde tirar. Ya no vale eso
de decir si yo hubiera hecho esto o lo otro, el caso es que tengo un sinvivir irreversible,
porque en el fondo lo amo, y por eso me encuentro tan aturdida, ¿a quién se le
ocurre enamorarse de un hombre veinte
años menor que yo? No lo busqué, me lo encontré en el camino y lo cogí
prestado, o no…Me han robado la vida, me han quitado todo y ahora tengo la
oportunidad de ser feliz y no sé qué hacer…Creo que nunca se me presentará éste
tren, un tren con dirección a ninguna parte, porque es ya muy tarde para
mí…Perdiéndome entre la gente, camino por los arrabales de la ciudad donde me
quiero encontrar. Es tal el estupor que la desconfianza se apodera de mis
pensamientos y me siento morir. Morir de amor por ti, corazón mío, porque ya no sé ni hacia donde tirar pensando si eres
tú el culpable o soy yo. Estoy atrapada en el tiempo, como si no hubieran
pasado los años por mí. Mis sentimientos no paran de transgredir las leyes de
la naturaleza en un diario traspaso por aquella loca juventud. Una juventud dormida
que se durmió entre los albores del falso pudor, y hoy despierta inquieta al
verme rodeada de ella. Me persigue de una manera tan escandalosa que hasta mis
pasos se asustan cuando la ve junto a mí. Es como si fuera la dueña de mi mente
y no me deja razonar ni siquiera diferenciar. No hay razón ni perdón, sólo éste
alocado corazón que me insta a seguir al ritmo de su son…Yo no sabía que me
iban a llamar de la bolsa para trabajar y menos a los sesenta años, ¡vaya que sí!
Que de repente me encuentro en una residencia de ancianos fregando suelos y
baños. Otras veces me toca lavandería y no paro de cambiar las sábanas de los
cuartos, más de cincuenta habitaciones, ¡madre mía de mi vida…! ¿Quién me lo
iba a decir a mí? Con lo pulcra que siempre he sido, y mírame ahora, con los
guantes puesto, la mascarilla y un uniforme de limpiadora…Ni siquiera sabía dirigirme
a las personas cuando me hacían preguntas de dónde esto y aquello y resulta que
estoy resolviendo todo mi trabajo de manera extraordinaria…Yo tenía una vida
triste, apagada, era como si me faltara algo…Siempre he sido muy tímida,
indecisa, estaba como ausente, escondida bajo mi propio abrazo, me daba miedo
pasar entre la gente y fíjate cómo me he espabilado, hasta me he enamorado, ¡qué
cosas por Dios!…Yo no sabía qué era eso del amor, ni ilusiones tenía, y menos
esperanzas. Apenas vivía y ahora es como si de pronto me hubieran despertado
zarandeándome y todo porque me siento como una verdadera fiera, pues cuando lo
veo pasar por mi lado, el corazón se me desboca y sale trotando…Me mira y lo
miro… Es el que conduce la ambulancia y el que trae y lleva los enfermos de la
residencia. Tiene cuarenta años y yo le llevo veinte. Es una trampa que nos ha
puesto el tiempo a los dos, pero estoy tan enamorada que me da igual. Jamás había
experimentado tan ardiente beso de pasión. Es como si lo conociera de toda la
vida, de una vida anterior, no sé, pero me siento viva… ¡qué cosas
me pasan señor, con lo mayor que soy ya…! Yo creí que esto sólo ocurrían en las
películas, en las novelas románticas, pero no, en la realidad también…Es un mal
de amores o el hechizo ese que le ponen una venda a los enamorados y no ven más
allá de sus narices… ¡Pobre de mí! Estoy en un mar de dudas donde las olas me
atrapan en un torbellino de pasión. Tengo el corazón partido en mil pedazos,
todo lleno de amargura y ya no sé ni cómo voy a seguir viviendo. Temo que de un
momento a otro mis emociones vayan a saltar en mil pedazos, y se llene Internet
de sentimientos controvertidos, entremezclando lo ridículo con lo cotidiano, y
los auténticos aquí presentes, se puedan liar a golpetazos con perversas mentes
libidinosas, siempre alertas a cualquier síntoma extraordinario que sobrepase
el más allá, dejándolos por ignorantes, a lo cual no estarían nunca dispuestos a
tolerar, como diciendo que lo que es, es, y no hay más que rascar...Lo paro por
los pasillo, lo abrazo y me lo como a besos cuando no hay testigos ni ojos
abiertos…Nos escondemos en cualquier rincón, en los cuartillos donde las
sábanas, los manteles y las toallas y me abraza con tanta fuerza que hasta se
me escapan los suspiros de mi garganta, y cuando llega la hora, nos vamos
caminando por callejuelas estrechas y nos metemos en algún portal abierto, y
nos hartamos de eso… Siempre de prisa, pero… ¡qué rico está eso…! ¡cómo me
gustan a mí que me abracen por la cintura y me digan en el oído eso…! Y antes
de acabar la faena, nos comemos a besos hasta que acabamos con eso y nos reímos
como niños traviesos haciendo eso…Nos reímos mucho…Luego cada uno su camino
hasta el otro día….Reconozco que estoy viviendo un momento extraño, pero es mi
momentazo y no lo voy a desperdiciar porque es mío, me pertenece aunque estemos
en el tiempo equivocado…Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario