lunes, 31 de agosto de 2020

EN LA ESPERA PACIENTE.- (MICRORRELATO)

 Dos almas errantes navegan de atrás hacia adelante y en medio de tanta incertidumbre se encuentran los dos…Mil ojos acechan en ventanas y balcones…Mucho cuidado niño, que aquí todos se conocen…y ella que lo ve, cruza la calle sin levantar sospecha, ni nadie que la detenga, pero…Él que ya le echó el ojo la sigue en silencio tanteando el terreno…Guapa… Le dice muy bajito sabiendo que le gusta...y ella sonriendo lo mira y calla, y por eso…Paciente y en silencio la espera cada día sabiendo que no volverá a tenerla en sus brazos…es un loco enamorado de la mujer de otro, esa a la que tuvo que renunciar en la mejor edad de la pubertad, y ahora, en la madurez, la encuentra en su camino con los sentimientos renovados…No puede quitársela de la cabeza, y cuando la ve caminar feliz y contenta aligera el paso, la sonríe y la piropea…y ella que sigue enamorada como una mozuela, contiene la risa y le da la espalda para que se vaya por donde ha venido, pero…Antes de doblar la esquina, gira la cabeza, se lleva las manos a la boca y le tira un beso para que ella lo recoja…Está triste y desconsolado y no encuentra consuelo en ninguna parte…pues…La pandemia se interpuso entre los dos alejándolos del amor, y por eso…Regresa a su casa apenado, se sienta y enciende la tele y escucha las noticias con la mirada ausente, y su esposa que lo sabe, lo mira y calla como si no pasara nada…pues…Prefiere hacer oídos sordos a los sentimientos antes que perder la compostura de su hogar, y él que quiere a la una y ama a la otra…Agacha la cabeza, se muerde los labios, y se muere de ansias, y…En la oscuridad de la noche le atormentan los celos y el temor a perderla por la ira de las fieras…Esas fieras que consumen a los amantes con demonios y malas artes, acechando con rendirse a los gobernantes donde mandan las comadres…Hay un virus latente y vigente que amenaza meterse en su sangre, y ella atemorizada perdida se aleja para no amarrarse a su cuello, y por eso…Perdida me hallo caminando donde mis piernas me quieran llevar…la pena se apodera de mi corazón…No sé qué hacer contigo, mi amor…tengo miedo a las trampas del destino…pues…En casa esperan tu mujer y mi marido…ellos no tienen culpa de las pasiones fugitivas que se escapan por los orificios…Hay una herida en carne viva que me está quitando la vida…Una vida que yo no elegí, ni siquiera tuve opción…Nací en un pueblo de Andalucía rodeada de olivos…Mi padre era el señorito de una gran finca, y lo único que hacía era emborracharse y maltratar a mi madre, que cuando enviudó dio gracias a Dios por haberla liberado de palizas y moratones por todos lados, ¡qué poquito le duró esa libertad sin dolor! Apenas pudo disfrutar de su viudez la pobre, y una mañana antes del alba, se durmió para siempre, así que nos quedamos las tres hermanas al cuidado de dos varones machistas y dictadores, que aparte de tenernos como sirvientas, vigilaban cada paso que dábamos, espantando a los chicos que nos rondaban si no tenían tierras, por lo que se dedicaron a elegir los maridos más convenientes para agrandar los terrenos familiares, y antes de darme cuenta…Vestida de blanco me llevó del brazo mi hermano al altar donde me esperaba el hombre más bruto y feo de todo el pueblo, renunciando al que se moría por mi querer, y por eso…Estoy aquí sin saber qué decidir…pues…El destino ya decidió desoyendo a la razón, y como dos almas errantes navegan por los pasadizos secretos de la pasión en la búsqueda del amor…¿Dónde están los sentimientos del corazón? En la espera paciente de los cónyuges y la desesperación de los amantes…

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