sábado, 30 de marzo de 2013

MI TIERRA.- CEUTA.-



Me gustaría hablar un poco de Ceuta aunque en la actualidad esté algo cambiada, porque ya hace muchos años que vine, y claro, un niño no ve las cosas igual que un adulto. Por entonces, creía que el mundo se acababa en la raya que unía el cielo con el mar...

Mi tierra está situada en la costa septentrional de África, a la entrada de la embocadura oriental del Estrecho de Gibraltar. Si llegas en barco, lo primero que ves es el Hacho, ese monte donde está la ermita de San Antonio, y van las mocitas a pedir novio, y... ¡dispuesto para el matrimonio!.. A su falda se extiende la ciudad desparramada a lo largo y a lo ancho, y mires por donde mires, ¡agua! Siempre agua de mar salada, y aunque no es una ciudad enorme, está pobladísima, sobre todo, por soldados, pescadores y moros, ¡muchos moros! Estos últimos, siempre iban y van vestidos con la típica chilaba, túnica larga de lana o algodón, con un capuchón y mangas amplias. Otros llevaban unos pantalones muy bombachos, parecido a los puchos que me ponía en el instituto para hacer la gimnasia, pero más grandes todavía. Calzaban babuchas, y en la cabeza llevaban una especie de trapos, todo enroscado hacia lo alto o un gorrito rojo, la mar de chico.
También vivían muchos indios, que eran dueños de los bazares del centro, por donde está la plaza del mercado, y eran unos hombres con la tez aceitunada, los ojos muy grandes y un poco saltones y los labios gruesos, además de la cara redondeada. Ellos vestían a la española, con pantalones grises, camisas claras de mangas cortas, y corbata, iban perfectos de limpios. En cambio, las mujeres llevaban el sari, que es un vestido de una sola pieza y se ajusta al cuerpo sin costuras ni imperdibles, que ellas, con mucha gracia, se lo cruzaban por la cintura, llegando hasta el hombro y cayendo una tira ancha hacia atrás, y otra por lo alto de la cabeza, como si fuera un velo precioso y brillante. La mayoría de estas telas eran de seda, y las adornaban con filitos de oro. Eran muy guapas y tenían unos signos, o qué sé yo, de tinta azul en la frente y en la barbilla. Cuando vivía allí eran así, no sé cómo serán ahora, lo mismo que por entonces, solamente había dos barcos muy grandes, El Correo Virgen de África, blanco y otro de color amarillo y negro que iba hacia Melilla. Más tarde descubrí algunos más pequeños, ferry, pues a la gente le dio por ir y volver en el mismo día, dejando la ciudad la mar de sucia.

Ceuta es una ciudad antiquísima, ya verá si lo será, que hasta en la mitología griega se la cita cuando se llamaba Abila. El famoso héroe Hércules, la separó de Calpe, (nombre antiguo del peñón de Gibraltar) formando las famosas Columnas de Hércules. Hasta en la actual isla de Perejil, al lado, se localizaron escenas de La Odisea, y los romanos establecieron la colonia de Los Siete hermanos, en memoria de Las Siete Colinas de Roma. Fue fundada por los fenicios y conquistada por los romanos, pasando el poder a los visigodos. Después la dominaron algún tiempo los bizantinos, volviendo otra vez a los visigodos, hasta que fue entregada a los musulmanes, pero en el año 1.415 fue conquistada por don Juan I de Portugal, siendo incorporada al reino de Castilla en 1.580, pero al separarse ésta de España, Ceuta siguió siendo española por el Tratado de Lisboa, firmado ese mismo año, ratificándose después en 1.667. En 1956, España reconoce la independencia de la zona del protectorado español en Marruecos, quedando la ciudad de Ceuta y su término municipal como plaza militar en el norte de África, bajo la soberanía española. El puerto de Ceuta es tan importante, que Marruecos siempre ha luchado por él.

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