jueves, 28 de enero de 2016

RODRIGO.- (MICRORRELATO) 3º





Rodrigo, que así se llamaba mi pareja actual y virtual, se convirtió en una llamarada de pasión, donde cada noche me imaginaba abrazada a su cuerpo llenando mi boca de besos, esos besos tan ansiados que nunca en mis labios se habían posado…Todas las mañanas me levantaba temprano para asear a mi madre y darle el desayuno…Estaba deseando de encender el portátil para saludar a Rodrigo, pero antes quería mostrarme bella y hermosa, y me pintaba los labios y los ojos un poco, luego me liaba a peinar mi melena larga y ondulada, dejándomela suelta para parecer más joven, pues aunque no era muy guapa, sí que no aparentaba la edad, además que desde que me dijo todos esos piropos, me propuse adelgazar, así que me fui a un endocrino y en menos de lo que canta un gallo perdí unos cuantos kilos…Estaba eufórica de alegría y una tarde me fui a comprar ropa juvenil e informal. Mis amigas no paraban de cuestionarme, pero ni las escuchaba, tan feliz como me encontraba, toda entusiasmada…Era como si una persona diferente se hubiera instalado en mi ser, o puede ser que la confianza que adquirí desde que me dijo guapa, haya hecho de mí otra, una hacedora de milagros. Una vez leí en un libro de auto ayuda, que todos los seres humanos tienen el poder de hacer sus propios milagros, o quizás fueron los piropos de Rodrigo los que despertaron a la mujer dormida que habitaba en mi interior. Sea lo que sea, después de tener a mi madre arregladita, encendía mi portátil y allí que estaba él sentado en su cocina tomando un tazón de café con tostadas. Enseguida le mostraba la mía, y entre los dos en la lejanía de la distancia supimos darle a nuestro hogar algo de aliento, como si estuviéramos sentados en la misma mesa de la cocina…y me sonreía…Teníamos una conversación amena y fluida, tan sólo nos separaba un cristal, que poco a poco se convirtió en nuestra ventana al exterior…Parecíamos marido y mujer…Era muy feliz, así de simple y sencillo…Una mañana de otoño, mi madre no despertó, tenía noventa años…Mis ojos se llenaron de lágrimas y a mi mente llegaron escenas de mi infancia, recordando todas las cosas bonitas que había hecho por mi…Pobre mamá, desde que se fue papa, ya no volviste a ser la misma, no supiste vivir sin él…Gracias a ti me hice profesora en la universidad, y gracias a mi fealdad saqué lo más hermoso que una persona pueda desarrollar dentro de su alma, pues siempre imaginé un mundo multicolor…Madrecita mía, guapa, querida mamá, ahora tendré que aprender a vivir sin ti…me siento bien porque en tus últimos días tu semblante sonreía al oír mis cantares…Y me quedé sola, más sola que nunca…No, no estaba sola…Rodrigo seguía al otro lado…Por las tardes me saludaba con los mellizos cogidos en cada brazo, parecían dos angelitos que nada más verme me saludaban agitando las manitas, y cantando cinco lobitos tiene la loba…Por las noches antes de acostarse me enviaba un beso que yo atrapaba con los ojos cerrados y soplando en mi palma le enviaba otro…Luego soñaba y soñaba…Aquellos días de invierno frente a la ventana de mis ensueños, se convirtieron en los momentos más felices de mi precaria vida emocional, dándole a mi alma el sol de cada mañana, la leña de los atardeceres, y por las noches, mil luces iluminaban mi cabeza como la luna lunera, dejándome mecer bajo un cielo llenito de estrellas por el cometa que vino de lejos... y regó mi cuerpo de besos…Y me levantaba con el pensamiento de tenerlo en mis brazos para decirle…te quiero…y se lo comentaba a mi madre…y me sonreía desde el cielo, pero cuando se lo comentaba a las amigas me decían que estaba tonta y que se me estaba yendo la cabeza, haciéndome dudar de mis facultades mentales, pero luego veía la sonrisa de Rodrigo, y desaparecían todas al instante…Era una sonrisa picarona y llena de encanto, con los ojos azules, peinado hacia atrás, con entradas y canas en las sienes, algo metidito en carne, un poco de barriga, pues ya se sabe, tenía sus años, pero era tan guapo, tan guapo…y cada vez que me sonreía le salían unos hoyuelos tan bonitos e infantil que me hacían suspirar…Una noche nuestras conversaciones empezaron a subir de tono…hasta se excitó un poco…y yo también…Necesito tenerte tesoro…No me lleves por esos terrenos mi amor que me asustan y me dan pavor…Mañana seguiremos hablando…y apagué el ordenador…Apenas pude dormir esa noche y pensé que todo se había acabado para mí…Mis amigas tenían razón, éste era un pervertido que me quería sólo para sus juegos morbosos…Me levanté triste y desanimada...No me atrevía a encender el ordenador…Lo encendí y había un mensaje escrito con un corazón al lado…Te amo y éste verano voy a por ti y nos largamos a las playas del sur de España…Los ojos se me llenaron de lágrimas y lloré riendo a la vez…Fue el momento más feliz que había sentido hasta ahora, no me lo podía ni creer…Rodrigo me prometió que pronto vendría a conocerme…Y empecé a hacerme ilusiones, de tal manera que no podía conciliar el sueño…Tenía miedo que me viera de cerca las arrugas y el cuerpo, pues al adelgazar mis carnes empezaron a flaquear…Estaba tan asustada que quise quitarle las ganas…No sé qué es lo que pasó por mi mente pero me puse a limpiar el polvo de los muebles como una loca, no daba abasto, toda nerviosa perdida de una habitación a otra, me sentaba, me levantaba, bebía agua, abría las ventanas, la puerta de la calle, di tres vueltas a la casa corriendo…Creo que me dio un ataque de nervios…Rodrigo vino con su caravana enganchada en su ranchera blanca…No quería desnudarme…no sabía… y le dije…Mi cuerpo es como un desierto de arena en el Sahara en un día soleado y seco, muy seco…No te preocupes que yo atraparé la tormenta con mi rayo de fuego y te lo regaré con una lluvia de besos…Y me atrajo hacia su boca y me volví toda loca, loca…Al momento se dispararon relámpagos y truenos que atronaron todos mis sentimientos elevándome hacia el cielo…Miles de estrellas aparecieron en mis recuerdos cuando las contaba en mis noches tristes y desveladas…La luna me sonreía con su carita plateada apagando la jovencita triste y apenada…Y antes de amanecer nos bañamos en el mar y juntos retozamos como unos chiquillos, y en ese vaivén de olas, la risa se hizo dueña de mi infancia solitaria, llenándose de alegría como si nunca hubiera existido aquella niña, lo mismo que la chica sentada en una sillita mirando el suelo cuando los chicos la ignoraban, ahora mi cuerpo se balanceaba al ritmo de un tango lento, sintiendo la cercanía del suyo arrimado al mío, dándole la vuelta a todo un pasado hueco y vacío, llenando mi presente de entusiasmo y placer aunque haya sido en la madurez…Vida mía ya me puedo morir tranquila…Y cogiéndome las manos, me abrazó el cuerpo fuerte, fuerte…No tesoro, no…Ahora que te he encontrado no te vayas de mi lado, que tantos años de soledad me han hecho mucho daño…Juntos seguiremos hasta que Dios decida separarnos…Él nos ha cruzado en nuestro destino…Y regresamos a la caravana, nos besamos y dormimos abrazados hasta el amanecer…Fin.

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