Me
perdí en una montaña donde una mañana más de mil besos te di, y te busco donde
las letras de mis flaquezas, llenando aventuras con la odisea de mis
desventuras, narrando historias con las pasiones hechas en el camino de tierra
donde cada piedra me habla con la agonía de sus huellas…Son vidas indiscretas,
ajenas a los quejidos que dibujan el paisaje en suspiros de amor, quizás
algunas lágrimas en una margarita cayó, esa que a los quince años una jovencita
deshojó…Me quiere, si o no, me quiere si, o no…¡Ay Señor mío! A veces confundo
la fantasía con la realidad, viniéndome a la memoria las travesuras de mi loca
identidad, como si la cordura no fuera capaz de traspasar los límites de la
civilizada sociedad…No quisiera que el libre albedrío de la sinrazón que me
embarga, me dejara atrapada en un sueño infinito de romanticismo, como si no
pudiera seguir adelante con la vida que me envuelve en ésta eterna aventura,
donde alma, corazón y mente se dan la mano caminando por la vida como si fueran
tres niñas traviesas a las que nunca les cansa jugar, escondiéndose tras la ilusión,
y que cada vez que la encuentro me hace vivir una juventud sin límites en las
letras de mi descabellada edad…No me tientes tanto, no me busques con esa
mirada llena de agonía, que al final caeré en tus brazos y me convertiré en una
mujer despiadada y te arrancaré los suspiros del alma, con la fuerza de mis
palabras…No quisiera dejarlas escapar porque sería morir poco a poco y de qué
me serviría éste despojo de alma errante que me encuentro en el aire mirándome
a los ojos, como suplicándome un poco de piedad para que las deje volar en las
escenas de los amores prohibidos, ya que lícitos son perfectos y bien avenidos
para algunas esposas y maridos, donde en el interior de sus almas, ya está todo
dicho cuando se marchan los hijos y llegan los nietos para alegría de los
abuelos…Y esa mujer entrada en años, que cada día se le escapa la vida de las
manos suspirando…Tiene el corazón atormentado porque dice que ya nadie le hace
caso, y ella se siente bonita, joven, alegre, risueña, es como esos cascabeles
que aunque un poco oxidados, si los agita, suenan como mil campanillas…Busca
por las calles y avenidas las pasiones ocultas que nunca echó de su vida y
jamás estrenó…Vida incompleta para ella y sus entretelas, que una gran pasión encierra
deseando darle rienda suelta brincando por los montes como cabra pirenaica, en una
aventura escandalosa y secreta… Tanto miedo tiene echarlas fuera creyendo que
es pecado y se para…Aceite, lentejas, pescado y una docena de clavellinas para
que adornen mi salita…Tengo que seguir, tengo que seguir, que no se me olviden
los tomates y una ramita de perejil…Pero un día conoció a un hombre que la
miró, le dijo un piropo y la enamoró…Y ahora canta, ahora baila y ahora se
siente como una adolescente…Corre, corre, ¡espérame, que ya llego! Y ya está él
allí, ya lo he visto, ya me ha visto él, ¡que lo quiero, que me quiere, y qué
guapo es! ¡Qué cosas me pasan por Dios! ¿Cómo me habré enamorado siendo tan
mayor él y entrada en años yo? Lo quiero, si, si, y no sé por qué…Me hace señas
con una margarita en alto y cuando llego a su lado me sonríe y me coge de las
manos y si nadie nos mira, nos agarramos de la cintura y me arrastra tras los
árboles y nos besamos como jóvenes enamorados…Y en el oído me dice cosas
bonitas y me acaricia la espalda y muy despacito desliza la palma hacia más
abajo exclamando, ¡madre mía, qué rica está mi niña! Y me cuenta picardía y a
mí me da la risa…Lo mismo que cuando era una chiquilla y los niños del barrio
trepaban a los árboles con las cuerdas que amarraban en lo alto, y dos abajo
lanzándola hasta que quedaban unos columpios perfectos, y nosotras nos
sentábamos con cartones para que no nos dolieran las posaderas y ¡arriba y
abajo, arriba y abajo! Y ellos muertos de risa nos empujaban cada vez con más
fuerza rozándonos el culo, ¡arriba y abajo! ¡Y qué alegría! Todas las niñas
gritando con la cabeza hacia abajo y las piernas hacia el cielo apuntando…Y
seguíamos caminando con sus besos en mis mejillas, en mi pecho y bajo las
caderas, donde mil primaveras afloraban en mi rostro en un rubor encendido como
pétalos en flor… Y me mira a los ojos que sonreían al cielo como en el columpio
aquél tan olvidado de arriba y abajo, mientras los perros ladrando a lo lejos…Y
nos agachamos, y nos tumbamos y nos besamos enroscándonos como dos lagartos
rodando y rodando cuesta abajo…Callados, silencio que llega el jardinero…Y
todas las niñas chillando en los bancos de los jardines con los vestidos alzados,
jugando a los médicos con los niños que
nos auscultaban el pecho y nos ponían una inyección…Y nos reímos los dos,
entregados a la urgencia de la pasión…Y me sienta sobre sus rodillas y me
abraza con todas sus fuerzas, apretándome toda entera como si quisiera que le
atravesara las costillas, y me quedara entre pecho y espalda y me dice muy
bajito…Así, así quiero estar toda la vida, abrazadito a ti…Eres el aliento que
me hace vivir, no me dejes nunca…Y me aspirabas, me olías y me quitabas las
hojas secas que se enredaban por mi melena…Y me alzaba por la cintura y me
retenía entre sus brazos con un lento beso en los labios, y antes de salir de
aquellas ramas, me alisaba la falda y me ayudaba con la mano a subir la cuesta
de los pecados…Y juntos de nuevo regresábamos por la montaña, donde una mañana más
de mil besos te di…
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