Mea culpa,
mea culpa...Ante ti me postro de rodillas con
el alma arrebatada de vergüenza y dolor...Quizás también de arrepentimiento,
pero siento un vacío en mi cuerpo que no sé si hice mal o bien...Perdida me
encuentro por esas avenidas donde la gente apenas me conocen, no saben nada de
mí, tan sólo yo que sigo sin tener las ideas claras, y como un espíritu errante
busco algo en lo más profundo de mis sentimientos que me haga ver con claridad
las dudas que me empañan...pues...Esta forma tan extraña de querer que siento,
me confunde y me hace pensar que soy egoísta y cruel...Mis ojos lloran de rabia
y dolor, tengo la piel corrompida de tanto mal querer y sexo compartido con
hombres que no amaba, sólo por puro gusto...Sentía verdadero pavor a volver a
sufrir como la primera vez que me enamoré del chico más guapo de la pandilla,
ese al que entregué los besos más dulces de mi inocente juventud, y que al mes
de estar conmigo acaramelados los dos, me dejó por una compañera del instituto
a la que odié con todas las fuerzas de mi ser, sintiendo dentro de mí tal rabia
que llegué a desearle lo peor, y por eso...A partir de entonces cambié, y según
pasaban los años, me volví una mujer fría y calculadora, sin escrúpulos, con el
único fin de que jamás volvería a sufrir por un hombre, si no, todo lo
contrario, yo sería la que tomaría la iniciativa de seguir con ellos o echarlos
de mi vida...No sé por dónde empezar, un mar de dudas empaña mi mente
alocándome la cabeza...A veces pienso que un ser inmundo se ha instalado en mi
interior como si quisiera hacerse dueño de mi corazón... Un templo se alza ante
de mí, las piernas me empujan a entrar...No hay casi nadie, apenas una señora o
dos delante del altar rezando, como yo...Tengo la mente inerte, mis manos entrelazadas
te están suplicando perdón por todas mis infidelidades...Señor nunca he sido
fiel a mi pareja, que aunque no vivíamos juntos, ni tampoco lo amaba, sí que
pasábamos largas temporadas en mi casa...Nada me justifica, sólo yo soy la
única dueña de mis iras y la venganza programada, que desde mi más tierna juventud
adquirí por un mal querer, aún a sabiendas en mi inconsciente alerta y vigente,
que los primeros amoríos de críos son pasajeros, pero yo, chica atolondrada
como era en aquella época, lo sentía tan clavado en mi pecho que al verme
abandonada y encima a los dos juntitos de la mano besuqueándose por las
esquinas, me invadía una angustia por dentro que con palabras jamás la podría
definir, pero...Era como si me rajaran el cuerpo por la mitad y me arrojaran
cal viva...Me mató, me mató con mil puñaladas de hierro candente donde el dolor
me corrompió desde entonces hasta ahora, y por eso...Hoy me postro ante ti de
nuevo, ya ves...jamás aprenderé, lo siento, estoy llena de flaquezas y
debilidades...Siempre estuve con dos hombres a la vez, el primero era mi
pareja, y los demás como suplentes por si me fallaba mi amante...pues...Como a
un amante lo he tratado, y a los demás como si fueran de usar y tirar...He
coqueteado con unos y otros, los he seducido sabiendo de antemano que caerían
rendidos a mis brazos para luego dejarlos sin darles explicaciones, teniendo
siempre buen cuidado de ponerme un caparazón de acero para no enamorarme de
ellos, hasta que lo conocí...Sapos y culebras cruzan mi mente, te quiero y te odio
al tiempo presente, quisiera desterrarte de mi cuerpo con armonía y sin
desvelos...eres el hombre que me quita el sueño sin pretenderlo, nadie como tú
llenó mi alma de angustias y celos, temía perderte y ahora me duele la tristeza
en tus ojos cada vez que te veo, y tú que me ves caminando altiva y segura con
la templanza de los años en piernas y manos...te afliges pensando que en mi
vida otro se aferró a mi cuerpo, y yo...que te conozco como si estuviera dentro
de tu cabeza a la vez que me piensas, te digo y repito con furia salvaje, que
mis labios nunca besaron otra boca que no fuera la tuya que a la mía provoca...No sufras por mí que no quiero a otro, tan sólo las canas
me paran a seguir por senderos inalcanzables donde tanto se amaron fuerzas salvajes...que
no existe hombre que a mi cuerpo susurre palabras más dulces que tu lengua
morbosa en mi piel jugosa, que fueron caricias de agua y de fuego que arden en las
cavernas de mis carnes hambrientas y llenas de deseo por ese beso, que entre gritos y jadeos siguieron hasta
la cumbre del volcán de mi cuerpo, que chilla y suspira cuando lo mimas con la
delicia de tu boca sedienta del jugo salvaje, que emana por los canales de mi alma
y de mi sangre...
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