Rodrigo, que así se llamaba mi pareja actual y virtual, se convirtió en una
llamarada de pasión, donde cada noche me imaginaba abrazada a su cuerpo
llenando mi boca de besos, esos besos tan ansiados que nunca en mis labios se
habían posado…Todas las mañanas me levantaba temprano para asear a mi madre y
darle el desayuno…Estaba deseando de encender el portátil para saludar a
Rodrigo, pero antes quería mostrarme bella y hermosa, y me pintaba los labios y
los ojos un poco, luego me liaba a peinar mi melena larga y ondulada,
dejándomela suelta para parecer más joven, pues aunque no era muy guapa, sí que
no aparentaba la edad, además que desde que me dijo todos esos piropos, me
propuse adelgazar, así que me fui a un endocrino y en menos de lo que canta un
gallo perdí unos cuantos kilos…Estaba eufórica de alegría y una tarde me fui a
comprar ropa juvenil e informal. Mis amigas no paraban de cuestionarme, pero ni
las escuchaba, tan feliz como me encontraba, toda entusiasmada…Era como si una
persona diferente se hubiera instalado en mi ser, o puede ser que la confianza
que adquirí desde que me dijo guapa, haya hecho de mí otra, una hacedora de
milagros. Una vez leí en un libro de auto ayuda, que todos los seres humanos
tienen el poder de hacer sus propios milagros, o quizás fueron los piropos de
Rodrigo los que despertaron a la mujer dormida que habitaba en mi interior. Sea
lo que sea, después de tener a mi madre arregladita, encendía mi portátil y
allí que estaba él sentado en su cocina tomando un tazón de café con tostadas.
Enseguida le mostraba la mía, y entre los dos en la lejanía de la distancia
supimos darle a nuestro hogar algo de aliento, como si estuviéramos sentados en
la misma mesa de la cocina…y me sonreía…Teníamos una conversación amena y
fluida, tan sólo nos separaba un cristal, que poco a poco se convirtió en
nuestra ventana al exterior…Parecíamos marido y mujer…Era muy feliz, así de
simple y sencillo…Una mañana de otoño, mi madre no despertó, tenía noventa
años…Mis ojos se llenaron de lágrimas y a mi mente llegaron escenas de mi
infancia, recordando todas las cosas bonitas que había hecho por mi…Pobre mamá,
desde que se fue papa, ya no volviste a ser la misma, no supiste vivir sin
él…Gracias a ti me hice profesora en la universidad, y gracias a mi fealdad
saqué lo más hermoso que una persona pueda desarrollar dentro de su alma, pues
siempre imaginé un mundo multicolor…Madrecita mía, guapa, querida mamá, ahora
tendré que aprender a vivir sin ti…me siento bien porque en tus últimos días tu
semblante sonreía al oír mis cantares…Y me quedé sola, más sola que nunca…No,
no estaba sola…Rodrigo seguía al otro lado…Por las tardes me saludaba con los
mellizos cogidos en cada brazo, parecían dos angelitos que nada más verme me
saludaban agitando las manitas, y cantando cinco lobitos tiene la loba…Por las
noches antes de acostarse me enviaba un beso que yo atrapaba con los ojos
cerrados y soplando en mi palma le enviaba otro…Luego soñaba y soñaba…Aquellos
días de invierno frente a la ventana de mis ensueños, se convirtieron en los
momentos más felices de mi precaria vida emocional, dándole a mi alma el sol de
cada mañana, la leña de los atardeceres, y por las noches, mil luces iluminaban
mi cabeza como la luna lunera, dejándome mecer bajo un cielo llenito de
estrellas por el cometa que vino de lejos... y regó mi cuerpo de besos…Y me
levantaba con el pensamiento de tenerlo en mis brazos para decirle…te quiero…y
se lo comentaba a mi madre…y me sonreía desde el cielo, pero cuando se lo
comentaba a las amigas me decían que estaba tonta y que se me estaba yendo la
cabeza, haciéndome dudar de mis facultades mentales, pero luego veía la sonrisa
de Rodrigo, y desaparecían todas al instante…Era una sonrisa picarona y llena
de encanto, con los ojos azules, peinado hacia atrás, con entradas y canas en
las sienes, algo metidito en carne, un poco de barriga, pues ya se sabe, tenía
sus años, pero era tan guapo, tan guapo…y cada vez que me sonreía le salían
unos hoyuelos tan bonitos e infantil que me hacían suspirar…Una noche nuestras
conversaciones empezaron a subir de tono…hasta se excitó un poco…y yo
también…Necesito tenerte tesoro…No me lleves por esos terrenos mi amor que me
asustan y me dan pavor…Mañana seguiremos hablando…y apagué el ordenador…Apenas
pude dormir esa noche y pensé que todo se había acabado para mí…Mis amigas
tenían razón, éste era un pervertido que me quería sólo para sus juegos
morbosos…Me levanté triste y desanimada...No me atrevía a encender el
ordenador…Lo encendí y había un mensaje escrito con un corazón al lado…Te amo y
éste verano voy a por ti y nos largamos a las playas del sur de España…Los ojos
se me llenaron de lágrimas y lloré riendo a la vez…Fue el momento más feliz que
había sentido hasta ahora, no me lo podía ni creer…Rodrigo me prometió que
pronto vendría a conocerme…Y empecé a hacerme ilusiones, de tal manera que no
podía conciliar el sueño…Tenía miedo que me viera de cerca las arrugas y el
cuerpo, pues al adelgazar mis carnes empezaron a flaquear…Estaba tan asustada
que quise quitarle las ganas…No sé qué es lo que pasó por mi mente pero me puse
a limpiar el polvo de los muebles como una loca, no daba abasto, toda nerviosa
perdida de una habitación a otra, me sentaba, me levantaba, bebía agua, abría
las ventanas, la puerta de la calle, di tres vueltas a la casa corriendo…Creo
que me dio un ataque de nervios…Rodrigo vino con su caravana enganchada en su
ranchera blanca…No quería desnudarme…no sabía… y le dije…Mi cuerpo es como un
desierto de arena en el Sahara en un día soleado y seco, muy seco…No te
preocupes que yo atraparé la tormenta con mi rayo de fuego y te lo regaré con
una lluvia de besos…Y me atrajo hacia su boca y me volví toda loca, loca…Al
momento se dispararon relámpagos y truenos que atronaron todos mis sentimientos
elevándome hacia el cielo…Miles de estrellas aparecieron en mis recuerdos
cuando las contaba en mis noches tristes y desveladas…La luna me sonreía con su
carita plateada apagando la jovencita triste y apenada…Y antes de amanecer nos
bañamos en el mar y juntos retozamos como unos chiquillos, y en ese vaivén de
olas, la risa se hizo dueña de mi infancia solitaria, llenándose de alegría
como si nunca hubiera existido aquella niña, lo mismo que la chica sentada en
una sillita mirando el suelo cuando los chicos la ignoraban, ahora mi cuerpo se
balanceaba al ritmo de un tango lento, sintiendo la cercanía del suyo arrimado
al mío, dándole la vuelta a todo un pasado hueco y vacío, llenando mi presente
de entusiasmo y placer aunque haya sido en la madurez…Vida mía ya me puedo
morir tranquila…Y cogiéndome las manos, me abrazó el cuerpo fuerte, fuerte…No
tesoro, no…Ahora que te he encontrado no te vayas de mi lado, que tantos años
de soledad me han hecho mucho daño…Juntos seguiremos hasta que Dios decida
separarnos…Él nos ha cruzado en nuestro destino…Y regresamos a la caravana, nos
besamos y dormimos abrazados hasta el amanecer…Fin.
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