sábado, 3 de julio de 2021

SOY LA MILAGRO.- (MICRORRELATO)

Me llamo Milagros, pero la gente del barrio, cuando se dirigen a mí me llaman la Milagro con un cariño tan grande que no podría describir…pues…Tantos años compartiendo penas y alegrías han hecho que seamos una gran familia, sobre todo cuando nos sentamos en el patio en las noches de verano, donde las enredaderas trepan por las paredes blancas siendo testigos de risas y llantos, mientras las gitanillas florecen a nuestro alrededor entre rejas y balcones bajo los rayos del sol, y en primavera se muestran esplendorosas llenando nuestra vida de luz y color, especialmente a mí que…Puntadas tras puntadas estoy bordando un tapiz con los hilos de mi corazón transportándome al día que te conocí, esposo mío…Era el hombre más apuesto y guapo que había conocido…mi príncipe encantado…Jamás olvidaré aquella tarde que oí los sonidos que una trompeta dejaba caer las notas al viento…Eran las notas musicales del bolero que cantaba la Antonio Machín…Muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perlas, labios de rubí…Se me llenan los ojos de lágrimas al recordarte amor mío, el único hombre que he conocido, padre de mis tres hijos…Las jovencitas del patio salimos enseguida a la ventana y mientras lo escuchaba, sus ojos y los míos se cruzaron en una mirada, que sin decirse nada, hablaban de sueños y esperanzas, y cuando acabó la sonata, una sonrisa cómplice de su cara a la mía me hizo sonrojar arrebatándome el corazón…Fue la tarde más hermosa de mi vida…nunca me había sentido tan dichosa hasta ese momento…Mejor será que empiece por el principio…Nací en Fontanosas, una pequeña aldea de La Mancha en mil novecientos treinta y cuatro…Tengo los cabellos de oro y plata y la vista cansada, pero gracias a Dios que hace poco me operaron de cataratas, y no hay un solo día que no salga al patio a bordar, ya que me distrae y olvido las penas llenando mis manos de los recuerdos más hermosos de mi vida…Tenía tres años cuando quedé huérfana, no sé qué pasó…era tan pequeña que nadie decía nada…quizás la guerra se los llevó como a tantos otros en aquella época…Más tarde me enteré que a dos de mis hermanas las adoptaron en Valencia, y a mí y otra hermana más, nos llevaron a un orfanato, La Casa Cuna de Córdoba donde estuvimos hasta los catorce años, por lo que unos tíos nuestros nos adoptaron, que nada más vernos nos pusieron a trabajar desde las cinco de la madrugada, hasta las tres de la tarde en la Fábrica de la Algodonera, aún así aprendí a bordar con las monjas de la Milagrosa de Córdoba, haciendo palios, manteles de altar y mantones de Manila. Gracias a eso, bordé el ajuar de mi boda con tanta ilusión, que todavía cuando salgo al patio con mi caja de lata llenita de madejas de colores, siento cómo se me acelera el corazón, cuando con la aguja atravieso el bordador, haciéndome rejuvenecer de nuevo cuando por primera vez me dijiste…Te quiero…Por entonces vivíamos en una humilde habitación de una casa de vecinos con mis tíos y cuatro primos más, y fue allí donde me enamoré del hijo de la casera, quien me rescató de la vida tan dura que hasta entonces había tenido…Se llamaba Manuel y era hojalatero de profesión, pero en los anocheceres frescos de verano, se liaba a tocar la trompeta en medio del patio hasta altas horas de la madrugada despertando a todos los vecinos, que hartos y cansados de serenatas, le arrojaban al pobre una cubeta de agua…Era un auténtico trovador, y a mí me había robado el corazón haciéndome soñar, mientras bordaba las sábanas blancas de mi futuro hogar…El día de mi boda fue el más feliz de mi vida, y cuando tuve a mis hijos, me sentí la madre más afortunada del mundo…pues…Fueron concebidos con esperanza e ilusión…Esa ilusión que de niña carecí, lo mismo que la esperanza perdí cuando solita me quedé sin besos y abrazos de padres y hermanos, tan sólo una cama fría sin que nadie me cantara una nana, ni meciera mi cuerpo, ni me contara un cuento…un plato de comida y mucho trabajo para una niña de pocos años, y por eso…A mis hijos prodigué de todo lo que me fue arrebatado, formando una familia llena de alegría y amor, hasta que una mañana no despertó…El sueño eterno se llevó a mi trovador para que tocara la trompeta a los angelitos de Dios, quebrándose mi voz en un llanto de dolor…Tenía cincuenta y cuatro años de edad, y hoy, después de treinta y tres años de su muerte, no hay un solo día que no lo nombre…pues…Cuando se fue, mi alma voló junto a él recordando aquella letra de la canción que estoy bordando en mi bastidor…Muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perlas, labios de rubí, dime si me quieres, como yo te adoro, si de mí te acuerdas, como yo de ti…



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 


























 

































 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 



 










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