Me gustaría hablar un poco de Ceuta aunque en la
actualidad esté algo cambiada, porque ya hace muchos años que vine, y claro, un
niño no ve las cosas igual que un adulto. Por entonces, creía que el mundo se
acababa en la raya que unía el cielo con el mar...
Mi tierra está situada en la costa septentrional de
África, a la entrada de la embocadura oriental del Estrecho de Gibraltar. Si
llegas en barco, lo primero que ves es el Hacho, ese monte donde está la ermita
de San Antonio, y van las mocitas a pedir novio, y... ¡dispuesto para el
matrimonio!.. A su falda se extiende la ciudad desparramada a lo largo y a lo
ancho, y mires por donde mires, ¡agua! Siempre agua de mar salada, y aunque no
es una ciudad enorme, está pobladísima, sobre todo, por soldados, pescadores y
moros, ¡muchos moros! Estos últimos, siempre iban y van vestidos con la típica
chilaba, túnica larga de lana o algodón, con un capuchón y mangas amplias.
Otros llevaban unos pantalones muy bombachos, parecido a los puchos que me
ponía en el instituto para hacer la gimnasia, pero más grandes todavía. Calzaban
babuchas, y en la cabeza llevaban una especie de trapos, todo enroscado hacia
lo alto o un gorrito rojo, la mar de chico.
También vivían muchos indios, que eran dueños de los
bazares del centro, por donde está la plaza del mercado, y eran unos hombres
con la tez aceitunada, los ojos muy grandes y un poco saltones y los labios
gruesos, además de la cara redondeada. Ellos vestían a la española, con
pantalones grises, camisas claras de mangas cortas, y corbata, iban perfectos
de limpios. En cambio, las mujeres llevaban el sari, que es un vestido de una
sola pieza y se ajusta al cuerpo sin costuras ni imperdibles, que ellas, con
mucha gracia, se lo cruzaban por la cintura, llegando hasta el hombro y cayendo
una tira ancha hacia atrás, y otra por lo alto de la cabeza, como si fuera un
velo precioso y brillante. La mayoría de estas telas eran de seda, y las
adornaban con filitos de oro. Eran muy guapas y tenían unos signos, o qué sé
yo, de tinta azul en la frente y en la barbilla. Cuando vivía allí eran así, no
sé cómo serán ahora, lo mismo que por entonces, solamente había dos barcos muy
grandes, El Correo Virgen de África, blanco y otro de color amarillo y negro
que iba hacia Melilla. Más tarde descubrí algunos más pequeños, ferry, pues a
la gente le dio por ir y volver en el mismo día, dejando la ciudad la mar de
sucia.
Ceuta es una ciudad antiquísima, ya verá si lo será,
que hasta en la mitología griega se la cita cuando se llamaba Abila. El famoso
héroe Hércules, la separó de Calpe, (nombre antiguo del peñón de Gibraltar)
formando las famosas Columnas de Hércules. Hasta en la actual isla de Perejil,
al lado, se localizaron escenas de La
Odisea, y los romanos establecieron la colonia de Los Siete
hermanos, en memoria de Las Siete Colinas de Roma. Fue fundada por los fenicios
y conquistada por los romanos, pasando el poder a los visigodos. Después la
dominaron algún tiempo los bizantinos, volviendo otra vez a los visigodos,
hasta que fue entregada a los musulmanes, pero en el año 1.415 fue conquistada
por don Juan I de Portugal, siendo incorporada al reino de Castilla en 1.580,
pero al separarse ésta de España, Ceuta siguió siendo española por el Tratado
de Lisboa, firmado ese mismo año, ratificándose después en 1.667. En 1956,
España reconoce la independencia de la zona del protectorado español en
Marruecos, quedando la ciudad de Ceuta y su término municipal como plaza
militar en el norte de África, bajo la soberanía española. El puerto de Ceuta
es tan importante, que Marruecos siempre ha luchado por él.
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