lunes, 12 de enero de 2015

HASTA QUE LO VEO APARECER.- (MICRORRELATO)



Al pairo quedarán expuestas mis letras llenas de picardía y ardientes deseos de pasión. Las leerán los espíritus maliciosos y dejarán mi piel descarnada, descuartizándome entera, mostrando íntimas revelaciones, esas que un día los pudores dejaron a flote, como avergonzando lo que la naturaleza me ha concedido…pobre de mí...Tengo las carnes rotas de tanto como la pasión me embarga y agota. Sellada mi boca loca, toda llena de palabras rotas...La boca de mi generación, la que a cada mujer dejó estancada en las miserias del falso pudor, como si no pudiéramos amar y sentirnos amadas de manera revolucionaria…Debería callar y esconder mis sentimientos, mis deseos primitivos y pintorescos, chulos y arrebatados...Caminaba cabizbaja maquinando algo tan estrafalario que lo llevara a perder la cabeza, ¡cómo me gustaba a mí eso! Reconozco que en tramas no hay quien me gane, porque esto de llevar el timón siempre me ha gustado. A veces me pierdo por ahí y no vuelvo hasta que me dan las mil y una noches entre vueltas y revueltas, y cuando me ve aparecer se siente como un niño pequeño abandonado por su madre, pero yo no soy tu madre...Yo soy tu hembra, tu mitad…Así que lo miro de manera desafiante y con bríos, incitándolo a pecar. Hasta me insinúo de manera descarada y provocativa…Era un pulso entre el odio y el amor, donde sólo la pasión podía vencer, porque a mí lo que me gusta es que me amen de manera apasionada, arrogante y con poderío. Nada de sutilezas y suaves besos aterciopelados, no, no, para nada. Me encantan los mordiscos a trompicones, besos robados y a golpes de asaltos. Todo eso era lo que estaba tramando por el camino hasta que lo vi aparecer. Al aire quedaron mis pensamientos, todas mis flaquezas como si fueran gaviotas volando…Era una lucha continua, entre sus ardientes palabras y el despecho que sentía en lo más profundo de mi alma. Un pulso constante donde sólo ganaría el más hábil de los dos en la batalla del hechizo carnal…¡Ay Señor! Lo voy a perder, si lo voy a perder. Me llama, me llama a voces, me grita en silencio…¡Vente conmigo amor mío! Que quiero perderme en el abrazo de tu libre albedrío, ese loco albedrío que no echa cuenta cuando estás conmigo. ¡Corre, corre! Te espero, siempre te espero y aunque mil veces me niegues tus besos, yo los espero…Me gritaba el eco de su silencio…Y yo como gaviota desplumada me dejo llevar por mis alas rotas entre dos mares, ¡vaya que sí! Que revoloteo por las emociones de tu encuentro, dejando las puertas abiertas cuando te veo aparecer…Sabía que tenía la partida ganada. Quería mostrarme atrevida y sugerente, provocándole de tal manera, que la duda llegara a su mente pensando…¿Qué hará ésta que no la veo en todo el día, sola y por calles oscuras…? Me sentía una mujer despechada y en esos momentos tan sólo quería herir su ego varonil, su virilidad, si, si. Estaba harta de sus dudosos y sucios juegos. No podía seguir con esos altibajos emocionales y ya no se lo iba a consentir. Era una lucha entre mi ira y su deseo, donde las pasiones sucumbirían a toda clase de lujurias maquiavélicas. Ni me lo pensé y parándome frente a él lo miré de arriba abajo de manera descarada. Hasta le sonreí con la mirada burlona. Lo estaba retando, no sólo con mi cuerpo envilecido, sino con mis palabras donde cada tono y cada gesto de mis labios le provocaban a arrebatarme la ropa con toda la furia del deseo…No puedo resistir esa mirada llena de ruegos y súplicas que sin mí no es nada, no le quedará nada...Debería ser más comprensiva y tolerante pero no puedo, es tanta la rabia que tengo en el cuerpo que me puede, si, si, me puede hasta que lo veo... Cuando lo veo, me vence y él que lo sabe se muestra tal cual. Es muy listo, ¡vaya que sí! Que se muestra humano, machote y varonil, con todo ese embrujo de pasión, derrochando ardientes encuentros, ese que tanto me gusta. Debe ser que me conoce muy bien y saca a relucir mi fragilidad, mis debilidades, porque yo soy una mujer frágil, ¿te enteras? Por favor, no me mires más así, ni me hagas estos gestos con las manos unidas, entrelazados los dedos como rezándole a Dios que te de una nueva oportunidad. Soy muy egoísta y lo quiero todo entero para mí, pues eso de compartir nunca se me dio muy bien…Al final tendré que ceder. Es un derrumbe total de mis sentimientos…Lo miré de frente… ¿Por qué tengo que irme contigo? ¿Por qué he de volver a tus brazos? ¡Porque te quiero, te quiero! ¡No me dejes por Dios! ¡Vuelve! ¡Perdóname…déjame que te explique…! Pero ¿tú te has creído que me puedes dejar y tomar como si fuera una jarra de cerveza? ¡Escúchame bien, escúchame! Y dirigiéndome hacia la playa, le mostré un laberinto de redes donde podría enredar a cualquier atún que se acercara a la almadraba, y gritándole a la cara le dije…En éstas playas nado yo cuando quiero, con quien quiero y como quiero, ¿te enteras? ¡Hasta con éstas manos buceo sola! A ver si te habías creído que sólo sirven para fregar platos. ¡No! Que éstas manos cuidaron a mis padres ancianos, y aparte de eso…arreglo las redes al momento, ¿te enteras? Se le encendieron los ojos, se les pusieron como a los lobos hambrientos, se arrojó sobre mi cuello y besándome la boca como un loco, hasta me arrancó la ropa y cuando quería tomarme a la fuerza, lo paré en seco con las palmas de mi mano en su pecho y mirándolo a los ojos, le dije…¡Oye tú! ¡Escúchame bien! Esto que tú me quieres hacer, lo harás si yo quiero, ¿te enteras? Me entero, me entero…pero… ¿quieres, verdad que quieres? Me desarmó por completo y atrayéndolo hacia mi cuerpo, le dije... quiero, quiero…





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