miércoles, 1 de noviembre de 2017

TRAS LA MASCARADA DE SU VIDA.- (MICRORRELATO)



Dicen las malas lenguas que cuando se desconfía de la pareja es porque el desconfiado fue infiel…El ladrón cree que todos son de su condición…Verdad debe ser, que cuando me acusabas que estaba con otro era porque tú ya habías estado con otra mujer, y aunque siempre lo negabas, nunca te creí, y… ¿sabes que te digo? Que haces bien y si ahora ya no me quieres, te diré una cosa…No merezco tu amor…Y por eso estoy aquí…Triste y apagada, haciéndome mil preguntas del porqué nunca tuviste el valor de decirme adiós…pero…Tranquila y relajada porque ya eran muchos los sobresaltos que me causabas con tus cambios de actitud, haciéndome daño, tratándome como si fuera un trozo de carne para luego volver, y yo que estaba loca por tu querer me entregaba con todo mi cariño, mis besos, mis palabras locas…Después me dejabas tirada sin una palabra, una sonrisa, un gesto cómplice de amor…Una vez te paré en medio de la calle y te pregunté…Si no me quieres porqué me besas y abrazas…Y tú me contestaste…Porque te echas en lo alto mía, me agarras y me llevas hasta tu cama…Me quedé con la boca abierta…o sea… Que soy yo la que te incito a estar conmigo, ¿no? ¡Madre mía de mi vida…! ¡Qué poca delicadeza hacia mi persona, mis sentimientos…! No sé ni cómo he podido seguir tanto tiempo con él…Debe ser que estaba ciega de amor y no veía la realidad…No, no, miento. No quería verla por miedo a perderlo…Estaba enamorada… Seguí mi camino sin volver la cabeza…pero…Pasado unos días volvías reclamando mis caricias y mis abrazos y yo cedía… Lo amaba con todas las fuerzas de mi ser…No sé cuando empezó toda la decadencia de mi amor, pero hubo un momento que una tenue sospecha se instaló en mi interior con la sutileza de la desconfianza. Fue como un flash, una instantánea, un rayo de luz, una chispa que cruzó mi mente y a partir de entonces nunca más volvió la tranquilidad a mi corazón…empecé a sentir temores, miedos, recelos, ya no confiaba en él…pues…A veces lo sentía titubear, otras no aparecía, se tiraba días y semanas sin venir a verme y cuanto más pensaba, más me dolía el alma, y por eso…Estoy perdida buscando mis lágrimas, unas lágrimas que no quieren salir brotando de mis ojos…No las encuentro y las necesito para llorar, me hacen falta para desahogarme...Quiero saber dónde está, por qué me hace el vacío, por qué no me dice la verdad…quizás sin darme cuenta yo misma la descubrí al echar de mi boca una mentira tan vil…Quizás se nos acabó el amor de tanto usarlo, como decía la letra de aquella canción…Demasiados besos y abrazos, demasiados celos…demasiadas ataduras…Demasiadas verdades escondidas tras la mascarada de tu vida…pues…Si tú no das palos de ciegos nunca, a mí no se me escapa una porque las cazo al vuelo, al instante y al momento, y hasta ahora no me he dado cuenta porque…Estaba enganchada a ti…Siempre fui la malquerida, la arrastrada, la ilusa, la que más quería, la inocente que se creía todo lo que me decías…Lo amaba, pero nunca es tarde si la dicha es buena…pues…Ya me desenganché…Me siento libre y con toda la vida por delante y aunque ya tengo mis años, aún sigo suspirando…Y mira por donde, de repente lo conocí…Iba caminando con mi cuaderno de notas, como siempre, atrapando frases al viento, lágrimas de mujeres enamoradas que como tú y yo seguimos viviendo en una pompa de jabón…Me encanta mi pompa espumosa y aunque explota cuando cae al suelo, mientras vuela es de mil colores y se muestra traslúcida y brillante, lo mismo que esas libélulas que tienen luz propia…Era un hombre delgado, ni alto ni bajo, con el pelo canoso, ya tenía sus años, como yo…Se me quedó mirando a los ojos y algo sucedió dentro de mi alma, que el corazón me dio un revolcón…Me cedió el paso por una acera estrecha y muy transitada de gente, de tal manera que me rozó un poco el hombro y sentí un airecillo cerca de mi pelo…era su respiración, cálida y fresca…Me entró un no sé qué en el pecho que hasta se me notó la alegría, porque tanto él como yo volvimos la cabeza y una sonrisa cómplice nos delató…Seguí andando y en el cruce de la carretera me paré ante el semáforo en rojo…Vuélvete, mírame…Oí sus palabras en mis oídos…Disimuladamente miré hacia atrás y ahí que seguía él observándome descaradamente. De repente lo veo caminar hacia mí…¿Lo conozco? Le pregunté…Sí, nos conocemos de toda la vida del barrio…Lo siento, no lo recuerdo…Se quitó las gafas oscuras y entonces lo reconocí…Era el chico del banco donde años atrás iba a sacar dinero…¡Vaya, qué casualidad! Dicen las malas lenguas que nada ocurre por azar, y que cuando una persona se cruza en tu camino es por algo, que todo está predestinado, no lo sé ni me importa, pero en éste momento de mi vida, pensaba que el dios de mi credo me lo había puesto delante de los ojos para que saliera de éste encierro, ésta esclavitud… pues…Esclava de mis sentimientos me sentía desde que le dije que no merecía mi amor, arrancándole la verdad que escondía tras la mascarada de su vida…

No hay comentarios:

Publicar un comentario