lunes, 29 de octubre de 2012

CAMINITO DEL COLEGIO.-

El maestro don José le da a los niños clase y algún que otro palmetazo que les deja las manos rojas como tomates, ¡la letra con sangre entra! y al que no sabe leer lo pone de cara a la pared, menos mal que a las niñas nos enseña su madre que es una abuelita muy chica, chica, chica, vestida de negro y la cabecita siempre la está moviendo como si estuviera diciendo, no, no, y que no, y cuando me pongo a leer tras ella no paro de mirar su cogote por que entre los pocos pelos que tiene, se le ve la carne entre ellos con un moñito que parece una cabecita de ajo.... Pero cuando toca la campanilla... ¡Yupiiii! Nos apegotonamos en el pasillo, y con el bocadillo en la mano, salimos a trompicones hacia aquél caminito tan estrecho que nuestro pies han dibujado a fuerza de pisotearlo una y otra vez. Me entretengo mirando las hormigas que en fila van, unas tras otras, como si fuera un desfile. Cuatro o cinco llevan una cáscara de pipa, ¡madre mía, si parece un entierro! Al lado un escarabajo negro y gordo arrastra un grillo tieso y de vez en cuando se detiene porque tropieza con una cagarruta de cabra, toda redondita y negrita como si fuera un caramelito. De pronto una lagartija ha pasado corriendo, huyendo de mí, ¡menos mal que no se ha dado cuenta que tengo más miedo que ella! Al momento me tropiezo con una caca marrón, de forma circular, igual que los churros, más seca que un estropajo, donde unas moscas verdes y cabezonas, revolotean alrededor, hasta le han pellizcado un poco, y se observa algo blanducha y jugosa, la mierda esa tan asquerosa, que incluso huele un poco, ¡uf, qué asco! Unos cuantos insectos van y vienen por el aire tan pequeños que apenas se vislumbran, ¡son molestísismos! Caracoles secos están por todo el camino y unas cuantas cochinillas van andando por un atajo, tan sumamente estrecho que no cabe ni una ojeada... Las mariquitas se van de jarana, ¡hala a la feria! tan preciosas con el cuerpecito rojo y unos lunaritos negros... Las boñigas de las vacas aparecen por todas partes y un cagajón, dos y tres, me indica que el asno del señor Paco, el panadero, sí, sí, ése que despierta al barrio entero con su silbato... Sí, ese, que cuando las vecinas del cuarto y del quinto piso están recién levantadas, descuelgan la bolsa por la ventana con un cordel para que les ponga el pan en ella, pues ése mismo ha pasado por allí con los serones de esparto vacío, y los tábanos que lo persiguen sin cesa. El pobre siempre con el rabo de un lado para otro, porque le pican hasta en el mismísimo culo.... Múltiples margaritas sobresalen de los jaramagos y los cardos cucos, que con sus pétalos blancos mecidos por el aire, dejan ver un disco amarillo donde las avispas se entretienen volando de unas a otras.... Algunas violetas adornan el paisaje, que junto a las amapolas, hacen que el malva y el rojo se fundan en un rubor encendido tan bello, ¡madre mía! que el alma se me llena de alegría, y esplendorosas me invitan a vivir... Entre ellas las ortigas llenitas de espinas y una chumbera cargada de higos, que los niños casi siempre golpean con palos para hacerlos caer, ¡qué ricos están! La hierba crece de una manera salvaje, donde el canto del grillo se mezcla con el olor de las flores y una chicharra medio loca, siempre cantando la misma canción... De repente un saltamonte ha saltado sobre mí y salgo corriendo hacia atrás, donde unas cuantas hormigas rojas llevan trocitos de pan seco y un ciempiés las persigue lentamente... De repente veo una mariposa preciosa volando en zigzag, como una bailarina, al momento enmudezco, no hago ruído, ni siquiera parpadeo y me acerco despacito aguantando la respiración, paso a pasito por ese caminito, donde apenas caben mis pies... Me agacho, me quedo muda y alargando el brazo derecho, preparo mis dedos.... El pulgar y el corazón están deseando de prender las alas de la mariposa, ¡son tan bellas! De color marfíl con unas rayas negras atravesándolas y el cuerpecito agusanado, ¡qué bonita y hermosa es! Hinco una rodilla en la tierra esperando que cese su vuelo, ¡al fín! No se mueve... Un leve temblor hace que avance un par de centímetros hacia ella, casi rozo sus sedosas alas... Titubeo....Mejor es dejarla en libertad... ¡Vuela alto mariposa! ¡Vuela alegre alegre y risueña que no quiero con mis letras quitarte lo más bello que la naturaleza te ha concedido de dar al campo salvaje éste toque divino!

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