Hoy te vi, ¡vaya que te vi! Estabas como para dar un brinco y
saltar a tu cuello… ¡Madre mía qué cosas tengo…! Deben ser cosas de la edad en
estado puro y desvergüenza total, porque si no…No entiendo que todavía
sienta palomitas de maíz revoloteando por el quid…He ahí la cuestión, que…Aún
no se ha soltado de mi cuerpo la chica del ayer, esa que bebía viento por
usted, ese y aquél, porque mira qué las ocurrencias que me traspasan el
pensamiento…Es que me gustas a reventar… ¡Señor, Señor…! Con lo modosita que
era antes, y lo que me he espabilado, o…Quizás seas tú el culpable de mis
desvaríos ocasionales…pues…Hace años que nos queremos…o no… ¿Tú qué piensas?
Que nos queremos de verdad o sólo es darle cancha al cuerpo y poco más…Puede
ser que el deseo sexual se haya adueñado de nuestro ser y contra eso no haya
nada qué hacer…Quizás sean carencias que necesitamos llenar, o…Es posible que
sea auténtico amor sangrante y voraz…Y tú ahí, quieto, parado, haciéndote el
interesante…Mira que eres remolón, lo que te gusta hacerme rabiar, ¡eh! Te lo
tienes tan creído…Estás tan poseído de mi amor…me tienes tan segura…En el fondo
sabes que nunca te voy a dejar de querer, y ¡fíjate cómo estoy…! Echa un nudo
de pasiones prohibidas, porque…Me he prohibido amarte…me he prohibido buscarte,
pero sobretodo…Me he prohibido arrasar contigo en cualquier parte, comerte la
boca a bocado limpio, y…Llevarte conmigo a la morada del monte Olimpo, porque
eso es lo que hacía antes, ¿verdad? Antes estaba tan enamorada de ti que no
podía reprimir los impulsos de besarte, porque esa boca que tú tienes de labios
carnosos me pertenece desde la primera vez que te la arrebaté en el callejón
aquél, ¿te acuerdas? Sabías bien a lo que te exponías y me seguiste encantado,
porque…Hacía días que me habías echado el ojo y merodeabas por mi calle para
hacerte el encontradizo conmigo, ¿te enteras? Vayas a creer que no me daba cuenta,
que me daba, y bien que te había calado…a mí no se me escapa ni una, ¡las cazo
al vuelo! Y en menos que pasó una semana de ver cómo seguías al acecho, me dije
para mis adentros…Hoy no te escapas de mis garras…Y te perdiste entre los
volantes de mi falda, que te hiciste un remolino con mis piernas y mis ansias
que no sabías ni cómo salir de ellas, y a partir de entonces…No había mañana,
tarde y noche, que no estuvieras pendiente de mis entradas y salidas para
escalar al monte del Olimpo, porque eso…A ti te gustaba, ¡eh! que te dejabas
arrastrar sin oponer resistencia alguna, sólo seguías las huellas de los
gemidos de mi garganta, pero…¿Pero qué, qué? ¡Anda, ya se bajó del andén! Creía
que estabas en Babilonia chico…bueno, eso de chico vamos a dejarlo aparcado un
momentito, porque perteneces al pelotón de los jubilados, ¡como yo! Te voy a
decir una cosa, ¡eh! ¡Vaya! Ahora ha alzado una ceja…¡Qué mala espina me da…! Escúchala
bien porque no te la pienso repetir ni una sola vez, así que presta atención…Me
mira a los ojos fijamente, pone un brazo en jarras y adelanta un pie, incluso
se inclina para hacer como que me presta atención, pero no, sé positivamente
que lo que le voy a decir le entra por un oído y le sale por el otro, pero…De
toda maneras afino y puntualizo…Que dicen por ahí que no es bueno desear a la
mujer del prójimo, y que tan sólo con el pensamiento se peca, y yo me pregunto…¿Qué
soy yo para ti? ¿Un pecado? ¿Una mala influencia? ¿Acaso tengo la culpa de que
tú me desees tanto y me hayas contagiado con tus deseos primitivos y carnales?
Porque…Yo también estoy pecando, ¿te enteras? Estoy pecando carnal y
mortalmente, porque…Este latir que tengo en medio del pecho…no debe ser nada
bueno, ¿o no? Es pura agonía por tenerte en mis brazos y hacer contigo lo que
me pidan sus latidos…Unos latidos calientes y abrasadores que me está quemando
hasta los suspiros, porque…Si tú supieras las escenas que se pasean por mis
sueños, de noche cuando me acuesto…saldrías de mi vida al momento antes de
arder conmigo en los infiernos…
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