sábado, 3 de agosto de 2024

LA ESENCIA DE UN PUEBLO.- BARBATE.- (julio de 2024)

He veraneado en Barbate, sí señor y no podéis imaginar cuánto me ha gustado éste pueblo, sobretodo cuánto amor he sentido en mi corazón…Ha sido como un bálsamo para los sentidos, reanudándome las emociones típicas de la niñez, ésa época que parecía enterrada al olvido, y éste recorrido por las playas y calles de Barbate, las ha rescatado del baúl de los recuerdos, y como una niña en estado puro, he podido retener durante quince días, las ansias de vivir los mejores años de la infancia junto a mis padres y hermanos desde la lejanía del ayer, siendo hoy y ahora la existencia del vivir…¡Cuánto amor desprenden los barbateños por Dios! ¡Qué sencilla y cercana su gente! ¡Qué playas más hermosas tiene Barbate! Incluso hay una que se permite llevar mascotas, Yerbabuena. Se llama Hierbabuena, pero allí se dice yerbabuena. ¡Qué preciosidad de playa! Es completamente salvaje, y es un verdadero placer ver a los perritos chapuzar en el agua…Casi todos los días temprano, andaba por las calles donde el trasiego de gente para arriba y para abajo es imparable, y cuando preguntaba por un sitio en particular, todo el mundo contestaba con una sonrisa y una sencillez, que parecía como si me conocieran de toda la vida, y eso mamaíta mía me hacía sentir bien…Algunos barrios están un poquito abandonados, incluso viejos, con las fachadas desconchadas y descoloridas, quizás la cercanía del mar fuera la causa. Son callejuelas estrechas y largas y hace mucho calor, por eso, las vecinas suelen sentarse en la misma puerta de la casa, justo en la misma calle mamá, y cuando pasaba por su lado sonreían saludando, y eso, madre mía de mi vida, me hacía recordar cuando venían los amigos de visita a casa los domingos por las tardes, y les enseñabas el comedor nuevo, ése tan bonito que comprasteis con tanto sacrificio y orgullosa les mostraba recalcando que era de caoba, y ahora mismo, al ver a ésas mujeres charlando al fresco, te veo a ti a través de sus sonrisas. En cambio, en el paseo marítimo hace un fresquito de lo más agradable, es donde está la marcha, pues hay tantos restaurantes y bares de copa, que no encuentras ni una mesa libre. Ahí el ambiente es muy diferente, ya que aparte de la gente del pueblo, el turismo nacional es imparable, sin perder nunca la esencia de Barbate, que es lo más bello que tiene haciéndola única y especial. Justo al lado, la playa, una playa limpia y hermosa de arena fina, donde miles de sombrillas se agolpan coloreando el ambiente en un abrazo interminable desde levante a poniente, que como dicen los gaditanos…Esto es una continua lucha entre dos mares, la mare que parió al poniente y la mare que parió al levante que vuelve lo de detrás alante. Y es que aquí el viento a veces es tan fuerte que como no claves bien la sombrilla salen volando por los aires como las cometas que nos hacía Juan, ¿te acuerdas mamá cómo las hacía? Tumbada en la arena mis ojos miran aquella cometa verde, rosa y celeste que me hizo él, mi hermano el mayor, ¡con qué delicadeza recortaba los pliegues de colores de papel de seda! Luego los pegaba a unas varillas planas de bambú, y después enganchaba un carrete de hilo gordo para que la pudiera echar al cielo, era de lo más emocionante correr por la orilla del mar con mi cometa al viento, igual que todos mis hermanos mamá, y estando aquí en la playa de Barbate con los ojos cerrados, he vuelto a correr descalza por la orillita como aquella niña que fui…¿Y la plaza del mercado? ¿Habéis visto una plaza más bonita que ésta? Es tan bonita, tan bonita que parece como si estuviera bajo el agua, ¡todo un océano multicolor en una plaza tan pequeñita y grande a la vez! Nunca podría describir la belleza de sus paredes coloreadas con motivos relativos al mar, sobretodo recorrer los puestos de pescado, donde el Atún Rojo es el protagonista de la plaza. ¡Menuda ventresca más rica y más buena he comido! ¡Exquisita! Sin olvidarnos de la fruta y verduras, por supuesto. ¡Ay mamá, cómo me acordé de ti cuando iba contigo a comprar al mercado de Ceuta! Parece que te estoy viendo aligerar el paso de un puesto a otro. ¡Corre, corre hija mía! Me decías mientras iba detrás…No puedes imaginar lo que sentí en aquellos momentos, ¡transmiten tanta alegría y euforia la gente de éste pueblo que me contagiaban con su esplendor! Las cafeterías adyacentes siempre plagadas de hombres y mujeres desayunando…Siguiendo calle arriba se encuentra la iglesia de San Paulino, y en el altar, a la izquierda hay una virgencita con el niño Jesús en brazos, ¡igualito que el que nos compró papa! El que todavía tiene la marca de los besos que le dabas en la rodilla antes de irte a la cama, mamá, y que nosotras también le dábamos un besito…Se me llenan los ojos de lágrimas al recordarte, porque ésa marca sigue palpitando en mi alma madre mía, pero éste niño Jesús es único, me dijo la señora que me lo mostró. Mamá no te puedes creer lo que vi cuando ella alzó la túnica que llevaba puesto, ¡el pitito, mamá, tenía un pitito! Era como un recién nacido mamá, ¡que gracioso y lindo! Saliendo de allí, seguimos por el casco antiguo de Barbate, donde un arco a la entrada lo preside mostrando al visitante la joya más valiosa que tiene. Es tan bonito, tan bonito su recorrido que dan ganas de visitarlos una y otra vez, todo lleno de macetas con plantas de mil colores. De vez en cuando tropiezas con unas plazoletas tan lindas y bien cuidadas que da gusto pasear por allí, además hay repartidos por todo el pueblo cinco bancos corazones de colores, donde la mayoría de los turistas se sientan para hacerse una foto, lo mismo que hice yo…Una mañana bien tempranito me fui a caminar por donde suelen andar y correr hombres y mujeres por una acera ancha toda nueva, y pegado a ella, varios ciclistas se pierde en la lejanía en el carril bici color verde, y más adelante, una enorme montaña donde los pinares te saludan con amor. Es la que se llama la ruta de los Acantilados, que acercándome al filo, la vista te traslada al fondo del mar donde aguas cristalinas y transparentes te dan la bienvenida invitándote a volver…Al regresar, en la misma entrada del puerto hay una cafetería donde paraba a desayunar, y al lado de ella hay una tienda donde venden Delicias de Barbate, ¡qué ricas! La verdad es que no me he privado de nada, y dando la vuelta, justo frente a los barcos de pesca se encuentra una ermita con la Virgen del Carmen, es preciosa, y en el asfalto varios pescadores sentados en el suelo con las redes sobre sus piernas…Las estaban cosiendo mamá, lo mismo que en Ceuta en la acera donde estaba el carrillo de la señora Martina, donde todas las niñas nos tirábamos cuesta abajo patinando. No te puedes imaginar lo que sentí en aquellos momentos, el corazón me dio un vuelco mamá, porque también me recordaron a Conchita y José Mari, los más traviesos de los nueve hermanos, que a escondidas rapiñaban los corchos para hacerse unos flotadores y nadando se iban hasta la peña del cincuenta en la playa del Chorrillo…¡Ay madre mía, todo esto es lo que he vivido durante las vacaciones en Barbate! Estoy segura que ha sido gracias al viento de poniente y levante, que con su fuerza huracanada me ha transportado a la infancia...

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