Me da igual ir a la saga de tus caprichos aunque caiga por
los precipicios, me arrastres por acantilados y luego sigas tu camino...
Prefiero estar viéndome contigo aunque sea de contrabando, que pasar meses y
años sin verte, tan sólo pensarlo…muero…Muero de dolor cuando desapareces de mi
vista, y muero cuando te siento en mi entrecejo triste y serio por la urgencia
de mis besos…Llego la hora de reconstruir ésta anómala situación sentimental en
la que nos encontramos tú y yo…pues... Ni contigo ni sin ti puedo vivir en ésta
sociedad hipócrita y civil…Era un camionero que vivía en un pueblo entre
montañas y sin puerto…Su mujer aburrida, sosa y frígida…Mi marido un puritano
soberbio y dictador, de estos que no se perdían una misa de domingo, muchos
golpes de pecho…y unos cuantos a mi alma…y a mis huesos…Y por eso puse tierra
por medio en un invierno lluvioso cuando los chicos ya se habían independizado.
Hice las maletas y me fui con lo puesto a un ciudad muy pequeñita pero que
tenía puerto…Gracias a Dios que enseguida me coloqué en un hotel de limpiadora,
y poco a poco llegué a ser la jefa de planta, por lo que pude alquilar un
pequeño piso que daban todas las ventanas al mar….Y ahí empezó todo…Estaba una
tarde caminando por la playa cuando te cruzaste en mi camino, te quedaste
mirándome tan fijamente de arriba abajo, que sentí como si me desnudara y eso
me gustó, ¿sabes? Que al seguir andando noté mis piernas temblar y aunque
quería volverme para ver si estabas, no me atreví por temor a que pensaras que
me interesabas…pues…Siempre he sido altiva y orgullosa, además ya no era una
mujer joven y no quería parecer una buscona, y menos necesitada…que lo estaba,
¡vaya que sí! Que llevaba dos años sin relaciones sexuales y aunque cuando
vivía con mi marido lo hacía sin sentir nada, últimamente me encontraba algo
desorientada y con las hormonas revueltas, ya que estaba en una edad muy
delicada y me venía la regla cuando le daba la gana. Más o menos me encontraba
en esa etapa menupáusica donde las calores una veces me agobiaban y otras me
alteraban con ansiedad y deseos de caricias y abrazos, sentimientos que he
guardado para mí por temor y por vergüenzas, además eso de que me tacharan de
calienta braguetas, como se solía decir en mis tiempos, me parece repulsivo y
soez…He vivido con el qué dirán toda mi juventud y jamás me he mostrado tal
cual soy, ocultándome tras los parapetos de mil sensaciones acallando las
pasiones que ardían en mi pecho…Era una reprimida sexual, sin darme cuenta de
que estaba equivocada con los hechos y con las palabras…hasta que lo conocí…Dos
veces por semana coincidía contigo en la playa…Me invistaste a un café y accedí
de buena gana…No paraste de mirarme la boca con la sonrisa en el rostro y hablar
meloso…Me dijiste que tenías ganas de tener una aventura conmigo y me dejaste
descolocada…pues…Por las noches cuando me acostaba tenía fantasías eróticas y
me ardían las entrañas… Me llevaste a tu furgoneta y nos alejamos hacia las
afueras…y…Desataste mi lengua haciéndome tuya con la lujuria estampada en
ella…y por eso hoy puedo decir…Buscándote como una arrastrada voy por la vida
pensando que a otra das tus acaricias, tan sólo el pensarlo se me atragantan
los nudos en la garganta y se me parte el aliento a pedazos por el suelo…Es
tanto lo que te amo, que se me llena la cabeza de malos presagios y temo que se
hagan realidad…pues…Dicen por ahí que cuando a una mujer se le mete una idea
entre ceja y ceja es porque intuye alguna sospecha, y verdad ha de ser cuando
no te he vuelto a ver por los alrededores del aquél café cuando te besé…y
es que…No sé porqué se me ha ocurrido pensar que ya no me quieras más que para
pasar un buen rato y poco más…Un revolcón entre matas, a veces en la furgoneta
en la parte de atrás y sin colchón, otras escondidos tras las callejuelas sin
salida, en el portal y en cualquier esquina, así sin más que para dar rienda
suelta a tu apetito sexual y yo que te deseo tanto me dejo hacer como un títere
en una obra de teatro…pues…Como una marioneta manejas los hilos de mis
emociones tirando de las manos para arriba y para abajo, adaptando mis piernas
a tu cintura en un engranaje perfecto a los deseos de tu cuerpo…y del mío…vayas
a pensar que no siento los calores, ¿te enteras? Que me suben unos ardores
entre pecho y espaldas que se me llenan las nalgas de ansiedad por tenerte al
momento, ¡vaya que sí! Que me encantan estas situaciones estrafalarias y
picantonas…Me abren las puertas a la vida y me cierran ventanas a la sociedad
decente y prudencial…pues… Te has convertido en el aliciente de mis fantasías
sexuales y el veneno de mis juramentos de fuego, esos que dicen por ahí que son
los que te arrastran camino a los infiernos…
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