domingo, 28 de octubre de 2012

MI MUÑECA DE TRAPO.-

Mi hermana Lola y yo siempre estamos juntas. Me lleva once meses, así que compartimos los mismos temores, juguetes y oraciones, menos las muñequitas de trapo que mamá nos ha hecho a cada una, con unas puntaditas negras en los ojos y unas cuantas más en la boquita con hilo color rojo, una madeja amarilla en la cabecita, con brazos y piernas recosidas por todas partes... ¡Qué bien los pasamos metiéndola en el agua toda enterita! Ahora de cabeza, ja, ja, ja... Ahora de pie, jua, jua, jua... ¡Toda la melena mojada! ¡Arriba y abajo! Después de hartarnos, la tendemos en el tendedero del balcón patas abajo, ji, ji, ji... ¡Es de lo más divertido y emocionante...!
Más tarde nos compró una muñeca de cartón para las dos. Tenía la cara de china la mar de bonita y una mañana muy tempranito nos dijo que se la enseñáramos a la vecina de enfrente, con tan mala pata que se nos cayó al suelo y el primer día de tenerla en nuestros brazos se le rompió la cara a pedazos, ¡cuánto lloramos las dos! Mi padre, el pobre, como siempre, pegándola con pegamento, mientras mamá chillando decía que éramos unas destrozonas y que no podíamos tener nada nuevo, y nosotras berreando... La verdad es que nada más cerrar mi madre la puerta nos liamos a tirar una de la cabeza, y la otra de los pies por que las dos queríamos llevarla, y entre ese tira y afloja... ¡Zas!
De esa manera fui creciendo, sin darme cuenta de que cada año la familia aumentaba como por arte de magia, siendo consciente de repente, que había alguien gateando por el suelo, y un niño nuevo berreando en el moisés con un chupete puesto como caído del cielo, pues antes de ahora, tan sólo recuerdo un muchacho alto y muy guapo, el mayor de todos los hermanos, apareciendo y desapareciendo como por encanto, en cambio sí que tenía presente a una chica pegada a mis espaldas, blanca escuálida y desgarbada, con una cabellera morena y ondulada...
... Y recordando estaba que recordaba su infancia, cuando caí en la cuenta de que no era yo, si no ella la que ya estaba, y me viene ahora a la memoria aquella noche de luna iluminada, en la que una silueta de dos bocas se besaban, cuando verdaderamente sentí la noción de mi ser en la que ella ya me cuidaba en el jardín aquél...¡Qué guapa y alta es a mi lado! Siempre está detrás de mí o entre Lola y yo, y nos tiene de las manos agarradas fuerte, fuerte... Nos baña, nos viste y nos peina, además me abrocha la hebilla de las sandalias en verano y me ata los cordones de los zapatos gorilas en invierno subida en lo alto de una mesa cuadrada, toda tiesa de patas rectas, y no paro de mirar y remirar lo bien que le sale esa moña tan linda y hermosa....

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