Me encontraba desanimada, sin ilusiones por nada, ni
siquiera se me apetecía estar contigo…Últimamente no paraba de darle vuelta a
la cabeza a una idea que no me dejaba de rondar… Quizás por la edad o porque el
corazón estaba cansado de tantos altibajos…no lo sé…El caso es que sabía que
tarde o temprano nuestra relación estaba llegando a su fin…pues…Eso de estar un
día contigo y quince sin ti era como vivir de prestado…A veces me sentía como
una cualquiera esperando en una esquina de la calle…Otras como una pordiosera
pidiendo limosnas…Antes no lo veía así, ni siquiera lo pensaba, pero ahora,
después de años malviviendo a la zaga de éste escenario, me he dado cuenta de
que no merecía la pena guardarte la cara como si fueras mi santo y devoto
esposo…Al fin y al cabo, ¿qué significo para ti? No te puedes imaginar la
cantidad de veces que me he hecho esa pregunta y nunca la he sabido contestar…pues…Siempre
encontraba una razón entre mil para seguir contigo hasta que me dejaras de
amar, ¡fíjate qué cosas me pasan…! Que por muchas tormentas que atravesaban mi mente,
había un rayo de luz que la iluminaba cuando te oía decir…Jamás te cambiaré por
otra mujer…Me aferraba a esas palabras que me atravesaban el alma…Era verte
pasar y el corazón se me desbocaba de alegría y pura pasión…Y ahora, de
repente, no sé qué pasó por mi cabeza que se llenó de claridad dando paso a la
cruda realidad, la que nunca quise ver, la que cegaba los ojos del corazón de
tanto como te amé, ¡vaya que sí! Que te he amado de la manera más carnal que se
pueda una imaginar…Quizás tan sólo fuera eso, sexo puro y duro lo que me ha
unido a ti…pues…En cada encuentro tu boca y la mía estaban siempre ávidas de morder
todo lo que pillaba desde la cabeza a los pies…y en mitad del camino lo que
sobresalía también, tanto que no parabas de gemir suspirando…Jamás te cambiaré
por otra mujer…Estaba poseída por ese veneno que desprendía el olor de tu piel…
Y ahora, ¡fíjate tú de qué ha servido tanto sacrificio…! Que me apartaste del
hombre que iba a ser mi marido justo en el altar cuando te vi frente a mí,
llorando, suplicándome, arrastrándote…y tú ya estabas casado…pero me dijiste…No
lo hagas por Dios, no lo hagas…te quiero…y hasta ahora que abrí los ojos…pues…
Tantos años estuve esperando que dieras el primer paso para
separarte de ella, que al final me di cuenta de que jamás lo harías porque en
el fondo nunca me habías querido, tan sólo me utilizaste como comodín…como una
más de tu escenario siendo tú el principal actor, ¡fíjate de qué manera te
quería! Que a la menor señal corría tras de ti como una perrita por temor a
perderte...pues...Nada más pensarlo se me iba la vida en un suspiro…Y ahora
mírame en lo que me has convertido…! No, no... Tú no, si no yo que he sido toda
la vida tu fiel y leal compañera…amante tras la puerta donde eras el dueño de
la llave que abría y cerraba la cerradura cuando salías…o entrabas, que eso sí
que lo hacías bien…Y yo ahí, quieta, callada, muda…esperándote… siempre esperando
con las enaguas transparentes de seda para que entrevieras lo que tanto te
gustaba, ¡para que te enteres bien! Que ahora no sé ni quién soy…Una
falacia de mujer enganchada a las sobras de tu querer…sin nada mío, sin voz ni
voto para decidir qué significaba para ti…pues…Eres el guardián de mi destino y
de mi estado de ánimo…pero… ¿Sabes que te digo? ¿Qué, qué…? ¡Míralo...ya se está creciendo! Eres igual que todos los hombres,
en el momento que una se pone seria se envalentonan…Que no confíes
tanto en el poder que ejerces sobre mí…bueno no…Ejercías y lo sabes, porque… Demasiados
años viviendo tras las cortinas sesgadas, me ha hecho inclinar la balanza sopesando
que la cosa ya estaba derruida y acabada…y por eso… He decidido abandonar la
partida, quitarme del medio y darte alas…Seguir hacia adelante sin mirar atrás,
porque si miro, ¡madre mía de mi vida…! Si miro te veré, y lo que es peor…volveré
a caer rendida a tus pies…pues…Tienes un no sé qué que me derrite, me acalora y
me hace renacer, y aunque quiera hacerme la fuerte y valiente mujer de nadie, siempre
encontrarás el medio de llevarme a tu terreno y no quisiera oírte decir…Jamás
te cambiaré por otra mujer…porque si me lo dices de nuevo, yo te juro por Dios
y todos los santos del cielo, que volveré a tus brazos como una pordiosera aunque
sea en una cama sin techo o una esquina cualquiera…
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