Esa
romántica de la vida, inocente mujer, que se cree todo lo que le dicen a su
vez, se enamoró de aquél mujeriego engatusador, malvado y manipulador que
cuando bien la conoció, se quedó enganchado en la trampa de su pasión…Me dijo
que yo era su princesita, su amada, la que estaba buscando con toda el alma y
hasta le entregué mi corazón. Le llené la boca de besos, apasionados y lentos y
le conté todos mis secretos a oscuras y bajo el mismo techo, y cuando supo de
todos ellos abrió la puerta y escapó corriendo…Pobre infeliz, se enamoró de mi
desliz…Sé que me piensas, que me tienes dentro de tu cabeza, lo sé porque vivo
dentro de ella, somos como una vela encendida y la llama nuestros sentimientos,
mi amor y aunque quiera no puedo apagarla, quizás cuando te deje de querer, me
vaya hacia los infiernos y me olvides de una vez…No, a los infiernos, no pues
estoy viviendo en ellos, condenada a quererte siempre, y por eso cuando
desaparezco me encuentras y te sigo como si fuera la esclava de las llamaradas
que salen de tu cabeza, pues tengo la llave escondida entre mis piernas y tú
que lo sabes, te cuelas por ellas con palabras tiernas de amor que enamoran mi
alma y me arrebatan el corazón…Estaba como loco buscándome por todas partes y
cuando me vio se quedó mirándome, como siempre, a la expectativa, a ver cómo
reaccionaba. Yo estaba dispuesta a decirle todo lo que tenía dentro de mi
cabeza, estaba harta de todas sus artimañas y tejemanejes y tal como lo vi, le
lancé una mirada de…Te vas a enterar tú bien de lo que vale una mujer…Sin más
preámbulos me enfrenté a él con todo mi poderío, fuerte y segura, y él que
presume que me conoce más que nadie en éste mundo, se queda alerta, preparado,
como gato encrespando el lomo, siempre con el parapeto puesto…Se niega a escucharme,
nunca quiere, sólo le gusta ir al grano y lanzarse en picado, pero esta vez no
iba a dejarme vencer, aunque reconozca que eso es que me atrae y me vuelve loca…Me
arrebata el corazón y caigo rendida a sus pies como una quinceañera, pero no. Estaba
decidida a poner fin a todas esas dudas que enmarañaban mi alma, así que tenía
que ser fuerte, pues soy demasiado blanda...Le puse las palmas de las
manos en los hombros y le dije…¡Alto ahí! ¡Hoy me vas escuchar! Tienes que
contestarme a todas estas preguntas y sacarme de dudas, porque sabes que las
cazo al vuelo y cosa que se me pone entre cejas, tú di que no me equivoco, así
que dime…¿Porqué siempre vas a la misma hora y al mismo lugar? ¡Lo pillé in
fraganti! No se lo esperaba. Se quedó alucinando en colores, haciéndose el
tonto, el inocente, como para dejar bien claro que no tenía ni idea de lo que
quería decir...Es muy listo, pero a mí ya no me la da y toda tu treta era
hacerme pensar que estaba equivocada. No, que no me equivoco, pero él como
siempre, poniendo esa cara de borrego degollado. Tan sólo pensaba en eso que
una tiene entre penumbras, besarme y abrazarme para desarmarme…Reconozco que
casi lo consigue, pues a mí es que me atraen los hombres ansiosos y con deseos
desenfrenados... Lo llevé a un lugar apartado donde poder expresarme
libremente y con autoridad, que se diera cuenta de que iba en serio la cosa,
porque últimamente se me estaba yendo de las manos y me sentía utilizada, y es
que éste hombre tiene una paciencia…¡No se cansa nunca de esperar a que caiga
rendida a sus brazos y me entregue como una gata en celo! Y lo peor es que
siempre lo consigue, ¡vaya que sí! ¡Me encanta! ¿Para qué nos vamos a engañar? Estaba decidida a poner fin a todas sus estrategias. Nos sentamos en una roca
entre ramas y en pendiente donde no nos veía la gente…Se le abrieron los ojos
como platos, lo mismo que los de la nariz, parecía un lince observando aquí y
allí como diciendo…Me la zampo de un bocado…Podía oír su respiración
olisqueando la silueta de mis caderas…¡Me encantaba! Sólo pensaba en cómo
llevarme a su terreno...No estaba dispuesta a ceder ni un ápice y me encerré en
lo alto de la torre, amurallando cada resquicio de mi castillo, hasta eché las cadenas
al candado que accedía al foso, donde dos dragones se entrelazaron por el cuello
como si fuera un nudo marinero…No paraba de mirarme la cara, los ojos, la boca,
los labios…Me estaba poniendo a prueba…Reconozco que soy coqueta e insinuante,
no lo puedo remediar, me encanta jugar con el deseo y eso de avivar el fuego me
va un montón…Pobre infeliz, al final caeré en la trampa del desliz…¿Tú te crees
que me puedes tener cuando quieres? ¡Pues no, amigo mío, que no soy tonta! Que las
cazo al vuelo y me dejo llevar por mi intuición, y mi intuición me dice que
quieres ir a verla, porque para ti no existe la casualidad, y buscas la hora y
el momento para cruzarte con ella...¡Así empezaste conmigo amigo…! Era
desesperante esa manera de mirarme...Parecía el alma del deseo
interrogándome, como si de mí dependiera esas ardientes ansias de cogerme por
el cuello y arrebatarme el cuerpo comiéndoselo todo, todo…De repente, sentí una
hormiga caminar por mis rodillas, parecía una hoja caída del árbol que nos
hacía sombra, y al mirar hacia arriba me bloqueó con la zarpa del amor…Y yo que
lo sabía me puse a jugar con esas locas ganas de besarme, provocándole de una
manera descarada, retándole a seguir en ese apasionado y rebelde juego, donde
cada beso era como robarle aliento a aquella lejana juventud…Y él que me
conoce tan bien se dejó llevar por la chispa picarona de mis ojos, volviéndome
loca, loca…Éramos como dos llamas incandescentes en el fuego de los infiernos…Y
sin previo aviso elevó el puente hacia el castillo con la espada de los deseos,
enfrentándose a los dragones que guardaban la fortaleza con la furia de un ciclón
y de un sablazo arremetió contra ellos cortándole la cabeza de cuajo y se llevó
las llaves del candado a la boca, y entró en el foso de los condenados con la
agonía de mi pasión…
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