Yo no me quería enamorar
y me enamoré…Tampoco te quise querer y te quiero más que ayer…Quisiera llorar y
no puedo, quisiera morir y estoy en el intento de no vivir…Llegaste a mi vida
con tu escopeta de cazador furtiva, despacito y a escondidas…pues…Me
traicionaste…Has traicionado un gran amor…nuestro amor...Era intenso, loco, profundo,
misterioso y libre…con fantasías eróticas…muy eróticas...Esas miradas
apasionadas cuando te cruzabas conmigo…esas frases ardientes que me dedicabas
pegadito a mis espaldas, resoplándome en la columna vertebral y que yo te
contestaba con la lujuria de mi labia…me embadurnabas de deseo con el olor de
tu aliento…me encantaba tu olor…me apasionaban las piernas…y entre ellas…No vayas
a creer que una es de piedra…No, no, para nada…que me volvía mirándote con frases
morbosas y tú sabiéndome desarmada, me arrastrabas a cualquier escondrijo para
arrancarme los besos que me ardían en la garganta…Tenías hambre de mí y yo de
ti…Estábamos casi siempre correteando por lugares solitarios para enredarnos
entre abrazos, risas y pecados...Nos encantaba…Éramos como dos chiquillos
haciendo travesuras…Teníamos una complicidad sagrada y aunque no éramos pareja
bendita por la iglesia, tú eras mi marido a los ojos de Dios y yo tu mujer...Me
lo decías en cada encuentro con tus manos acariciándome los cabellos, mirándome
a los ojos tan profundamente, que me desbaratabas hasta mis semblanzas…Sentías la lava volcánica que desprendía la lujuria de mis deseos
quemándome la piel, y te precipitabas al fuego en una cascada de besos…Besos
ardientes y lentos que te devolvía riendo con la picardía de mis secretos...Te
olvidabas del mundo con tal de verme entregada y poseída al ritmo de mis
adentros en una carrera galopante…Perdida mi lengua en el laberinto de tus
oídos…Embraveciéndote con palabras atrevidas y locas, enlazadas mis piernas a tu
cintura en un murmullo de pasión…Mi cuerpo está que arde...no te detengas ni un
momento que se me queman hasta los rizos de mi pelo negro…Aquí no hay quien te
salve...Y me sonreías con el guiño de la picardía siguiendo los movimientos de
las exigencias de mi cuerpo…Y ahora estoy mirando al cielo y te veo triste,
infeliz, perdido en tus propios sentimientos, tus conjeturas…tus veleidades, sabiendo
que por un capricho desleal me traicionaste matando nuestra bella historia de
amor…Nos hemos amado y odiado a la vez…Hemos vivido una pasión
desbordada y encarnizada entre verdades escondidas tras la gran mentira de tu
vida…y la mía…Nos hemos hecho mucho daño, mi amor, aún así te seguiré queriendo
hasta mi último aliento…pues…Fuimos una quimera en
manos del destino que nos jugó una mala pasada en busca de aquello que nos
faltaba…Siempre un vacío en nuestro cobijo, nuestras ansias desatadas…teníamos
tanto que ofrecer y tan poco nos daban…y por eso te cruzaste en mi camino…y yo
contigo, ¡vaya que sí! Que nada más verte se me aceleró el pulso, ¿te enteras?
Lo mismito que una yegua galopando y con ganas de desbocarme boca arriba…y boca
abajo…pues…Te pertenecía desde que me levantaba hasta que amanecía,
¡fíjate cómo te ansiaba! que cada vez que me acuerdo de aquellos encuentros tan
intensos se me estremecen hasta los pensamientos…Y lo peor de todo es que si
volviera a verte, te juro por lo más sagrado, que te echaría los brazos al
cuello y te dejaría hacer lo que quisieras con mi vida…y con mi cuerpo, ¡vaya
que sí! Porque eso de tenderme sobre tus rodillas como una guitarra y que tú te
líes a tocar las cuerdas de esa manera tan suave, me enloquece perdiéndome
entre mis suspiros… y los gemidos de tus
besos…esos tan ardientes y lentos que hacen estremecer hasta los susurros del viento…
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