Siento mis carnes flaquear, siento mi alma volar,
la llevo aireando hacia ti, no sé qué le hiciste al
final… Las mujeres de tu edad me producen
mucho morbo, ¿te molesta que te lo diga? No, no,
para nada...le contesté...Y seguí caminando por las
calles del olvido, allí donde se dan cita los latidos
del hambre y los quejidos del amor…Hoy mi
locura hacia ti, hacia esas palabras llenas de
misterio y ansiedad… ¿Qué ocultan? ¡Dímelo!
¿Por qué las escondes con ese antifaz risueño y
letal? ¿Qué hay tras ellas que me abruman y me
increpan a seguirte sin más? Quizás la echaste al
aire sin querer, o podría ser que la tiraste derecha
a matar…Fue una frase con un dardo venenoso
dispuesto a dar en el centro de mi corazón…Un
corazón que late al ritmo del amor siempre ávido
de entregar sus latidos a ese hombre, que tras la
sonrisa ciega e indecente, se atreve a atravesar la
línea de fuego que separa la fantasía de la
realidad…Y yo, pluma ambulante y mensajera que
vuela y vuela con la intrepidez de los vientos
eólicos, las atrapo al momento y hago con ellas lo
que quiero…pues…Como poeta errante navego
por tierra y mares alerta a cualquier intruso que se
presta a seguirme a ese juego libidinoso que me
engatusa y aturde… Sutilmente lo atraigo con el
talismán de mis versos eróticos a caer en la trama
de la poesía desnuda y libre de locos enamorados,
como si fuera un juego de descartes por pura
diversión, convencidos de que sólo sería una
partida…o dos...pues… ¿Qué será que atrae tanto
a un jovencito lleno de vida que de pronto quiera
sentir en sus carnes el abrazo de una señora de
edad madura? Quizás desee conocer las caricias
expertas de unas manos alrededor de su piel erecta
e infiel…o… Simplemente oír esa voz que le
susurra suavemente al oído el camino a seguir en
su cuerpo latente por arder...Quiéreme usted…me
decía cada vez…Espera, tranquilo…le digo con
insinuante y atrevida lengua, puro veneno para los
orgasmos de su cuerpo, revoltosa por fuera y por
dentro que recorre cada recoveco de su cuerpo
desde la boca hasta los pies…Y él que desespera
de puro fuego que sale por la chimenea de su
cerebro, arde que arde con la leña de mi ávida voz,
con fogosas y ansiosas palabras que provocaron el
estampido de mis letras…Las mujeres de tu edad
me producen mucho morbo, ¿te molesta que te lo
diga? No, no, para nada...le contesté recordándole
otra vez…Me estaba dejando llevar por esas
palabras que sin querer me daban vueltas en la
cabeza...las quería olvidar...pues... Nunca me
había sentido atraída por un hombre veinte años
más joven que yo, y sin darme cuenta me
arrastraba a su manera de pensar... Poco a poco se
iba adueñando de los más bajos instintos que sin
querer, salieron a flote reclamando besos y abrazos
alrededor de mi piel. Los sentimientos más
arbitrarios se desbocaron en una estampida
galopante hacia sus palabras haciéndome dueña de
su lenguaje osado y soez, que sin proponérmelo,
estaban acariciando la curiosidad de caer en ese
morboso momento de pasión, donde sus piernas y
las mías se enlazaban en una lujuriosa
desazón...Mis latidos empezaron a acelerarse
como si una fuerza misteriosa me empujara a sus
brazos... Mis labios ardían buscando su boca y sus
ojos los sentía en mi alma suplicando ese abrazo
sensual que él necesitaba para calmar la ansiedad
que tenía de mi espíritu libre, y que imaginaba
apagando ese fuego que lo quemaba desde la
primera vez que me vio en la ventana sin cristal...
Lo sentí al instante a través de la cortina de humo
que había entre él y su pareja, bella y hermosa, a la
que amaba pensando en mí... Un halo de
sensualidad me estaba envolviendo en una espiral
de locura y juventud, donde dos cuerpos desnudos
se acariciaban con la sonrisa de un orgasmo lento
y suave a punto de estallar, y al que no quería
llegar prolongando la suavidad del placer hasta el
clímax de un tardío amanecer... Me estaba
deleitando con esas palabras que me estallaban en
las sienes como zumbidos de abejas en un panal
de miel…Miel que saboreaba en mi boca con la
agonía del fuego que me quemaba en los adentros
con la avidez de una fiera salvaje, hambrienta de
cometer el más infiel de los actos con toda la
naturaleza carnal…pues…La curiosidad por
atravesar la línea del más allá estaba provocando
en mí destellos de luciérnagas simples y fugaz…
quizás sea eso que se hace llamar, acto sexual en
el estado más puro y carnal…
la llevo aireando hacia ti, no sé qué le hiciste al
final… Las mujeres de tu edad me producen
mucho morbo, ¿te molesta que te lo diga? No, no,
para nada...le contesté...Y seguí caminando por las
calles del olvido, allí donde se dan cita los latidos
del hambre y los quejidos del amor…Hoy mi
locura hacia ti, hacia esas palabras llenas de
misterio y ansiedad… ¿Qué ocultan? ¡Dímelo!
¿Por qué las escondes con ese antifaz risueño y
letal? ¿Qué hay tras ellas que me abruman y me
increpan a seguirte sin más? Quizás la echaste al
aire sin querer, o podría ser que la tiraste derecha
a matar…Fue una frase con un dardo venenoso
dispuesto a dar en el centro de mi corazón…Un
corazón que late al ritmo del amor siempre ávido
de entregar sus latidos a ese hombre, que tras la
sonrisa ciega e indecente, se atreve a atravesar la
línea de fuego que separa la fantasía de la
realidad…Y yo, pluma ambulante y mensajera que
vuela y vuela con la intrepidez de los vientos
eólicos, las atrapo al momento y hago con ellas lo
que quiero…pues…Como poeta errante navego
por tierra y mares alerta a cualquier intruso que se
presta a seguirme a ese juego libidinoso que me
engatusa y aturde… Sutilmente lo atraigo con el
talismán de mis versos eróticos a caer en la trama
de la poesía desnuda y libre de locos enamorados,
como si fuera un juego de descartes por pura
diversión, convencidos de que sólo sería una
partida…o dos...pues… ¿Qué será que atrae tanto
a un jovencito lleno de vida que de pronto quiera
sentir en sus carnes el abrazo de una señora de
edad madura? Quizás desee conocer las caricias
expertas de unas manos alrededor de su piel erecta
e infiel…o… Simplemente oír esa voz que le
susurra suavemente al oído el camino a seguir en
su cuerpo latente por arder...Quiéreme usted…me
decía cada vez…Espera, tranquilo…le digo con
insinuante y atrevida lengua, puro veneno para los
orgasmos de su cuerpo, revoltosa por fuera y por
dentro que recorre cada recoveco de su cuerpo
desde la boca hasta los pies…Y él que desespera
de puro fuego que sale por la chimenea de su
cerebro, arde que arde con la leña de mi ávida voz,
con fogosas y ansiosas palabras que provocaron el
estampido de mis letras…Las mujeres de tu edad
me producen mucho morbo, ¿te molesta que te lo
diga? No, no, para nada...le contesté recordándole
otra vez…Me estaba dejando llevar por esas
palabras que sin querer me daban vueltas en la
cabeza...las quería olvidar...pues... Nunca me
había sentido atraída por un hombre veinte años
más joven que yo, y sin darme cuenta me
arrastraba a su manera de pensar... Poco a poco se
iba adueñando de los más bajos instintos que sin
querer, salieron a flote reclamando besos y abrazos
alrededor de mi piel. Los sentimientos más
arbitrarios se desbocaron en una estampida
galopante hacia sus palabras haciéndome dueña de
su lenguaje osado y soez, que sin proponérmelo,
estaban acariciando la curiosidad de caer en ese
morboso momento de pasión, donde sus piernas y
las mías se enlazaban en una lujuriosa
desazón...Mis latidos empezaron a acelerarse
como si una fuerza misteriosa me empujara a sus
brazos... Mis labios ardían buscando su boca y sus
ojos los sentía en mi alma suplicando ese abrazo
sensual que él necesitaba para calmar la ansiedad
que tenía de mi espíritu libre, y que imaginaba
apagando ese fuego que lo quemaba desde la
primera vez que me vio en la ventana sin cristal...
Lo sentí al instante a través de la cortina de humo
que había entre él y su pareja, bella y hermosa, a la
que amaba pensando en mí... Un halo de
sensualidad me estaba envolviendo en una espiral
de locura y juventud, donde dos cuerpos desnudos
se acariciaban con la sonrisa de un orgasmo lento
y suave a punto de estallar, y al que no quería
llegar prolongando la suavidad del placer hasta el
clímax de un tardío amanecer... Me estaba
deleitando con esas palabras que me estallaban en
las sienes como zumbidos de abejas en un panal
de miel…Miel que saboreaba en mi boca con la
agonía del fuego que me quemaba en los adentros
con la avidez de una fiera salvaje, hambrienta de
cometer el más infiel de los actos con toda la
naturaleza carnal…pues…La curiosidad por
atravesar la línea del más allá estaba provocando
en mí destellos de luciérnagas simples y fugaz…
quizás sea eso que se hace llamar, acto sexual en
el estado más puro y carnal…
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