lunes, 9 de febrero de 2015

A LA MERCED DEL TIEMPO.- (MICRORRELATO) Tercera parte



Caminando me encuentro de nuevo, buscándote como siempre, es tan grande las ganas que tengo de sentir tus besos que me duele hasta el mismo pensamiento, el aire que respiro y el recuerdo...Te echo de menos mi amor, hace tanto tiempo que no nos vemos, que es como si todo se hubiera acabado, pero no, yo sé que me esperas y te espero…Tengo miedo de perderte y sin embargo te siento en lo más hondo de mi alma, sé que me buscas con desesperación y ganitas tengo de verte para decirte cuánto y cómo te quiero…Mis pasos me llevan al templo donde me descarno y hablo con Dios, es lo único que me queda para la tranquilidad de mi alma pues allí siento reposo y calma…Señor mío, yo no tengo nada, tan sólo soy una mujer enamorada, fíjate, ¡qué cosas me ocurren y a mi edad!¡qué vergüenza! Me he vuelto una descarada. Antes era incapaz de cualquier cosa, reprimía mis sentimientos y hasta veía mal cuando oía a las señoras mayores hablar con tanta arbitrariedad del sexo. Yo creía que eso era sólo para la gente joven y ahora mírame. A veces me siento como perra en celo, perdóname, yo sé que debería sujetar mi lengua pero es que ya no puedo más. Soy tan desdichada que ya no sé ni qué camino tomar. Estoy esclavizada a una vida tan mala que es como si no pudiera romper las cadenas que me atan…¿Qué hago aquí? Me pregunto, qué hago aquí...Me grita, me humilla, se burla de mi y hasta me empuja. Quiere obligarme a quererle pero no puedo y desde que me enamoré menos. Estoy viviendo en una red de mentiras que tarde o temprano reventará como una bomba nuclear. Hoy le he plantado cara y le he dicho que no lo quiero, que nos tenemos que separar y lo único que me contestado es que me vaya, porque de casa no se mueve. Tampoco puedo irme a vivir con él, es muy joven a mi lado, por eso he decidido dejar ésta relación que me está destrozando el corazón. Pobre de mí, no sé qué será ahora de mi vida y en casa me espera lo peor, porque me siento como una extraña a su lado. Señor mío, sabes que no estoy preparada nada más que para lo que hago, y para colmo no tengo ni un duro. Lo único que tengo es fe. Señor, yo no tengo donde ir, además ya mismo se cumple el contrato y no me quedará apenas paro, ¿qué va a ser de mí? No tengo la culpa de que se cruzara en mi camino, no lo busqué, me lo encontré y para mí que me estaba esperando. Es como un regalo a mi alma, a mi corazón, a mi cuerpo, pues nunca había sentido tanta pasión. Me siento sumergida en un callejón sin salida, y él lo presiente porque me alejo…Está muy callado, lo siento remiso y distante, pero alerta a la vez...Tiene miedo de algo superior a sus fuerzas. Teme estar siempre pendiente de mi vivir. Se siente esclavo de sus propios sentimientos y por eso está pensativo y callado...Teme no saber diferenciar quién es él y quién soy yo...No me quiere dejar, quiere seguir conmigo y me ha dicho que la edad no es un obstáculo, que me quiere, que está enamorado y que ya no puede vivir sin mí, que nos demos una oportunidad y que dejemos el tiempo pasar, que nos arriesguemos y que juntos empecemos la aventura del amor hasta que se acabe la pasión…De nuevo buscándome por los pasillos y cuando lo veo me lo como a besos, entregándonos a una revolucionaria lucha de pasión…Nos escapamos por las calles como dos enamorados, nos escondemos y nos revolcamos a la merced del deseo, y para conformarme me digo creyéndomelo, ¡basta ya de tanto sufrimiento! No, no me lo creo, siento una lucha interior…Vapuleada por el tiempo me siento que no ha dejado ni un resquicio de mis sentimientos salir hasta éste momento, ¡a qué mala hora llegaste mi amor! Ya no tengo ni edad ni tiempo para sentir tus besos, ¡qué vergüenza! Tener tantas ganas de ti, ¡hasta yo misma me escandalizo de tan ardientes deseos! Me pregunto si será el momento adecuado y oportuno para mí para saber lo que es el juego amoroso con sexo y pasión. Miedo me da de lo que puedan pensar los demás, y a mi edad ya no es normal…Siento lástima de mí misma, y no puedo comprender qué está pasando por mi cabeza. Será que tenga que sobrevivir a tan alocada situación de mi corazón. Toda una vida guardando la compostura, acomplejada perdida, llena de pudores, siguiendo los pasos que me dictaban la razón, criticando a la juventud de ahora que sólo piensan en el sexo. Esos hombres y mujeres que se conocen en cualquier discoteca y terminan acostados en la cama, como si el amor fuera de usar y tirar, y mírame, sin vergüenza ni pudor, haciendo lo que me da la gana, dejándome llevar por mis más bajos instintos carnales, arrasando por calles estrechas y callejones oscuros, abrazándote por todas partes, casi avasallándote, acosándote como una mujerzuela cualquiera, subiéndome las faldas hasta las caderas y provocándote a que me abraces por la cintura para bailar ese tango lento o ese zumba, que zumba, que es lo que se danza ahora, enloqueciendo hasta dejarme floja, caído mis brazos y rendida mi boca a tu boca, la garganta casi rota de suspirarte amor mío, los dos al mismo ritmo…¿En qué lío me he metido que ya no sé salir de éste laberinto de pasión? Y tú que lo sabes, me arrastras al infierno ese de tus bravos y ardientes besos donde siento tu deseo lleno de fuego...Y a mí que me encanta y me conviene en éstos momentos de exigentes sentimientos, donde la batalla la tengo perdida desde el primer día que tu mirada y la mía se cruzaron en el pasillo de la vida…Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena y mira cómo aprendo a bailar este ritmo que viene y va de una manera tan sensual…Bendita sea para mi alma y mis caderas que he aprendido a la primera, pero a deshora…¡Bienvenida sea aunque pierda la custodia de mi amor! A eso me arriesgaré dando rienda suelta a su merced…Y aquí de nuevo me veo siguiendo los pasos tras tu antorcha, que con tu fuego encendiste la llama de mi deseo y ahora me está quemando por dentro, pensando e intuyendo que cada rincón que veo me enamora y me incita a pecar. Mis pensamientos me llevan contigo, desatando todas las pasiones que se quedaron en el jardín del olvido y ahora salen precipitadas y a tropel como insectos alrededor de  tu clavel. Ya no sé lo que digo, apenas distingo, tan sólo me dejo llevar por mis más bajos instintos al libre albedrío de mi despertar continuo, pensando que eres el virus de mis emociones que te has colado por mi cuerpo como timonel de un barquito velero, haciéndome sentir polizón en el timón de tus deseos, pues a partir de ahora serás como la brújula de mis movimientos, siguiendo la flecha de tus deseos y me dejaré llevar a la merced del tiempo…



No hay comentarios:

Publicar un comentario