jueves, 11 de junio de 2015

EN EL FUEGO DE LOS INFIERNOS.- (MICRORRELATO)




Esa romántica de la vida, inocente mujer, que se cree todo lo que le dicen a su vez, se enamoró de aquél mujeriego engatusador, malvado y manipulador que cuando bien la conoció, se quedó enganchado en la trampa de su pasión…Me dijo que yo era su princesita, su amada, la que estaba buscando con toda el alma y hasta le entregué mi corazón. Le llené la boca de besos, apasionados y lentos y le conté todos mis secretos a oscuras y bajo el mismo techo, y cuando supo de todos ellos abrió la puerta y escapó corriendo…Pobre infeliz, se enamoró de mi desliz…Sé que me piensas, que me tienes dentro de tu cabeza, lo sé porque vivo dentro de ella, somos como una vela encendida y la llama nuestros sentimientos, mi amor y aunque quiera no puedo apagarla, quizás cuando te deje de querer, me vaya hacia los infiernos y me olvides de una vez…No, a los infiernos, no pues estoy viviendo en ellos, condenada a quererte siempre, y por eso cuando desaparezco me encuentras y te sigo como si fuera la esclava de las llamaradas que salen de tu cabeza, pues tengo la llave escondida entre mis piernas y tú que lo sabes, te cuelas por ellas con palabras tiernas de amor que enamoran mi alma y me arrebatan el corazón…Estaba como loco buscándome por todas partes y cuando me vio se quedó mirándome, como siempre, a la expectativa, a ver cómo reaccionaba. Yo estaba dispuesta a decirle todo lo que tenía dentro de mi cabeza, estaba harta de todas sus artimañas y tejemanejes y tal como lo vi, le lancé una mirada de…Te vas a enterar tú bien de lo que vale una mujer…Sin más preámbulos me enfrenté a él con todo mi poderío, fuerte y segura, y él que presume que me conoce más que nadie en éste mundo, se queda alerta, preparado, como gato encrespando el lomo, siempre con el parapeto puesto…Se niega a escucharme, nunca quiere, sólo le gusta ir al grano y lanzarse en picado, pero esta vez no iba a dejarme vencer, aunque reconozca que eso es que me atrae y me vuelve loca…Me arrebata el corazón y caigo rendida a sus pies como una quinceañera, pero no. Estaba decidida a poner fin a todas esas dudas que enmarañaban mi alma, así que tenía que ser fuerte, pues soy demasiado blanda...Le puse las palmas de las manos en los hombros y le dije…¡Alto ahí! ¡Hoy me vas escuchar! Tienes que contestarme a todas estas preguntas y sacarme de dudas, porque sabes que las cazo al vuelo y cosa que se me pone entre cejas, tú di que no me equivoco, así que dime…¿Porqué siempre vas a la misma hora y al mismo lugar? ¡Lo pillé in fraganti! No se lo esperaba. Se quedó alucinando en colores, haciéndose el tonto, el inocente, como para dejar bien claro que no tenía ni idea de lo que quería decir...Es muy listo, pero a mí ya no me la da y toda tu treta era hacerme pensar que estaba equivocada. No, que no me equivoco, pero él como siempre, poniendo esa cara de borrego degollado. Tan sólo pensaba en eso que una tiene entre penumbras, besarme y abrazarme para desarmarme…Reconozco que casi lo consigue, pues a mí es que me atraen los hombres ansiosos y con deseos desenfrenados... Lo llevé a un lugar apartado donde poder expresarme libremente y con autoridad, que se diera cuenta de que iba en serio la cosa, porque últimamente se me estaba yendo de las manos y me sentía utilizada, y es que éste hombre tiene una paciencia…¡No se cansa nunca de esperar a que caiga rendida a sus brazos y me entregue como una gata en celo! Y lo peor es que siempre lo consigue, ¡vaya que sí! ¡Me encanta! ¿Para qué nos vamos a engañar? Estaba decidida a poner fin a todas sus estrategias. Nos sentamos en una roca entre ramas y en pendiente donde no nos veía la gente…Se le abrieron los ojos como platos, lo mismo que los de la nariz, parecía un lince observando aquí y allí como diciendo…Me la zampo de un bocado…Podía oír su respiración olisqueando la silueta de mis caderas…¡Me encantaba! Sólo pensaba en cómo llevarme a su terreno...No estaba dispuesta a ceder ni un ápice y me encerré en lo alto de la torre, amurallando cada resquicio de mi castillo, hasta eché las cadenas al candado que accedía al foso, donde dos dragones se entrelazaron por el cuello como si fuera un nudo marinero…No paraba de mirarme la cara, los ojos, la boca, los labios…Me estaba poniendo a prueba…Reconozco que soy coqueta e insinuante, no lo puedo remediar, me encanta jugar con el deseo y eso de avivar el fuego me va un montón…Pobre infeliz, al final caeré en la trampa del desliz…¿Tú te crees que me puedes tener cuando quieres? ¡Pues no, amigo mío, que no soy tonta! Que las cazo al vuelo y me dejo llevar por mi intuición, y mi intuición me dice que quieres ir a verla, porque para ti no existe la casualidad, y buscas la hora y el momento para cruzarte con ella...¡Así empezaste conmigo amigo…! Era desesperante esa manera de mirarme...Parecía el alma del deseo interrogándome, como si de mí dependiera esas ardientes ansias de cogerme por el cuello y arrebatarme el cuerpo comiéndoselo todo, todo…De repente, sentí una hormiga caminar por mis rodillas, parecía una hoja caída del árbol que nos hacía sombra, y al mirar hacia arriba me bloqueó con la zarpa del amor…Y yo que lo sabía me puse a jugar con esas locas ganas de besarme, provocándole de una manera descarada, retándole a seguir en ese apasionado y rebelde juego, donde cada beso era como robarle aliento a aquella lejana juventud…Y él que me conoce tan bien se dejó llevar por la chispa picarona de mis ojos, volviéndome loca, loca…Éramos como dos llamas incandescentes en el fuego de los infiernos…Y sin previo aviso elevó el puente hacia el castillo con la espada de los deseos, enfrentándose a los dragones que guardaban la fortaleza con la furia de un ciclón y de un sablazo arremetió contra ellos cortándole la cabeza de cuajo y se llevó las llaves del candado a la boca, y entró en el foso de los condenados con la agonía de mi pasión…

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